miércoles, 11 de diciembre de 2013

EL VERDADERO SAN FANCISCO DE ASIS








11 de Diciembre del año 1013 - 1213

 Últimamente se ha escrito, dicho y exclamado mucho con respecto a ese grandísimo santo que fue san Francisco de Asís. Como los que eso hacen ignoran completamente, o malintencionadamente no dicen, quién fue San Francisco de Asis se ha creado una imagen totalmente falsa a su respecto que creo indispensable corregir. 

Me basaré exclusivamente en los textos de los tiempos en que él vivió y se santificó, fundamentalmente en el libro "Gli scritti di Francesco e Chiara d Assisi" (edizioni messagero padova, 1987) y en las "Fioretti" de San Francisco de Assis (traducción al francés editada por "Editions du Seuil", Paris, 1953). 

San Francisco era un joven rico, nacido en Assisi (Asis), en 1181. Primero fue soldado y muy valiente. Peleó en varias batallas y, derrotado, fue tomado prisionero en 1202 y mantenido en la cárcel enemiga durante un año de donde fue liberado por haberse enfermado gravemente. Siguió siendo guerrero hasta 1205. 

Abandonadas las armas a los 24 años, cabalgaba meditando sobre su vida, cuando  se encontró en un camino con un leproso que pedía limosna. A pesar de la repugnancia que le causaba la horrible enfermedad del hombre, se bajó del caballo y por amor a  Dios besó las manos del enfermo, además de darle la limosna que pedía.   

Después de ese acto de renuncia a sí mismo y de amor a Dios, dejó de frecuentar la sociedad a la que pertenecía y rezaba en las capillas que encontraba en los campos. Poco tiempo después, en la capilla de San Damián, que está en las afueras de Asis, oyó una voz que le decía: "Francisco, repara mi Iglesia, pues ya ves que está en ruinas." 

Creyendo que la orden se refería a la propia capilla, ya que estaba realmente en ruinas, empezó a trabajar para repararla. Trajo piedras de todas partes y empezó a levantar las paredes caídas. Para conseguir los materiales necesarios vendió todo lo que tenía. Sus antiguos amigos y parientes pensaban que se había vuelto loco. Su padre le exigió reparación delante del Obispo de Asis, acusándolo de dilapidar sus bienes y San Francisco alegremente se despojó de sus vestidos y se los entreó a su padre exclamando. "Ahora sí puedo decir *Padre nuestro que estás en los cielos*, porque en la tierra ya no tengo padre". 

El día de la fiesta de San Matías del año 1209, estaba oyendo misa y el evangelio del día decía: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado... Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente... No poseáis oro ... ni dos túnicas, ni sandalias, ni báculo ...He aquí que os envío como corderos en medio de los lobos..." (Mat.10 , 7-19). Ahí entendió que debía dedicarse a salvar almas predicando el Evangelio. 

Así lo hizo y pronto se vio seguido de otros hombres santos que querían imitar su ejemplo. 

* * * 

Según los documentos emanados del propio San Francisco y la historia de sus milagros y enseñanzas, puede verse que la vocación del Santo era practicar la Santa Pobreza , renunciando a todos los bienes de la tierra, para ser "pobres de cosas y ricos de virtud" ("Scriti..", pag. 81) y exhortar a la penitencia a todos para que salvaran sus almas. 

"Todos aquellos que quieren servir al Señor nuestro Dios en la Santa iglesia católica y apostólica, sean sacerdotes...religiosos...conversos... niños, pobre y miserables, reyes y príncipes, obreros o campesinos, siervos o patrones...humildemente les rogamos y suplicamos que perseveren en la verdadera fe y en la penitencia, porque nadie puede salvarse de otro modo". ("Scritti..." pag. 72). 

Todos eran igualados por el Santo en ese deber y en esa vía necesaria de salvación, reyes y miserables, patrones y siervos. Todos eran almas creadas por Dios y redimidas por la sangre preciosa del Cordero divino. 

A pesar de la fama enorme de sus milagros se consideraba la más vil de las criaturas. Y exhortaba así a sus monjes: "El espíritu de la carne, realmente, quiere y se preocupa mucho de poseer palabras, pero muy poco de cumplirlas y busaca no la religiosidad y la santidad interior del espíritu, sino que quiere y desea tener una religiosidad y una santidad que aparezca exteriormente delante de los hombres. Y de estos dice el Señor: *En verdad les digo que esos han recibido ya su recompensa*" ("Scritti..." pag. 63). 

En eso y en todo seguía fielmente lo que había enseñado Nuestro Señor Jesucristo: "¡Ay de vosotros cuando los hombres os aplaudieren!, que así lo hacían sus padres con los falsos profetas". (S. Lucas, 6, 26). 

Lo que más deseaba era salvar las almas de todos los hombres, pobres o ricos. Para él y los suyos, quería la Santa Pobreza , pero no sólo ella sino las demás virtudes. Fundó una Orden mendicante para santificarse, no una Orden de asistencia a los pobres. 

Esto puede verse en la oración que decía cada vez que se encontraba delante de un Crucifijo, la misma que dijo cuando oyó la voz de Nuestro Señor en la capilla de San Damián: 

"Altísimo glorioso Dios, 
ilumina las tinieblas de mi corazón. 
Y dame una Fe recta, 
una Esperanza cierta y una caridad perfecta, 
prudencia y conocimiento. 
Señor, que cumpla tus santas y veraces órdenes. Amen" 

Compuso un saludo a las virtudes que es maravillosa y que merece ser recordada porque prueba lo mismo que digo más arriba, o sea, que la vocación de San Francisco era de santificación por la práctica de todas las virtudes: 

"¡Salve, reina Sabiduría, 
el Señor te salve, 
junto con tu hermana la santa y pura simplicidad. 
"Señora santa Pobreza, el Señor te salve, 
Junto con tu hermana la santa Humildad. 
"Señora santa Caridad, 
el Señor te salve 
junto con tu hermana la santa obediencia. 
"Santísimas virtudes, 
todas vosotras seáis salvas por el Señor 
del cual venís y procedéis. 
"No hay absolutamente un hombre en el mundo entero, 
que pueda tener una sola de vosotras, 
si primero no muere (a sí mismo). 
El que tiene una y a las otras no ofende, 
las posee todas, 
y quien una sola ofende 
no posee ninguna y las ofende a todas; 
y cada una se confunde con los vicios y los pecados. 
" La santa Sabiduría 
confunde a Satanás y todas sus insidias..." ("Scritti...", pag. 157) 

Para seguir a su Señora la Santa Pobreza , vendió todos sus bienes y los dedicó a reconstruir la capilla de San Damián y otras igualmente derruidas.  Y a quienes postulaban para entrar en su Orden les ponía como condición desprenderse de todos sus bienes y darlos a los pobres. Pero eso era todo lo que materialmente hacía por los pobres, además de sus numerosos y espectaculares milagros, ya que lo que más le movía era su enorme caridad por la salvación de las almas que hacía depender enteramente de la fidelidad a la verdadera fe católica. "En toda prédica que hagáis -les ordenaba a sus monjes- recordad al pueblo que debe hacer penitencia y que nadie puede salvarse si no quien recibe el Santísimo cuerpo y sangre del Señor..." ("Scritti...", pag. 148) 

Al monje que era infiel a la fe católica mandaba expulsarlo de la Orden, apresarlo para que no dañara a otros y entregarlo a la autoridad eclesiástica ("Scritti...", pag. 90). 

Jamás se oyó decir a San Francisco que debía hacerse una "opción por los pobres" del pueblo, como si las otras clases fueran menos dignas de que se cuidara la salvación de sus almas. 

Nunca incitó a los pobres a tener lástima de sí mismos sino a agradecer los bienes que hubieran recibido, especialmente los del alma, porque les preparaba la entrada en el cielo. 

La santa Pobreza que él había abrazado para sí mismo, por una gracia divina, los pobres la tenían por vía de la misteriosa Providencia. No se le pasaba por la cabeza hacer que los pobres se rebelaran contra ella o se desesperaran por la falta de muchas cosas necesarias. 

Desde luego, ni pasó por su cabeza la idea de incitar a la lucha de clases, ni a la envidia de pobres contra ricos, ni hacer demagogia con ellos para ganar popularidad. San Francisco era católico, condición sine qua non para ser santo, ya sea que lo fuera de deseo por ignorancia invencible de las enseñanzas de la Iglesia o por el Bautismo que es el Sacramento por el que nacemos a la verdadera vida. 

Así fue San Francisco. Cualquier otra visión que se tenga y se difunda de él, es falsa y sospechosa de segundas intenciones. 
Cosme Beccar Varela

La presente nota del Dr. Cosme Beccar Varela es publicada en La Misère porc, por gentileza de su autor. 

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