domingo, 8 de septiembre de 2013

DISPARATES DE UNA ADMINISTRACIÓN EN PICADA




08/09/2013|

No hay luz al final del túnel K

"Luego de más de 10 años en el poder, queda en claro que el kirchnerismo, cuando se encuentra acosado y quiere improvisar, no deja de cometer errores y muestra sus flancos más débiles. Y eso es lo que está ocurriendo con Cristina Fernández que, en menos de un mes, viene demoliendo el relato, la mística y el marketing político que construyeron con tanto esfuerzo desde antes de la muerte de Néstor Kirchner", afirma Claudio Chiaruttini en el editorial de su programa dominical por AM El Mundo, e inicia una descripción apabullante de los furcios, disparates y contradicciones de la Administración Cristina. 
 
 
"La gente no votó en las PASO pidiendo cambios para no cambiar, medidas engañosas o giros que no son tales. El voto opositor, 76% de los sufragios, exige otro modelo. Con reformas estéticas, no alcanza. Pero la oposición no debe “dormirse en los laureles”. Para Octubre falta mucho y, mientras muchos “hacen la plancha” suponiendo un resultado electoral inconmovible, Cristina Fernández sigue peleando por su supervivencia política. Por suerte, por ahora, no deja de equivocarse. Sólo por ahora…"
 
por CLAUDIO M. CHIARUTTINI
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Temor, ansiedad, improvisación. Ese es el clima que se vive en el cristinismo ortodoxo ante las encuestas que circulan dentro de la Casa Rosada y que confirman un virtual congelamiento de la intención de voto del candidato oficialista Martín Insaurralde, y el lento, pero mantenido, crecimiento del nuevo enemigo público Nº 1 de Cristina Fernández, Sergio Massa.
 
Luego de más de 10 años en el poder, queda en claro que el kirchnerismo, cuando se encuentra acosado y quiere improvisar, no deja de cometer errores y muestra sus flancos más débiles. Y eso es lo que está ocurriendo con Cristina Fernández que, en menos de un mes, viene demoliendo el relato, la mística y el marketing político que construyeron con tanto esfuerzo desde antes de la muerte de Néstor Kirchner.
 
Es cierto que muchos anuncio que se realizan son para que aparezcan en los diarios, pero no se llevan a cabo (como el supuesto pago de los fallos en contra recibidos en el organismo multilateral de diferendos y arbitraje CIADI); y que algunas medidas son de cortísimo plazo (tal como los gendarmes en la Provincia de Buenos Aires, que se quedarán 45 días; o el cese del Mínimo no Imponible, que es sólo hasta fin de año). Improvisación y cortoplacismo para recuperar votos es la táctica. Cambiar algo, para no cambiar nada, es la estrategia.
 
De esta forma, la mutación estética del cristinismo talibán construye nuevos mitos para enfrentar el drenaje de votos. La Casa Rosada quiso exhibir a Martín Insaurralde como un modelo de administrador entre los Barones del Conurbano. Ahora, Daniel Scioli quiere convencer a todos que Alejandro Granados es un ejemplo de gestión de la seguridad entre los municipios bonaerenses.
 
Sin embargo, ni Lomas de Zamora es un country club ni Ezeiza es un páramo de pacifistas. Si bien los Barones del Conurbano han mostrado tener un mayor control del aparato electoral que los colectivos sociales y clientelares que financia la Casa Rosada, lejos están de ser un modelo de urbanismo y trato hacia el vecino. Arrastran votos, es cierto; pero ellos son responsables de la virtual africanización del Gran Buenos Aires, cómplices del estallido de los asentamientos urbanos y villas y están inmersos en profundas sospechas de ser socios de la inseguridad que sacude sus propios municipios.
 
¿Alguien en La Plata se puso a pensar en lo peligroso que es que un Barón del Conurbano controle a la Policía de la Provincia de Buenos Aires? Los intendentes “pesados” ya tienen los votos. ¿Ahora van a tener los “fierros”? Ya hubo varios intentos de feudalizar la seguridad bonaerense y, cada cambio que se instrumentó, implicó un nuevo retroceso en la seguridad de los vecinos que se promete proteger. 
 
Imputabilidad
 
Alejandro Granados promete “miles, miles y miles de cámaras de seguridad”, sin contarle al vecino que detrás de cada cámara hay un gran negocio controlado por empresarios que son pilares del kirchnerismo. Daniel Scioli promete 6.000 policías más al año en la calle, pero no nos dice qué podrá impedir que esos nuevos efectivos salgan de los mismos lugares que crean y albergan a los delincuentes. Sólo instrumentalismo, sin soluciones.
 
La Provincia de Buenos Aires se ha convertido en tierra inmanejable para muchos de sus autoridades, territorio que define las elecciones nacionales, albergue de la mayor masa de pobres e indigentes del país, dominio de empleados públicos, espacio de competencia de poder y maquina devoradora de fondos públicos. Y su crisis financiera en 2001, se llevó puesto al gobierno de un acosado y debilitado Fernando de la Rúa.
 
Pero la elección de Alejandro Granados como nuevo ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires es algo anecdótico al lado del reconocimiento del fracaso en la política de seguridad que implican los cambios realizados por Daniel Scioli. Después de 6 años de gestión, todos los intentos del Gobernador bonaerense por revertir los problemas de inseguridad han resultado un fiasco, pero el ex vicepresidente de la Nación (Juan Gabriel Mariotto) se hace el distraído: ¿con ese antecedente quiere encarar su candidatura hacia la Casa Rosada en 2014?

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