sábado, 14 de septiembre de 2013

Hacia el abismo





septiembre 14, 2013
 
 
 CFK habría reconocido en privado la necesidad de cambios pero sostuvo que no los hará.
 

 
 El miércoles pasado la presidente se reunió con algunos empresarios después del anuncio de elevación del monotributo. A puertas cerradas les habría dicho que las inconsistencias del modelo económico aconsejarían enfriar la economía pero que ella no lo haría y que antes de eso renunciaría. Y a continuación volvió a su discurso habitual: dijo que seguirá con las mismas políticas de metas de crecimiento y que no le preocupa la inflación.
 
  Estas confidencias indicarían que ella no está tan alejada de la realidad como aparenta en muchas de sus presentaciones. Sus conceptos en la celebración del Día de la Industria en el sentido que cada vez estamos mejor en un mundo que se derrumba y que tenemos que seguir con metas de crecimiento y no de inflación, no lo creería realmente sino que lo sostendría por necesidad política. Su insistencia en defender lo indefendible tendría varios objetivos. Para empezar, tratar de insuflarles optimismo a sus huestes luego de la derrota en las primarias. Además, en este contexto, un cambio en su discurso económico podría ser interpretado como una “rendición” ante las críticas opositoras. 

Sin embargo, la realidad no se detiene. Es un hecho que ni a Daniel Scioli ni al resto de los gobernadores del PJ se los escucha últimamente elogiar a la política económica. Este creciente silencio habla por sí solo, ya que el paso siguiente, pasar a la crítica, sería visto en el kirchnerismo como una señal de alta traición. Ahora bien, todos tendrían en claro que, si no hay modificaciones sustanciales, en el 2015 corren serios riesgos de perder sus gobernaciones. No es menos cierto que si ella en realidad no cree que la economía anda muy bien y admite en privado que hay que solucionar problemas, pero no lo hace para no pagar costos políticos, en alguna medida está dejando la continuidad de su gobierno en las manos de Dios.
 

Cerca del jaque mate

 

Entre los factores que hay que tener en cuenta para las próximas semanas, está la casi seguridad de que la Suprema Corte de los Estados Unidos no acepte abocarse a la apelación argentina contra los holdouts. Esto ocurriría pocos días antes del 27 de octubre, cuando el gobierno podría encontrarse ante una catástrofe electoral, pudiendo el Frente para la Victoria descender del 29% del promedio nacional que obtuvo en las PASO hasta un 25%. El saldo sería un gobierno en una situación de debilidad extrema. Si conectamos este escenario con la insistencia en no hacer cambios de rumbo, hay suficientes elementos como para entender que la gobernabilidad entraría en una zona de alto riesgo.

En la medida en que el mandato de las urnas no sea escuchado por la presidente su base de legitimidad se angostaría peligrosamente. La hipótesis de una renuncia está ya entre las variables probables. Pero no es menos cierto que la cúpula del cristinismo tendría en claro que, si abandona el poder, quedaría a tiro de la persecución judicial por múltiples investigaciones sobre corrupción.

Lo que sí es seguro es que los números económicos y políticos coinciden. En dos años el gobierno perdió prácticamente la mitad de sus votos. Se encuentra además a las puertas de un default técnico por no cumplir un fallo de la justicia americana y la inflación ya está mas cerca del 27% que del 25%. Todo esto en medio de una caída persistente de las reservas del Banco Central, que apenas superan los 35.000 millones de dólares. De éstos, 6.000 son depósitos de la gente que figuran como encajes del BCRA, porque no son propios. 
 
En el proyecto de ley de presupuesto se anuncia que se utilizarán para pagar deuda otros 9.000 millones de reservas en el 2014. Y está, por otra parte, la fuga mensual, que desde hace meses se colocó en el orden de 800 millones de dólares. Con una tasa de interés que les hace perder a los ahorristas alrededor del 10%, no sería para descartar una corrida bancaria y cambiaria ante un gobierno débil y en medio de un estancamiento que tiene a agravarse, porque no se espera un crecimiento superior al 1% para el 2014.
 

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