martes, 4 de febrero de 2020

A Cristina Kirchner se le fue un enemigo, pero también una excusa

Clarín



04/02/2020 - 18:14


Escenario
Con la muerte del juez Bonadio, a Cristina Kirchner se le fue un enemigo, pero también una excusa



La Vicepresidenta no podrá incluir más al fallecido juez federal en sus quejas por las causas en instrucción que puede haber su contra



Cristina Kirchner y Claudio Bonadio.



  Nicolás Wiñazki



Murió Claudio Bonadio. Titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal número 11. Es el primero y el que más veces visitó la hoy vicepresidenta Cristina Fernández. Bonadio se había transformado en el principal adversario judicial de Fernández. La procesó varias veces por varias causas, muchas de ellas elevadas a juicio oral. La investigó en otros casos que también llegaron a la última instancia procesal pero de los que él fue apartado de las pesquisas cuando los K estaban en el poder: gestión anterior. A Cristina se le murió un enemigo, pero también una excusa.


La vice era Presidenta cuando empezó a atacar en público a Bonadio, quien osó indagar sobre su patrimonio, y después sobre las legalidades con las que gobernó tanto ella como alguno de sus ex funcionarios.

"Juez pistolero". "Sicario". "Me espían y no hace nada". "Fue apartado de la causa de encubrimiento de la AMIA". "Mandó a la Policía Metropolitana a Santa Cruz y entraron de modo ilegal a la casa de los padres de Kirchner"."Destruyó mi casa en un allanamiento". "Me arma causas".

Esas son solo algunas de las críticas, hasta chicanas que bordeaban el insulto, con las que la ex Presidenta hablaba del magistrado que más la irritó.

Fernández incluía a Bonadio en cada una de sus denuncias en las que se describía como perseguida política.

Bonadio murió en funciones.Cristina ya no podrá incluirlo entre las excusas coyunturales que integran su larga lista de lamentos por los infortunios judiciales que padece.

Junto a su abogado, Carlos Beraldi, la hoy viceoresidenta denunció al juez más molesto ante el Consejo de la Magistratura. Nunca logró destituirlo.

Sí, mientras gozaba del apogeo del poder, tribunales de alzada apartaron a Bonadio de investigaciones contra los Kirchner que igualmente después llegaron a juicio oral: Hotesur y Los Sauces, por ejemplo.

Esos ejemplos podrían ser leídos hoy como casos de guerra judicial al revés: la política se impuso de modo brutal sobre la Justicia.


Bonadio fue un juez controversial. Admitía que fue designado por Carlos Menem y, sobre todo, por ese organizador eficaz de los tres poderes del Estado Nacional: Carlos Corach.No ocultaba su simpatía por el peronismo.


Procesó y pidió el desafuero y detención de quien ya era senadora nacional cuando avanzó junto al fiscal Carlos Stornelli en la causa Cuadernos.

También sobreseyó en su momento a cuatro secretarios privados de los K. Tardó más de lo habitual en sus tiempos promedio en determinar si el ex vice Amado Boudou truchó o no los papeles de uno de sus tantos autos.

En medio de la escalada de Cristina en contra del juez, Bonadio la sobreseyó cuando determinó que efectivamente era abogada y nunca había truchado su título universitario.

Esos casos eran obviados por una ex Presidenta que, en funciones en la Casa Rosada, criticaba al magistrado que la acorralaba aunque por mandato constitucional tenía prohibido hablar públicamente de causas en trámite.

Con los K en el poder (en la gestión anterior) Bonadio recibió amenazas referidas a su hijo músico, y algún indicio de que podía nacer de la nada un expediente en su contra.

Nadie del espacio K pidió que esos hechos se esclarezcan. Nadie puede arrogarse saber si esos ataques personales influyeron en alguna decisión jurídica del magistrado. Son naturalizaciones de una Nación dislocada.

Más allá de las excusas, Fernández no pudo jamás revertir alguna decisión procesal que Bonadio dictó en su contra, ni ante la Cámara Federal, ni ante la Cámara de Casación y tampoco ante la Corte Suprema.

Las frases más fuertes de la Presidenta, senadora y hoy vice contra Bonadio alteraban al Poder Judicial.

En esos momentos, él parecía actuar con templanza y sonreía cuando le preguntaban qué pensaba al respecto. Sonreía y alzaba los hombros en señal de "ya pasará". Solía entonces pedirle a sus interlocutores que lo dejasen trabajar.

Escuchaba Radio Mitre mientras sus colaboradores le traían resoluciones para que él las firme. Las firmaba sin medir las consecuencias de disputas públicas desde el poder que esos mismos papeles le iban a traer.

Como se dijo, Cristina no podrá incluir más a Bonadio en sus quejas por las causas en instrucción que puede haber su contra.

El magistrado elevó la gran parte de esos expedientes a juicio oral.

Él ya no está. Las pruebas que consideró importantes, los testimonios y los procesados, y una infinidad de arrepentidos, sí.

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