8 de febrero de 2020
Un país acosado por extraños fenómenos
Carlos M. Reymundo Roberts
LA NACION
Están pasando cosas muy extrañas en la Argentina de Cristina y Alberto. Perdón, en la Argentina de Cristina, Alberto y Claudia. Sí, Claudia Ledesma Abdala. ¿No la conocen? Es la Presidenta. No presidenta de un consorcio, de una ONG o de la Cámara de Vendedores de Humo. ¡ La Presidenta del país! Mientras escribo estas líneas, con Cristina en Cuba y hasta que Alberto vuelva a poner sus pies en Ezeiza, estamos en manos de la senadora Claudia, tercera en la línea sucesoria. Claudia, santiagueña, asumió su corto mandato con todos los poderes porque fue elegida por Cris. Fue la segunda jodita de Cris. La primera fue Alberto.
Iba a hablar de las cosas extrañas que están pasando y me distraje con Claudia, que, es cierto, tampoco deja de ser algo extraño. Dicho sea de paso, la senadora goza de excelente salud, algo que lleva tranquilidad a los mercados: el cuarto en la línea sucesoria es Sergio Massa. Ventajita, no te hagás los rulos. Y tu mujer tampoco. Para terminar con mi espacio de distracción, déjenme decirles que la coronación de Claudia como presidenta de un gobierno kirchnerista parece cerrar una pirueta del destino: hace 45 años, la cigüeña la hizo nacer en la ciudad de La Banda.
Ahora sí, vamos a esos fenómenos que no son fáciles de explicar. El mayor de todos es Kicillof, cuya trayectoria política solo puede entenderse como otra broma de nuestra embajadora en Cuba. Hace años que Kicillof es Kichi, un jovencito folclórico que, les prometo, intento tomar en serio y no lo consigo. No cumplió dos meses de gobernador y ya tiene dos derrotas furibundas: le salió mal el ajuste neoliberal y salvaje que quiso imponer y esta semana tuvo que hocicar y pagarles a los acreedores de la provincia lo que había jurado que no iba a pagar. En alguna red leí que lo mandás a negociar por las Malvinas y vuelve sin Chubut. Bueno, peor sería que volviera sin Santa Cruz. Armó un bolonqui terrible por una deudita de mala muerte, por 250 millones de dólares que tranquilamente le pudo haber adelantado el holding hotelero que lo llevó a la gobernación.
Mi consuelo es que no soy el único que no entiende las torpezas del niño mimado de Cris. Lean esta declaración: "Va a ser muy difícil poder seguir la lógica del gobernador". ¿Quién lo dijo? ¿María Eugenia, Macri, Pichetto, Lilita, Alfredo Cornejo, el FMI, un grupo de acreedores? No. Alberto Fernández, en París, ayer. En realidad, la frase completa fue: "Comprendo perfectamente bien al gobernador, pero va a ser muy difícil poder seguir la lógica del gobernador". Lo comprendo, pero me resulta incomprensible. Albertismo en su máxima expresión. En la primera parte le habla a Cristina, para que no se le enoje. En la segunda, urbi et orbi. En la segunda dice lo que piensa. Obvio que es difícil seguir la lógica de Kichi: después de afirmar que los bonistas tendrían que arrodillarse, llamó a una conferencia de prensa para anunciar, con bombos y platillos, que los bonistas lo habían puesto de rodillas a él.
(Antes de seguir, pequeño paréntesis: acabo de escuchar que volvió Alberto; al entregar el mando, Claudia hizo saber que ya había informado a Cristina sobre las novedades de su interinato. El país vive un admirable funcionamiento de sus instituciones.)
¿De dónde salieron los fondos para que Kichi pudiera pagar la deuda? Hoy estoy con las adivinanzas. ¿Redujo su sueldo y el de su gabinete? ¿Achicó la estructura del mega-Estado bonaerense? ¿Suspendió la publicidad oficial? Nada de eso. La variable de ajuste resultó ser el sueldo de los docentes: postergó el aumento que estaba previsto. Es decir: Alberto recauda sacándoles plata a los abuelos, y Kichi, a los maestros. Ahora se entienden las violentas protestas que están paralizando el país. Baradel va a comunicar la fecha del paro docente después de consultar a su pareja, Lorena Riesgo, que acaba de sumarse al equipo de Kichi.
Les decía: están pasando cosas difíciles de asimilar. Ricardo Echegaray volvió a trabajar en la Aduana, y no sabemos si podrá tolerar un organismo históricamente asolado por la corrupción y las mafias. Gregorio Dalbón, el abogado de Cristina, dijo que "a Bonadio la muerte le sienta bien"; cuando se le vino el mundo encima por esa declaración, la rectificó: dijo que en realidad le sentaba "muy bien". A Felipe Solá le preguntaron si era una fake news que él haya saludado la designación en Río Turbio de Aníbal Fernández, al que públicamente ha vinculado con el narcotráfico, y contestó: "No, acá lo único increíble es que yo sea canciller".
Por suerte, no es un fenómeno exclusivo de la Argentina. La prensa alemana ignoró olímpicamente la visita de Alberto y su almuerzo de dos horas con la Merkel. Incomprensible. A propósito, el momento más interesante del encuentro fue cuando ella le pidió que le explicara qué es el peronismo. "¿Es de izquierda o de derecha?" Alberto intentó zafar. "A ver, el peronismo es un movimiento de fuerte arraigo popular fundado por un general, un gran líder al que le siguieron otros, como Menem, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner". Y agregó: "Cristina es la que dijo que Alemania tiene más pobres que la Argentina".
A partir de ahí, solo hablaron del coronavirus.
Están pasando cosas muy extrañas en la Argentina de Cristina y Alberto. Perdón, en la Argentina de Cristina, Alberto y Claudia. Sí, Claudia Ledesma Abdala. ¿No la conocen? Es la Presidenta. No presidenta de un consorcio, de una ONG o de la Cámara de Vendedores de Humo. ¡ La Presidenta del país! Mientras escribo estas líneas, con Cristina en Cuba y hasta que Alberto vuelva a poner sus pies en Ezeiza, estamos en manos de la senadora Claudia, tercera en la línea sucesoria. Claudia, santiagueña, asumió su corto mandato con todos los poderes porque fue elegida por Cris. Fue la segunda jodita de Cris. La primera fue Alberto.
Iba a hablar de las cosas extrañas que están pasando y me distraje con Claudia, que, es cierto, tampoco deja de ser algo extraño. Dicho sea de paso, la senadora goza de excelente salud, algo que lleva tranquilidad a los mercados: el cuarto en la línea sucesoria es Sergio Massa. Ventajita, no te hagás los rulos. Y tu mujer tampoco. Para terminar con mi espacio de distracción, déjenme decirles que la coronación de Claudia como presidenta de un gobierno kirchnerista parece cerrar una pirueta del destino: hace 45 años, la cigüeña la hizo nacer en la ciudad de La Banda.
Ahora sí, vamos a esos fenómenos que no son fáciles de explicar. El mayor de todos es Kicillof, cuya trayectoria política solo puede entenderse como otra broma de nuestra embajadora en Cuba. Hace años que Kicillof es Kichi, un jovencito folclórico que, les prometo, intento tomar en serio y no lo consigo. No cumplió dos meses de gobernador y ya tiene dos derrotas furibundas: le salió mal el ajuste neoliberal y salvaje que quiso imponer y esta semana tuvo que hocicar y pagarles a los acreedores de la provincia lo que había jurado que no iba a pagar. En alguna red leí que lo mandás a negociar por las Malvinas y vuelve sin Chubut. Bueno, peor sería que volviera sin Santa Cruz. Armó un bolonqui terrible por una deudita de mala muerte, por 250 millones de dólares que tranquilamente le pudo haber adelantado el holding hotelero que lo llevó a la gobernación.
Mi consuelo es que no soy el único que no entiende las torpezas del niño mimado de Cris. Lean esta declaración: "Va a ser muy difícil poder seguir la lógica del gobernador". ¿Quién lo dijo? ¿María Eugenia, Macri, Pichetto, Lilita, Alfredo Cornejo, el FMI, un grupo de acreedores? No. Alberto Fernández, en París, ayer. En realidad, la frase completa fue: "Comprendo perfectamente bien al gobernador, pero va a ser muy difícil poder seguir la lógica del gobernador". Lo comprendo, pero me resulta incomprensible. Albertismo en su máxima expresión. En la primera parte le habla a Cristina, para que no se le enoje. En la segunda, urbi et orbi. En la segunda dice lo que piensa. Obvio que es difícil seguir la lógica de Kichi: después de afirmar que los bonistas tendrían que arrodillarse, llamó a una conferencia de prensa para anunciar, con bombos y platillos, que los bonistas lo habían puesto de rodillas a él.
(Antes de seguir, pequeño paréntesis: acabo de escuchar que volvió Alberto; al entregar el mando, Claudia hizo saber que ya había informado a Cristina sobre las novedades de su interinato. El país vive un admirable funcionamiento de sus instituciones.)
¿De dónde salieron los fondos para que Kichi pudiera pagar la deuda? Hoy estoy con las adivinanzas. ¿Redujo su sueldo y el de su gabinete? ¿Achicó la estructura del mega-Estado bonaerense? ¿Suspendió la publicidad oficial? Nada de eso. La variable de ajuste resultó ser el sueldo de los docentes: postergó el aumento que estaba previsto. Es decir: Alberto recauda sacándoles plata a los abuelos, y Kichi, a los maestros. Ahora se entienden las violentas protestas que están paralizando el país. Baradel va a comunicar la fecha del paro docente después de consultar a su pareja, Lorena Riesgo, que acaba de sumarse al equipo de Kichi.
Les decía: están pasando cosas difíciles de asimilar. Ricardo Echegaray volvió a trabajar en la Aduana, y no sabemos si podrá tolerar un organismo históricamente asolado por la corrupción y las mafias. Gregorio Dalbón, el abogado de Cristina, dijo que "a Bonadio la muerte le sienta bien"; cuando se le vino el mundo encima por esa declaración, la rectificó: dijo que en realidad le sentaba "muy bien". A Felipe Solá le preguntaron si era una fake news que él haya saludado la designación en Río Turbio de Aníbal Fernández, al que públicamente ha vinculado con el narcotráfico, y contestó: "No, acá lo único increíble es que yo sea canciller".
Por suerte, no es un fenómeno exclusivo de la Argentina. La prensa alemana ignoró olímpicamente la visita de Alberto y su almuerzo de dos horas con la Merkel. Incomprensible. A propósito, el momento más interesante del encuentro fue cuando ella le pidió que le explicara qué es el peronismo. "¿Es de izquierda o de derecha?" Alberto intentó zafar. "A ver, el peronismo es un movimiento de fuerte arraigo popular fundado por un general, un gran líder al que le siguieron otros, como Menem, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner". Y agregó: "Cristina es la que dijo que Alemania tiene más pobres que la Argentina".
A partir de ahí, solo hablaron del coronavirus.
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