Martes 03 de septiembre de 2013
Por Luis Novaresio
La política argentina se ha subido por estos días a un nivel de
violencia verbal inusitado. Desde asesinos mediáticos, balas de tintas
destituyentes y cipayos delincuentes por un lado o diagnósticos médico de
alteraciones mentales por televisión, desprecio por los muertos y comparaciones
disparatadas con el gobierno de Isabel Perón por el otro, el clima de no diálogo
que impera es preocupante. Habría que recordar que la palabra es el último dique
a la acción de hecho y si este es el escenario dialéctico hay motivos para estar
alertas.
En una reunión de representantes de las entidades bancarias el
delirio de la discusión, cuando ya se hablaba en confianza, llegó de boca de un
altísimo gerente de una compañía nacional al puntear el orden sucesorio
presidencial y llenar de elogios a Ricardo Lorenzetti. Es cierto que el
presidente de la Corte dio una clase de republicanismo esta semana cuando
interpeló con idéntica precisión a los abogados de Clarín y del gobierno sobre
la ley de medios. Hizo hasta casi olvidar que la Justicia tiene una deuda de 4
años con el tema y que la sentencia que recaiga sobre la norma pondrá el color
definitivo al humor presidencial en los dos años que quedan de gobierno.
“No hay la menor posibilidad de helicóptero anticipado en un
gobierno peronista”, graficó con su lucidez habitual Jorge Asís. “Pero a muchos
les encantaría”, quiso ser gracioso sin provocar nada más que sorpresa entre los
que lo escuchaban el mismo representante de los bancos en la reunión referida.
Esto es también obra el proceso de dogmatización sin grises con el que el
kirchnerismo construyó poder en esta década. Hoy la política, aunque la
generalización sea injusta, es a todo o nada y eso incluye atropellar las reglas
de la convivencia y la alternancia respetuosa de los plazos.
El periodismo que
la analiza, también haciendo reserva de este injusto englobarlo, se quiere
presentar como la existencia de dos únicos grupos enfrentados: el de los
embanderaros militantes a cualquier precio (lo del precio no es metáfora) y el
de los descalificadores de todo sin el menor reparo (tampoco aquí hay metáfora).
A esto se le agrega un irritante condimento de egolatría de algunos que
transformaron el oficio en una vanidosa primera persona del singular postergando
a tercer plano la rigurosidad de lo que se cuenta o analiza. La historia
premiará a los que sepan apartarse de esa falsa y alucinada confrontación
sosteniendo el trabajo con argumentos, principios y reconocimiento de errores si
los hubiera.
La Presidente recibió tres días después de su derrota en las
primarias abiertas un trabajo de encuestador con nombre y apellido propio de
emperadores romanos en el que se diagnostican los motivos del resultado adverso.
En un focus group de alcance nacional, los tres pilares del no voto al FPV se
resumen en inseguridad, inestabilidad económica y alarma por la corrupción. “No
te equivoques”, le dice a este cronista el analista de campo de este sondeo. “La
corrupción aparece ahora por culpa de los dos primeros factores. Si no, es
clásica la vista gorda del que cuenta con dinero en el bolsillo y no tiene miedo
en las calles”, concluye.
En este mismo trabajo es interesante remarcar que la
inestabilidad económica se subdivide en preocupación por la inflación, pérdida
de ingresos por el impuesto a las ganancias y temor a no conservar las fuentes
de trabajo. Será por eso que la presidente apuró la creación de un consejo de
seguridad primero y luego obligó a trabajar día y noche a sus autoridades
económicas preferidas (Etchegaray, Kicillof y Diego Bossio) para anunciar la
rebaja del impuesto a los ingresos de los que trabajan en relación de
dependencia. Quizá en los próximos días, siguiendo con esta línea de acción, se
anuncie un nuevo y maquillado índice provisorio que mida la inflación para ver
si se atenúa la indignación que crean los números que da el INDEC cada mes. “No
sé si los anuncios no llegan tarde”, explica el mismo consultor. “La suerte
electoral parece echada”, agrega.
Santa Fe y el resto. “Binner es incombustible. Obeid no
encuentra el norte y Del Sel sigue siendo un misterio”. El mismo trabajo de
focus group que fue analizado por la presidente contiene apuntes de los
distritos más importantes del país. Nuestra provincia repartirá 9 cargos
legislativos y los analistas de Casa Rosada creen que el Frente Progresista
puede pensar hoy, con razonable legitimidad, quedarse con 5. “El trabajo del FPV
debería enfocarse en horadar los votos del PRO y no los de Hermes que está muy
sólido y cristalizado”, explica este analista contratado por el gobierno
nacional.
En una campaña “normal” no debería ser difícil exhibir las debilidades
del actor ex Midachi ya que él sigue insistiendo en mostrarse como un hombre de
corazón pero desconocedor de la política puntual. Impactó verlo no tener ni una
frase de ocasión cuando fue consultado sobre la reapertura del canje o del
decreto de impuestos a las ganancias, temas que le serán propios en poco tiempo.
Sin embargo, su imagen cercana al ciudadano común parece beneficiarlo todavía y
esto hace que Jorge Obeid siga tercero. A propósito: de ganar su escaño el ex
gobernador, ¿asumirá su cargo o hará realidad la tantas veces meneada versión de
una embajada en Cuba?
Mendoza será con más margen de votos para Julio Cobos que sueña
con la candidatura para el 2015. Córdoba es una catástrofe doble: De la Sota se
impondrá con sus hombres y la ex rectora de la universidad Carolina Scotto puede
quedar más atrás con la sigla del FPV. Capital Federal arrojará alegrías a dos
mujeres: Elisa Carrió, quien no piensa dejar de hablar de huracanes y de
soluciones bíblicas, y Gabriela Michetti, acunada por muchos votos que le
permiten disputar criterios políticos hasta con Mauricio Macri con quien no
tiene la mejor relación. ¿Gaby 2015? No hay porqué descartarlo. La provincia de
Buenos Aires sigue crujiendo en todos los sectores. Hugo Moyano ya se sienta con
Sergio Massa en mesas que de sociales no tienen nada y a través de hombres de
confianza de ambos que saben conservar el bajo perfil.
Francisco de Narváez lo
sabe y está furioso. El intendente de Tigre muestra sus primeras poses de
estrella de la política y ya no atiende con tanta facilidad el teléfono de quien
lo consulta. ¿Y Martín Insaurralde? El candidato oficialista sabe que se
encamina a otra derrota y espera amortiguarla estando más alejado de Cristina
Kirchner y más cerca de Daniel Scioli. A propósito: para el gobernador de esa
provincia, febrero será su mes D. Ahí, en lo personal, irá por todo.
Por todo esto surge el enojo presidencial y el
envalentonamiento de los que se sintieron despreciados por esta gestión en los
últimos 10 años. Nada, absolutamente nada de esto, justifica el tenor de
violencia verbal que se usa. Si es por rencor ante el resultado o por lo
padecido, es de un egoísmo casi patológico. Si es otra cosa, deberíamos
preocuparnos y mucho.
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