02/12/2013| 23:47
por ALPHONSE DE LUXEMBURGO
Carrera desesperada para evitar la salida anticipada
El blablablá de estos días tiene un objetivo: que la
sociedad no perciba el fondo del debate que está ocurriendo, las
consecuencias de las disputas cambiarias entre el Estado y el mercado.
Pero va siendo tiempo de reordenar la agenda colectiva...
20/11/2013: La presidenta Cristina Fernández de Kirchner regresa a la
Casa Rosada para encabezar la ceremonia de jura de los nuevos ministros
de su Gabinete. (FOTO NA: MARCELO CAPECE)
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24).
La Argentina sigue siendo un país curioso, contradictorio, por momentos
absurdo, una suerte de oximorón político y organizacional. Acaso un
dislate mundano que, no obstante, sigue adelante, casi siempre ignorando
cualquier atisbo de construcción estratégica con visión de futuro, y
olvida hasta las certezas más obvias bajo un aluvión de trivialidades,
con las que vastas audiencias se entretienen sin remilgos.
Así sucedió, por ejemplo, con la reunión cumbre de
gobernadores kirchneristas que, tras las PASO, se realizó en la ciudad
de Corrientes el jueves 29/08/2013, antes de las elecciones de medio
turno, oportunidad en la que se convalidaron y profundizaron
las distancias electorales que derrotaron a la experiencia cristinista.
De ese encuentro participó, y hay fotos de ello, Juan Manuel Abal Medina
(h), el entonces jefe de Gabinete de Ministros, y también Jorge
Capitanich, su sucesor hoy día.
Desde aquí se informó que esos gobernadores elaboraron una nómina
de requerimientos dirigidos a Cristina Kirchner para evitar el drenaje
de votos, lo que ostensiblemente no sucedió (quizás porque era escaso el
tiempo para producir un giro de 180º), pero de hecho el ascenso de
Capitanich revela que la “liga de gobernadores” ha recuperado
el protagonismo que le había escamoteado el esquema de 2011 de CFK,
posterior a su elección para su 2do. mandato presidencial. Cristina,
eufórica y prepotente, entonces decidió un giro hacia un arcaico y
fracasado 'nacionalismo', que destruyó su popularidad.
Aquel “golpe institucional”, gestado en una reunión del
instituto Gestar (no es una redundancia) a través de la redacción de un
pliego de condiciones, se ha materializado según el esquema de sumar,
por decisión de CFK, a quienes expresan ideas sutilmente divergentes,
tal como días pasados ha ocurrido con la designación de un sacerdote
católico como cabeza del Sedronar –la dependencia pública asignada para
luchar contra el narcotráfico- luego de que, institucionalmente, la
Iglesia Católica argentina había llamado la atención sobre ese flagelo.
Es decir, el recurso es incorporar a quienes manifiestan,
educadamente, un punto de vista diferente, pero para hacerlos
responsables del éxito o el fracaso de sus propias ideas y propósitos.
Luego de aquel encuentro en Corrientes, comenzó a trascender que aquellos gobernadores, es decir el peronismo 'tradicional y profundo',
señalaba al vilipendiado Guillermo Moreno, por entonces todavía
poderoso secretario de Comercio Interior, como el culpable de que la
inflación no haya sido cauterizada y, por lo tanto, de que en las
elecciones de medio turno el post-cristinismo haya sido derrotado sin
atenuantes.
Es muy interesante: al peronista ortodoxo Moreno lo
decapitaron los gobernadores peronistas. El peronista ortodoxo Moreno
era un ídolo del kirchnerismo no peronista.
Así, Moreno, finalmente, dejó su cargo, lo que revela que la “liga
de gobernadores” tomó el control, luego de que el alejamiento del nuevo
funcionario de la embajada argentina en Roma (Italia), fuera condición
para que los mandatarios le concedieran su respaldo a un gobierno con
una fragilidad política tan creciente como manifiesta.
En el marasmo que detona la salida de dólares diarios y su impacto
en las reservas del Banco Central, el cortoplacismo de la sociedad
argentina pierde la perspectiva de asuntos relevantes por suceder y que
condicionan el presente (o lo modifican).
De ese modo, el cambio de rumbo que ejecutó CKF apenas tuvo el alta médica, divide aún a los observadores críticos.
De un lado, quienes consideran que el giro 'liberal' del
cristinismo es tan poco creíble y confiable como la experiencia reveló
que lo fue el tono conciliador que adoptara para ganar las elecciones
presidenciales de 2011.
En aquella ocasión la promesa incumplida de Cristina resultó una
trapisonda que en la clase media disparó su abandono, dejando al
Ejecutivo en la orfandad política, tras aquellas masivas manifestaciones
sin bandería partidaria (13S, 8N, etc.).
Del otro lado, quienes -aún desconfiando y con precaución-, evalúan que tal 'vuelta de tuerca',
esa recuperación de la racionalistad capitalista, es resultado de las
dificultades tanto políticas como económicas surgidas tras las pasadas
elecciones de medio turno.
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