martes, 24 de septiembre de 2013

Las primarias, un invento del kirchnerismo que se le volvió en contra





septiembre 24, 2013
 
 
 
 
 
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 Como en otro terreno con la ley de medios de audiovisuales, las primarias son otra creación kirchnerista que ahora se vuelve contra sus inventores. La ley 26571 de democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral estableció las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), que se aplicaron por primera vez para las elecciones presidenciales del 2011. La oposición no visualizó entonces la importancia del resultado de las PASO y en general las minimizó, con la idea de que lo realmente importante era la elección general.

 Pero el oficialismo apostó fuerte y movilizó todos los recursos del Estado consiguiendo que el 14 de agosto la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou obtuviera el 51% de los votos. A partir de este éxito, la publicidad del Frente para la Victoria se centró en una frase: “Cristina ya ganó”. Y era cierto, la tendencia que marcó el resultado de la primaria fue irreversible en los 70 días que restaban para la elección general y la presidente se alzó con 3 puntos más, llegando al 54%. Este año, en cambio, el gobierno perdió la iniciativa y fue engañado por la hábil maniobra de Sergio Massa, que fue postergando la definición sobre su candidatura hasta el último momento. El 11 de agosto cosechó el 34.9%, sacándole 5 puntos de ventaja a Martín Insaurralde. La diferencia, si bien no fue abrumadora, alcanzó para disparar el efecto “Massa ya ganó”.

 Un mes y medio después, ya hay encuestas que le dan al tigrense más de 12 puntos de diferencia para el 27 de octubre. Una vez más, el principal ganador en las PASO tomó un envión prácticamente imparable. Pensadas para eternizar al cristinismo en el poder, las PASO terminaron convirtiéndose en el principio del fin de aquél. Así es que las cinco semanas de campaña que restan en realidad están de más y al gobierno sólo le cabe esperar que Massa crezca cada vez más a expensas del derrumbe de Francisco de Narváez, mientras Insaurralde casi permanece igual. De no existir las PASO, es probable que todo hubiera terminado en una victoria de Massa por 5 ó 6 puntos y no en el apabullante margen que se está perfilando. Víctima del efecto mortífero de su engendro de las PASO, la presidente reaccionó ante el resultado de las mismas, movilizando todos los recursos del Estado nacional mediante la elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y del monotributo, mientras ella se ponía en el centro de la escena como la salvadora del Frente para la Victoria. 

Ante la evidencia de que el efecto “Massa ya ganó” era irreversible, Cristina optó por cederle a Daniel Scioli el comando de la derrota bonaerense, dejándolo también que designara en la cartera de seguridad a un cultor de la mano dura como Alejandro Granados. Pero el camino hasta el 27 de octubre se le hace insufrible al gobierno y así aparecieron las reacciones irracionales como los violentos ataques a la caravana de Massa en La Matanza, episodio que seguramente le dará aún más votos.

Nada de competir

 

En la reforma legal que introdujo las PASO, el kirchnerismo puso el acento en que éstas debían reflejar el resultado de la competencia interna en los partidos políticos. Pero si algo va en contra de la concepción política del entorno presidencial, es que haya competencia para elegir los candidatos, lo que no es coherente con las licitaciones de obras públicas digitadas, la multiplicación de contrataciones directas y el feroz intervencionismo estatal que eliminó la competencia en casi todos los mercados. En este punto hay que reconocer que, con la excepción actual de UNEN en la Capital Federal, la casi totalidad de la oposición coincidió con el gobierno en organizar primarias con lista única. Por lo tanto, las PASO se convirtieron de facto en una primera vuelta en la cual los partidos no compiten hacia adentro sino hacia afuera. 
 
Esta negación del espíritu de las PASO también creó las condiciones ideales para la irrupción triunfal de Massa. Si Insaurralde, De Narváez o Stolbizer hubieran competido el 11 de agosto contra otras listas internas, el resultado obtenido por el intendente de Tigre hubiera tenido un valor más relativo. Víctima de su propio engendro, el gobierno tiene ahora por delante cinco semanas en las cuales, simplemente, no sabe qué hacer.

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