Por Jorge R. Enríquez
En uno de esos encuentros de los últimos días en
los que simula participar de un diálogo con empresarios y sindicalistas,
Cristina Kirchner anunció con bombos y platillos que se aumentaría el mínimo no
imponible en el impuesto a las ganancias, de forma tal que no pagarán el
tributo los trabajadores que ganen menos de 15.000 pesos por mes.
Esta medida confirma la vigencia del "modelo". Como
sabemos, por tal no se entiende un conjunto sistemático y coherente de
políticas públicas, sino el más puro personalismo, que lleva a adoptar
decisiones sin otro fundamento que el capricho del mandamás.
Se trata de una demorada e insuficiente
actualización que compensa parcialmente los efectos de la inflación de los
últimos años. Al mantenerse congelado el valor del mínimo no imponible y
subir anualmente los salarios debido al incremento de los precios, nuevas
franjas de trabajadores fueron alcanzadas por el impuesto, a tal punto que
llegó a ser una preocupación para los dirigentes sindicales, que antes no se habían interesado en ese asunto.
Ellos y otros que se opusieron a esa situación
acuñaron la frase "El salario no es ganancia". En verdad, el tema no
radica en que se graven salarios, sino en que el impuesto sólo debería
aplicarse sobre los ingresos altos, ya sea que provengan de trabajadores en
relación de dependencia o de otras fuentes de ingresos.
El gobierno nacional dispuso que en los recibos de
sueldos figure una leyenda que indique que el "beneficio" es
otorgado por el Poder Ejecutivo. Sólo con esto basta para entender el carácter
electoralista de la medida. No hay, además, ningún beneficio, y menos como una
concesión graciosa de Su Majestad. Lo que hubo por mucho tiempo fue un indebido
perjuicio que afectaba a trabajadores y jubilados.
La actualización del mínimo no imponible no debería
ser interpretada como una dádiva presidencial. En la propia ley del impuesto a
las ganancias debería preverse su actualización automática en función de algún
índice confiable de aumento salarial promedio.
Por lo demás,
la suba del mínimo no imponible
tendrá un efecto transitorio, porque en un lapso asaz breve volverá a ser
devorada por la inflación y, muchas personas que ahora quedaron exentas pagarán
nuevamente el tributo con los próximos ajustes salariales fruto de las
paritarias últimas, incluso con alícuotas m{as elevadas, habida cuenta que
tampoco se ajustaron las escalas del impuesto, las que hace años se encuentra
congeladas.
Para financiar esta pérdida de recursos fiscales se
prevé un nuevo tributo que recaerá sobre las ya castigadas empresas, el cual
tampoco llega a compensar lo que se dejará de recaudar. De bajar el gasto, ni
hablar. Tampoco de tomar deuda, dados los conflictos de nuestro país en este
terreno. Sólo queda, entonces, la salida más fácil y la más regresiva para los
trabajadores: impulsar con renovado fervor la actividad de la
"maquinita", es decir, emitir más dinero sin respaldo, lo que, en un
ambiente de creciente desconfianza y de huida del peso, alimentará una mayor
inflación.
Todo puede hacerse en la economía de un país, menos
escapar de las consecuencias.
Viernes 06 de setiembre de 2013
Dr.
Jorge R. Enríquez
twitter: @enriquezjorge
La presente nota del Dr. Jorge R. Enríquez es publicada en La Misére Porc, por gentileza de su autor.

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