martes, 24 de septiembre de 2013

UNA SOCIEDAD EN DISOLUCIÓN BAJO UNA TIRANÍA CORRUPTORA








24 de Septiembre del año 2013 - 1191


La guerra de la Vendée fue un levantamiento de todo el pueblo de esa Provincia francesa contra la revolución de 1789, atea, criminal y regicida. Los campesinos en masa decidieron arriesgar sus vidas para intentar derrotarla, pero como no tenían formación militar fueron a buscar a los nobles que vivían en sus castillos de la Provincia y les pidieron que fueran sus jefes. Éstos aceptaron con entusiasmo. El más famoso de ellos es el Marqués de La Rochejaquelin pero hubo muchos otros. 

De esa magnífica gesta me interesa destacar un rasgo de ella que mencionan todas las historias que he leído sobre esa guerra: el ejército “vandeano” estaba compuesto en su mayor parte por familias de tal manera que padres e hijos, hermanos y primos luchaban juntos y los que no eran parientes, se conocían, eran amigos y se sentían unidos no sólo por el ideal común que movía a la "Armée Catholique et Royale" sino por un profundo afecto personal. 

Ese afecto no era un sentimentalismo barato, puesto que todos aceptaban que sus más queridos y cercanos familiares arriesgaran sus vidas por la noble causa que los llamaba al combate. Sin embargo, creaba un lazo fortísimo entre ellos que se hacía evidente en el siguiente hecho que asombraba a los revolucionarios, la mayor parte de ellos reclutados a la fuerza por los manipuladores de la guillotina: nunca quedaba un vandeano herido en el campo de batalla. El que caía, estaba rodeado de sus familiares quienes, si debían retirarse jamás lo hacían sin llevar consigo al herido, cualquiera fuera el impedimento para la rapidez de la retirada que ello causara. 

* * * 

Los requetés en las varias guerras civiles que pelearon en el siglo XIX español y en la grande de 1936 - 1939, tenían entre ellos una hermandad semejante basada en la fe católica que inspiraba el heroísmo de todos. 

Los ingleses, sin llegar a ese extremo de abnegación, sin embargo, han mostrado en las muchas guerras que han peleado en los tiempos modernos, que son una nación cuyos integrantes están sólidamente unidos entre sí por un amor ufano a Inglaterra. No dudan ni un instante en ir a la guerra, en pelear codo con codo junto a sus compatriotas y en sufrir lo que sea en ese esfuerzo. 

Una vez ví una ceremonia en la iglesia de Saint Paul (protestante, desgraciadamente) de homenaje a todos los condecorados por heroísmo en guerra. La presidió la Reina , rodeada de muchos príncipes y duques, todos vestidos de gran ceremonial. En las escalinatas de la entrada formaron dos filas de trompetas, ricamente uniformados, con bellos estandartes colgando de los instrumentos, que recibieron a la Reina con un toque majestuoso. Pero si bien esto me pareció magnífico, mucho más me impresionó ver llegar, antes que la Reina , a la multitud de los homenajeados. 

Casi todos ellos eran lisiados como resultas de las heridas recibidas en las guerras, eran muy viejos, venían acompañados de sus familias, con sus ropas más elegantes, lo cual mostraba que las pensiones que recibían de la Nación agradecida eran suficientes para tener una vida digna. 

Me asombró ver que aquellos a los que le faltaba una pierna, se movían con muletas, no en silla de ruedas. Sólo los que habían perdido las dos piernas venían en esas sillas. Todos llevaban orgullosamente al pecho la o las medallas ganadas en combate. Entraban en silencio abriéndose paso entre la pequeña multitud que rodeaba la entrada de la iglesia. No había vallas ni ningún otro impedimento para la asistencia que se mantenía ordenadamente y con el mayor respeto por esos héroes.   

* * *   

He traído a colación estos recuerdos históricos, porque en la argentina no existe nada semejante y esas es una de las causas por las cuales no somos una gran Nación ni lo seremos nunca si las cosas siguen como van. 

Este es un país en el que el patriotismo digno no existe o al menos hay pocos patriotas hasta el heroísmo. Además, es raro que alguien quiera a alguien. Ni siquiera dentro de las familias. Eso impide toda empresa común en la que forzosamente algunos mueren o son heridos o terminan mal parados. Cada uno vive su egoísmo tratando de que todo esfuerzo que haga redunde en una utilidad personal y si no hay perspectiva de eso, se impone a sí mismo la "ley del argentino": "¡no te metás!". 

Y si alguien sale en defensa de una causa común, lo dejan solo, y lo califican como "desubicado" - otro adjetivo que los argentinos aplican con asiduidad - . 

Por ejemplo, ¿cree que en Inglaterra, o en los Estados Unidos, es posible que unos pocos canallas corten calles y rutas perjudicando a miles de personas que esperan resignadamente horas y horas sin reaccionar? Jamás. Y si eso ocurriera no tardaría en formarse un "contra - piquete" espontáneo de los perjudicados que avanzarían sobre los otros con decisión, hasta obligarlos a huir. 

Aquí, en cambio, he visto como uno de los que son víctimas de esos cortes reacciona con indignación, avanza él solo y los "piqueteros" le pegan sin que nadie lo defienda. Si a causa de ese valiente aislado y herido, el "piquete" se disuelve y el camino queda expedito, todos los otros se aprovechan con fruición del resultado, sin avergonzarse de su inercia y sin ayudar al herido u ofrecerle contribuir al pago de los arreglos de su vehículo abollado a golpes por los delincuentes. 

* * * 

En cualquier situación en que la prepotencia de unos pocos perjudica a muchos, pasa lo mismo. Me acuerdo que el inolvidable Coronel Federico de Alzaga aplicaba a la argentina un dicho francés referido a los héroes de guerra: "Ils sont toujours les meme ces que se font tuer" ("son siempre los mismos los que se hacen matar”). Siempre es un valiente aislado el que da la cara en beneficio de todos, mientras los beneficiados miran para otro lado y hasta critican al valiente por su poca paciencia y por ser un "exagerado" (otro adjetivo que los argentinos se complacen en enrostrar a todos los que defienden el derecho de todos contra la prepotencia de pocos). 

Y si el valiente sufre las consecuencias de su coraje, los argentinos típicos huyen de él, lo abandonan, porque sus heridas o su ruina son un reproche a su cobardía. 

Me acuerdo de una foto publicada en una edición de las memorias juveniles de Churchill ("My early life", libro que vale la pena leer). En ella se ve a un joven en silla de ruedas, que perdió sus dos piernas en guerra, y a los amigos que lo visitan, entre ellos Churchill, todos ellos sonrientes. Ni el inválido siente lástima de sí mismo ni los otros dejan de sentir por él un compañerismo natural, sin condolencias sentimentaloides. Cualquiera de ellos podría haber sido herido o muerto, porque todos estuvieron en batallas. La conversación parecería fluir con naturalidad. Todos ellos eran, obviamente, aristócratas. Todos eran fuertes y por eso el inglés es un pueblo fuerte.   

Ahora bien, con esa falta de hermandad patriótica, con esa ausencia de afecto recíproco o al menos de respeto por el otro, sin regatear el apoyo y aún la admiración debidos ¿cómo puede realizarse alguna empresa común que sea difícil, que exija un esfuerzo colectivo prolongado y riesgoso, en el que se sabe antes de empezar que algunos o muchos sufrirán o el fracaso con perdidas dolorosas o aún la muerte? 

* * * 

Hay muchas empresas pendientes en esta argentina vergonzosa en que vivimos. 

Desde las maravillosas gestas de 1806 y 1807 en las que derrotamos a los ingleses no hubo ninguna acción común de los habitantes de estas tierras que pudiera compararse a los casos históricos citados al principio de ese artículo. 

El cruce de los Andes y las batallas en Chile por la independencia fueron otra cosa, lo mismo que la victoria de Ituzaingó contra la invasión brasileña a la antigua provincia argentina de la Banda Oriental , victoria esa arruinada por una paz indigna. Éstas últimas fueron más una obra del poder militar en el gobierno y sus levas forzosas que una acción unánime de hermanos unidos por el amor a la Patria (ver mi libro "Aquellas aguas trajeron estos lodos"). 

La s empresas pendientes son muchas y de importancia decisiva: 

1) Acabar con la tiranía. Sin esto es poco lo que se puede hacer por la Patria. La tiranía es como un vampiro que succiona continuamente las energías y los recursos de la nación. La mayoría de los argentinos están en contra de ella pero no hacen nada eficaz para acabar con ella. 

Son las minorías de las clases cultas y de quienes tienen alguna influencia social quienes están principalmente obligados a cumplir con este deber. No estoy pensando en un golpe militar porque nuestra experiencia con esa clase de procedimientos es nefasta. Por otra parte, las FFAA han sido desmanteladas y lo que resta de ellas es un firme sostén de la tiranía. 

La sociedad civil no puede conseguir el cese instantáneo de la tiranía pero debe empezar por combatirla y debilitarla usando todos los medios legales a su alcance, empezando por el que ofrece el art. 36 de la Constitución (versión de 1994). 

Cómo se hace y qué argumentos usar lo he explicado varias veces en estas páginas. Nadie se da por enterado. ¿Por qué? Porque si alguien quiere reaccionar como debe, sabe que está solo y esta obra magna no puede hacerla nadie por sí solo. 

Todos saben que no existe en nuestra sociedad el sentido del deber exigido por el honor y, consecuentemente, no se puede esperar nada del otro. La cohesión social, la "affectio societatis", ha desaparecido. Los ideales no significan nada concreto en el plano de la acción. Todos los idealistas que quedan se han inventado alguna causa noble, pero que en nada debilita la tiranía a la que aceptan y convalidan con su inacción.     

2) Acabar con el peronismo. Este es el cáncer nacional. Hace 60 años que está destruyendo el país, encumbrando delincuentes, corrompiendo a los "opositores" y anulando a los hombres de bien. Es necesario extirpar ese cáncer para lo cual es indispensable que ningún argentino decente consienta en sostenerlos directa o indirectamente. Por el contrario debe rechazarlo sin atenuantes y sin intentar "adecentarlo" aliándose con él, como lo hace toda la "oposición" de una u otra manera. 

Sin embargo, esto no se hace.  ¿Por qué? "Porque nadie lo hace y hay que ser realista. Es lo que hay". Excusas estúpidas y viles como estas siempre están en la boca de los "antiperonistas", si es que todavía alguien se atreve a calificarse de esa manera. Pero todos saben que esta empresa es ineludible aunque saben también que no pueden esperar una actitud firme y decidida de nadie si esa empresa se emprendiera seriamente.   

3) Suscitar una nueva clase dirigente. El vacío no existe. Tampoco en la política. Por lo tanto, si queremos acabar con la tiranía y extirpar el peronismo, el semi - peronismo y los aliados oportunistas de él, debemos presentar un grupo suficientemente grande de argentinos de bien que asuman la responsabilidad de gobernar, llegado el caso. 

Hay argentinos con las virtudes necesarias para gobernar con justicia y eficacia, pero a todos ellos les faltan algunas otras virtudes que son esenciales: el honor que obliga, la hermandad social, la generosidad para moverse sin esperar recompensa y para apoyar a los mejores enteramente y sin quejas si las cosas salen mal, siempre dispuestos a empezar de nuevo porque así tiene que ser. Y si alguno cae en la lucha, debe saber que los otros seguirán en el empeño. Nada de eso hay aquí.     

4) Hacer respetar la Justicia y el Derecho. Hace rato que la argentina se ha convertido en una tierra de chismosos que difunden las calumnias contra alguna persona de bien y se complacen o al menos quedan indiferentes cuando alguien sufre una injusticia. Mientras no le toque a él, no le importa, y si le importa, reprime ese sentimiento noble como si fuera un pensamiento pecaminoso. 

La prueba flagrante de que esto es así, es la indiferencia total en que transcurren los días de los más de mil secuestrados políticos, militares, policías y civiles. Otros doscientos han muerto ya en las mazmorras del régimen. Todos estos han sido amnistiados, indultados y exentos de pena por leyes de la Nación. Esos perdones han sido ilegalmente abolidos sin que los argentinos hayan mostrado la debida indignación. Se les han aplicado retroactivamente leyes penales, aberración contra la cual casi nadie protestó y los que lo hicieron no sacaron la conclusión lógica de que la tiranía y la falsa oposición, autores de semejante monstruosidad, deben ser destituidos. A ninguno de ellos se les ha probado delito alguno y los únicos testigos que han declarado en su contra son sus enemigos mortales, cosa que ninguna nación civilizada del mundo hubiera admitido jamás.   

5) Restablecer el orden social y las jerarquías naturales. Esta es condición de las otras. No puede existir un orden social creativo y estable sino existen y se acatan las jerarquías naturales. El que más sufre en el desorden es el pueblo de más baja condición. Los de clases más altas, pueden arreglarse, más o menos, con no pocos disgustos. Pero tienen cultura y recursos. Los otros, al rechazar sus superiores naturales, instigados por el igualitarismo, pierden la posibilidad de educarse, de tener a quien recurrir sin la obsecuencia que exige el peronismo que los soborna y que no les enseña nada bueno, porque los peronistas son la escoria de la argentina. 

Reordenar a un pueblo de 40.000.000 de almas, abandonado a su suerte desde hace más de 60 años por la demagogia peronista, es una obra gigantesca y, a la vez, compuesta de mil detalles. Sin una conversión de los superiores (que se han hecho frívolos, tontos e indignos de ser seguidos) y de los inferiores (que se han hecho rebeldes, insolentes y perezosos) eso es imposible. 

Sólo se podría conseguir si el clero católico colaborara  (sino fuera modernista), si las clases cultas tuvieran buenas ideas, generosidad y patriotismo (que no tienen) y si las clases más modestas tuvieran la humildad inteligente de seguir a los mejores (que no quieren, porque se han hecho igualitarios). 

6) Poblar el país y aprovechar su inmensa riqueza trabajando cada uno en su lugar, abandonando la "viveza criolla" y dejando de ser "ventajitas", "figurones" y "trepadores", buscadores del éxito fácil y escamoteado. 

Todos saben aquí qué quieren decir estas palabras pero como hay lectores de “ La botella al mar” de otros países, explico: "viveza criolla" es arreglárselas para que el esfuerzo lo haga otro sin dejar de ganar igual que el otro. 

"Ventajita" es el que busca sacar un provecho mayor que el que le corresponde por lo poco que hizo. 

"Figurón" es un personaje que busca ser elogiado muy por encima de sus méritos. 

"Trepador" es el individuo que va escalando posiciones a fuerza de ser "recomendado" por otros que ya treparon de la misma manera y vendiendo su alma en la "trepada". 

Así disgregada y maleada la argentina, ¿cómo cree Ud. que podemos, no digo ser un gran país, sino apenas un país decente y habitable? 

Cosme Beccar Varela   

La presente nota del Dr. Cosme Beccar Varela es publicada en La Misère Porc, por gentileza de su autor.

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