04/09/2013
Por Monseñor Héctor Aguer
Resuenan con mucha fuerza
todavía los ecos de la 28° Jornada Mundial de la Juventud; yo estoy seguro de
que sus efectos se seguirán haciendo sentir benéficamente a lo largo del
tiempo.
Hoy quiero, queridos amigos televidentes, comentarles algunos de los mensajes del Santo Padre Francisco dirigidos a los jóvenes; su contenido se puede resumir en esta frase que está en la portada del “L'Osservatore Romano”: “Vayan sin miedo para servir”. Creo que el Papa ha sido bien comprendido, bien interpretado por los jóvenes y que les ha comunicado una alegría y una fuerza extraordinarias”.
Les leo otro pasaje de su mensaje: La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, la creatividad y la alegría que les caracteriza.
Ahora bien, si pensamos cómo se concreta esta aspiración del Papa, esta comunicación de gozo y de potencia que ha intentado trasmitirles a los jóvenes, podríamos resumirlo en tres puntos.
En primer lugar el mensaje del Papa es un programa para crecer en la fe y en el amor, es decir, en el conocimiento de Cristo y en la unión de vida con Él. Esta es una unión no sólo afectiva sino también efectiva, y a partir de una base sacramental. Con esto quiero decir a partir del perdón que se recibe en el Sacramento de la Reconciliación y de la comunión efectiva con Cristo en la Eucaristía.
Un segundo elemento o una segunda línea que habría que desarrollar es que el crecimiento de los jóvenes, desde la adolescencia hasta la plena juventud, hasta el inicio de la madurez, debe coincidir con un camino, con un itinerario de formación permanente y de inserción eclesial. El Papa hablaba a jóvenes miembros de la Iglesia y así fue comprendido. Esto es: una formación permanente en todos los ámbitos, para unir las distintas orientaciones vocacionales y profesionales que vayan a asumir, las diversas opciones de vida, con las verdades fundamentales de la fe, con la riqueza propia de la cultura cristiana.
Y el tercer elemento es la misión. El Papa ha querido también impulsarlos a la misión, una misión que es servicio, y que supone un compromiso concreto para servir al anuncio del Evangelio y a la extensión del Reino de Dios. Allí está la clave. Decía el Papa también que “el mejor medio para evangelizar a los jóvenes es otro joven y es hacerlo sin miedo”. Esto es una evangelización de los jóvenes por los jóvenes, y sin miedo. ¿Por qué? Porque se trata de llevar a Jesús, de compartir a Jesús, porque Él va con estos jóvenes que salen al encuentro de otros jóvenes, va delante de ellos y los guía. Así como pasa con todos nosotros. En realidad todo cristiano es un portador de Cristo y esto que dice el Papa de los jóvenes vale para todas las categorías sociales y para todos los grupos de edad. Somos portadores de Cristo y por eso llevamos a Cristo, lo transmitimos a los demás.
Por eso, como decía antes, espero que esta Jornada Mundial de la Juventud irá produciendo su efecto, su fruto, poco a poco. Quizás sin demasiado ruido, pero efectivamente, a través de esta presencia eclesial y de ese servicio en la sociedad de nuestros jóvenes.
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