domingo, 22 de diciembre de 2013

Milani, la bisagra de un cambio estratégico





diciembre 22, 2013
 

 
 
 
 
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 El general César Milani puede ser considerado ya, sin exagerar, uno de los cinco o seis hombres fuertes del gobierno junto a Carlos Zannini, Jorge Capitanich, Héctor Icazuriaga, Alicia Kirchner, Axel Kicillof y la cúpula de La Cámpora. Esta impensada proyección se revela en la verdad menos cuestionable, los números. La reasignación al Ejército de partidas para inteligencia y seguridad por $ 1325 millones lo dice todo. Sin embargo, la visión opositora de lo que en realidad está pasando parece pobre o por lo menos miope.

Con Gerardo Morales como vocero, la UCR acusa al gobierno de ir borrando la histórica barrera que el gobierno de Raúl Alfonsín levantó con los textos de las leyes de Defensa y Seguridad Interior: las fuerzas armadas no pueden participar de la seguridad interior y sólo se les permite apoyar en tareas logísticas. Este absurdo fruto del prejuicio antimilitar de los ‘80 hace que la Argentina sea prácticamente el único país de Latinoamérica que no usa su potencial militar para enfrentar al flagelo del siglo XXI, el narcotráfico. Esta brecha de anacronismo fue advertida por el astuto Milani y tal vez por la presidente y ahora ambos van camino a una carambola: rediseñar la seguridad interior sobre el Ejército para proteger al gobierno en los dos años turbulentos que se vienen pero justificando este fin, bastante espurio por cierto, en una causa más defendible, la conducción militar de la lucha contra el narcotráfico, como ocurre en México, Perú, Colombia y también en Brasil.

La Argentina participa de la Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA) con sede permanente en Colombia. La misma es una derivación del Plan Colombia y sus objetivos están claros. En su última edición del 23 de octubre pasado, éstas fueron las conclusiones dadas por el comandante del Ejército de Colombia, general Juan Pablo Rodríguez. Durante la segunda sesión plenaria de la reunión que se realiza en la ciudad de México D.F., el general Rodríguez destacó la importancia de estos mecanismos internacionales que fortalecen la integración, hermandad y colaboración de las naciones.

Durante su intervención, el Comandante del Ejército inició manifestando el gran reto que tiene al comandar un Ejército “victorioso y profesional, cuya misión está basada en el servicio a la comunidad y el desarrollo del país”.

“En este instante la historia de Colombia ha cambiado de manera contundente, continuamos adelante sin desfallecer con fe en la causa, para consolidar los retos que el futuro ha planteado al Ejército Nacional de Colombia, para continuar empoderándose como una fuerza integral que dedica su esfuerzo a la consecución de la paz y el bienestar de la población”, agregó.

Destacó la importancia por el trabajo y el esfuerzo en temas que son de interés para los países de la región, como la atención de desastres naturales, la conservación del medio ambiente, el intercambio de entrenamiento y educación, los avances en ciencia y tecnología, la lucha contra el narcotráfico y la cooperación mutua permanente.

Finalmente, hizo un reconocimiento al Ejército Mexicano, que durante dos años fue la sede de la CEA, e invitó a los Ejércitos miembros, observadores y organizaciones militares; integrantes de la CEA, para que en el mes de febrero asistan a la Ceremonia de Transferencia de la Presidencia del XXXI ciclo que se realizará en la ciudad de Bogotá. Con este evento y luego de 53 años, Colombia será la sede durante los años 2014-2015.

Desde su despacho en la embajada argentina ante la OEA, la mentora de Milani, Nilda Garré, está trabajando en Washington para la vuelta del Ejército a la seguridad interior. Este proceso tiene su historia. A partir de que en la primera mitad de la década pasada el combate contra los carteles de la droga en México y contra las FARC en Colombia fue avanzando, en buena medida gracias al empuje que le dio Álvaro Uribe, los carteles empezaron a trasladar sus negocios al Cono Sur, donde Argentina y Brasil, para no hablar de Paraguay, se caracterizan por controles de frontera laxos (no así Chile).

 En nuestro país, el cambio empezó a notarse en el 2010 con la creación del Ministerio de Seguridad, al que fue a parar Nilda Garré. Ella desató una serie de purgas que debilitaron al extremo a la Policía Federal, que no contaba con la confianza de la DEA ni de otras agencias de los EEUU. En cambio, se reequipó e incrementó la Gendarmería, hasta llevarla a los 33.000 efectivos. Pero la manta igual es corta. Los gendarmes fueron mal usados en un traslado masivo al conurbano para generar una falsa sensación de seguridad. Las estadísticas señalan a las claras que debilitar el control de fronteras para urbanizar a la Gendarmería no hizo bajar una sola tasa de delitos. Aquí es donde, a partir del Operativo Escudo Norte, Milani empieza a colocar su oferta: un Ejército que cuenta con una nueva estructura de inteligencia que él conduce personalmente y que puede apoyar acciones de seguridad -léase represión- en las 24 provincias, o sea, el 100 por ciento del territorio.

Una bandera para la UCR

 

Por tradición e historia, el peronismo siempre defendió la participación militar en la seguridad interior y como muestra sólo basta con leer a Juan Domingo Perón. Los gobernadores, por su parte, ven por delante un par de años de pesadilla, con violencia social y agitación sindical permanente. Una cosa es entonces tener que suplicarle a Sergio Berni que envíe gendarmes, que a veces están a cientos de kilómetros, y otra es acudir al regimiento que cualquier gobernación tiene a pocas cuadras, y en condiciones al menos de movilizar 300 o 400 efectivos.

A esta razón de peso se le suma otra. Pragmática al fin, con el encumbramiento de Milani y la militarización de la seguridad, CFK les estaría enviando un mensaje rotundo a sus huestes piqueteras y sus aliados de izquierda. Si hay ajuste -y lo habrá- el gobierno no se quedaría de brazos cruzados contemplando cómo sus ex aliados incendian el país. Aunque las comparaciones suelen ser odiosas, Cristina también puede terminar echando a los montoneros de la Plaza. Aunque en esta ocasión, en la era del pragmatismo, la mayor parte de los ex combatientes o amigos de éstos optarán seguramente por colocar la foto de Milani en sus escritorios.

Pero en política nada es gratis y la vuelta del Ejército a las calles será, con seguridad, el alimento fundamental del frente de centro izquierda. Los radicales se sienten cómodos en la confrontación contra Milani, tanto como el peronismo se siente incomodo. Acorralado, el cristinismo parece dispuesto a patear el tablero. La incógnita es si podrá hacerlo.

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