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El Punto de Equilibrio de las noticias
04 Septiembre 2013
Por el Lic. Rodolfo Patricio Florido
La clase
política argentina es una “hábil declarante”, saben decir lo que es
políticamente correcto, pero en el detrás de escena hay un fortísima lucha por
la supervivencia del más apto. Cuando todo parezca violento y de final incierto,
sabrán cargar sobre la sociedad y la inoperancia soberbia de las conducciones
nacionales, sus propias acciones para disimular las titiriteras manos que le dan
forma y lógica a las ansiedades de quienes menos tienen (las clases bajas) o
quienes más tienen que perder (las clases medias) y que, como suele ser lógico,
le ponen el cuerpo a los que llaman a la concordia con el ojo izquierdo mientras
que incitan la Toma de la Bastilla con el derecho.
Hay también
muchas personas que orbitan en el fanatismo K, que, colapsados por la sensación
de que la ciudadanía los abandonó, recurren al concepto de ser minorías
esclarecidas. Claro que; antes, cuando eran el 54%, descalificaban a esas
“minorías esclarecidas” y se llenaban la boca enrostrando a todo aquel que no
comulgara con su fundamentalista fe cristinista, que ellos eran los poseedores
de la verdad popular consagrada por las urnas.
En muchos y
muchas de ellas, la verdad languidecerá hasta el final, como languideció Carlos
Menem cuando ganó su última primera vuelta electoral para luego esfumarse en el
descrédito, los juicios y los fueros legislativos.
Estos, seguirán
creyendo que pueden construir futuro, escarbando selectivamente en el pasado,
justificando al General Milani, a Gerardo Martínez (UOCRA), a Berni (que espiaba
los obreros de las minas en Santa Cruz), a Clarín (cuando fueron aliados de los
primeros años) o a Aldo Rico (cuando sus votos de San Miguel les fueron útiles)
y descalificando con generalidades incomprobables y prejuiciosas a quienes hayan
vivido y transitado una vida honesta pero que cometieron el pecado mortal de no
querer alinearse en esa suerte de fe kirchnercristinista que precisa de acólitos
pagos, seducidos seriales y militantes de una revolución falsa que les llenó los
oídos con odas a la toma de la Bastilla, distrayendo con dinero o cantos de
sirenas, mientras transitaban impunemente fortunas personales inconmensurables,
bóvedas en sus casas o el tránsito por capitalistas paraísos fiscales, muy
lejanos a las revolucionarias playas de la Habana.
Obviamente
después de octubre algo comenzará a pasar. Poco importará que Cristina Fernández
retenga, en las formas, la mayoría parlamentaria. La sucesión comenzará y,
comenzará de las manos del propio peronismo. Así, algunos gobernadores que hoy,
aún, dan fe de cristinismo, empezarán a tratar de encontrar una sucesión más
allá de la bendición presidencial.
El diputado
Jorge Yoma, que integrara hasta hace muy poco la bancada kirchnerista y que
ahora se muestra muy próximo al Gobernador Scioli, dijo hace menos de 48 horas.
Si Cristina no comprende el mandato de la sociedad y no busca acordar formas de
convivencia que aseguren un paso no traumático hacia el 2015, será “el pueblo el
que le diga que su mandato terminó”.
Estas palabras,
en boca de alguien que reivindica el rol de Scioli, suenan verdaderamente como
una amenaza institucional grave. Al mismo tiempo, muestra una cara, que no es
novedosa por cierto, del peronismo, cuando siente que deben adelantarse a los
tiempos constitucionales cuando sus supervivencias están en juego. Esto, lo
sufrió Alfonsín, incluso cuando Carlos Menem sostenía algún diálogo con los
carapintadas; lo sufrió De la Rúa cuando los saqueos en el conurbano bonaerense
y la violencia en las calles terminaron con la huida en helicóptero y lo sufrió
Adolfo Rodriguez Saa cuando lo dejaron solo y sin custodia en Chapadmalal y se
volvió a San Luis para enviar su renuncia desde la seguridad de su tierra.
Otro que
indirectamente abonó la misma teoría fue Julio Bárbaro, muy próximo al
Gobernador De la Sota, que, compartiendo mesa con Yoma en el mismo programa
televisivo de TN, coincidieron en la necesidad de acordar antes de que sea
demasiado tarde.
Así, Yoma y
Julio Bárbaro plantearon que si la Presidente no escucha, debería haber una
suerte de rebelión de Gobernadores después de octubre porque sino existe esa
rebelión será la sociedad en las calles la que termine con Cristina.
¿Por qué todo se
complica tanto y adopta estas formas radicalizadas de conflicto
político?
Quizás haya que
bucear en dos vertientes no necesariamente convergentes.
- La aparición de Sergio Massa, que fuera parte del proyecto kirchnerista, que es peronista pero que conformó un espacio nuevo, el Frente Renovador, cuya potencia inicial, más un eventual triunfo en octubre con guarismos que superen el 40%, lo colocará como un Primus inter pares, pero sin haber pasado por una Gobernación, haciendo que el Partido Justicialista devenga en un sello sin la importancia que otrora tenía. Claro que esta situación no deja de ser casi normal ya que fue el propio cristinismo, más que el inicial kirchnerismo, el que; con su transversalidad y la creación de organizaciones políticas súper estructurales como “Unidos y Organizados”, sembró el virus que hoy hace del PJ una formalidad prescindible. Sergio Massa incomoda a muchos gobernadores que aún sueñan con la línea sucesoria.
- la segunda vertiente es la situación económica. Muchos gobernadores y el propio Massa, sienten que; si no hay correcciones y la Presidente más el tándem Moreno – Kicillof, insisten en la actual política económica durante 2 años más, la herencia será gravísima y puede destruir el futuro de los que quieran cabalgarla. Ya le pasó a Rodríguez Saa y al propio Duhalde.
Es por todo esto
que a nadie debería llamarle la atención que luego del 27 de Octubre todo se
acelere. Sea para obtener acuerdos de convivencia y armonía, conceptualizados en
un marco de transición ordenada; sea para acelerar los plazos de permanencia. No
sería la primera vez y no será la última. Sobretodo mientras el sistema político
nacional no encuentre nuevas formas de legalidad y legitimidad que se ajusten
más a las necesidades de una democracia moderna, antes que a las necesidades y
ambiciones de los personalismos que buscan siempre ajustar las leyes para la
satisfacción de sus caprichos.
Si hay algo que
hacia el interior del peronismo se conoce es que cuando un barco tiene
dificultades de flotación, el tiempo de dejarlo exige de un timing que algunos
tienen, otros no y otros saben que definitivamente carecen de margen de
maniobra. Llegar a puerto, bajar las balsas o el Motín del Caine son siempre
probabilidades ciertas.
Lic. Rodolfo
Patricio Florido
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