viernes, 14 de junio de 2013

Cristina, en la encrucijada







Por Carlos Manuel Acuña


La Presidente, junto con todo su gobierno, a partir de anteayer entró en emergencia desde que la jueza electoral, Romilda Servini de Cubría, emitió su fallo sobre la cuestión de fondo en lo que hace a la elección popular de quienes deben integrar el Consejo de la Magistratura para elegir o promover los juicios políticos a jueces que podrían ser quitados del cargo. La magistrada apuntó al meollo de la Ley de Reforma Judicial aprobada por mayoría legislativa corresponsable del desaguisado y cerró el camino a la politización de la Justicia.

Por conocido, excluimos mayores explicaciones acerca del tema pero sí vamos a reiterar que en los hechos, el nuevo ordenamiento legal eliminaría toda posibilidad del ejercicio libre e independiente del tercer poder del Estado y con ello, todos quedaríamos a merced de una mayoría circunstancial que se perpetuaría en el poder. ¿Puede imaginarse a una Cristina W. Fernández de Kirchner, eterna y con micrófono en mano, como lo propuso Diana Conti?

La situación ofrece aristas interesantes pero no podemos dejar de destacar que lo ocurrido es el error más importante de la habitante de la residencia de Olivos y, hasta ayer, el último de una larga cadena de tropiezos y caídas. Por las mismas razones tampoco los vamos a resumir pero se impone subrayar una obviedad: hasta ahora le dieron margen para levantarse, pero la tozudez -el presidente del Uruguay, Mujica, lo dijo con palabras parecidas- le permitió continuar por el mismo camino con una insistencia digna de mejor causa.

Las consecuencias las soportamos todos y, como siempre sucede, la economía en todas sus complejas manifestaciones se convierte en determinante. Así, la encrucijada de Cristina consiste en enfrentar de alguna manera a la agredida Corte Suprema de Justicia y volver a perder con toda la carga de adversidad que posee un hecho tan grave o buscar una alternativa para ensayar más adelante su permanencia en la Casa Rosada. Pese a todo todavía existen instituciones para aguantar un poco más, pero conviene abordar la emergencia del gobierno.

Esta nos dice que si la viuda opta por aguardar una mejor oportunidad para salvar lo que le queda de poder para llegar al 2015, en agosto y en octubre, como si fuera un verdadero anticipo, también caería derrotada y con ella todo un conjunto de seguidores que ya saben que se acercaron al borde del abismo y al enjuiciamiento, llevados todos -Cristina y adláteres- por la corrupción más escandalosa de la historia argentina. El nuevo choque de trenes desnuda una parte al corroborar que los subsidios no fueron destinados a la realización de obras imprescindibles y el colmo lo dio la referencia de que los vagones son reparados en los talleres… de Cirigliano. Podemos insistir, entonces, en que existen antecedentes suficientes para señalar la irresponsabilidad demostrada en otra tragedia con muertos y centenares de heridos.

El recuerdo de lo sucedido en el Once creció de repente y actualizó la memoria. Curiosamente, la única voz que se animó a decir que se trató de un acto de sabotaje fue la radio venezolana a través de Nicolás Maduro, que todos los días descubre un complot para derrocarlo. Se aceleró la acción psicológica que dirigen los cubanos y entre nosotros, con mucha timidez dadas las circunstancias, el único que se hizo eco por un rato fue el ministro del Interior Randazzo, de quien dependen los transportes que ahora lo salpican. Los errores suman los problemas y jamás los disminuyen.

Esa suma se agranda con los números, la pesadilla que deben soportar aquellos candidatos cuando no se resignan a perder, siempre convencidos que son dueños de la verdad. Por eso no se explican cómo los demás no se dan cuenta. Todas las encuestas, incluso las reservadas que llegan al despacho de Cristina, consignan que el Frente para la Victoria caerá derrotado en Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis en manos del justicialismo de los Rodríguez Saá y, obviamente, la Capital Federal, donde Mauricio Macri controla el segundo distrito electoral del país y su apertura hacia otros con mayor o menor suerte. Desde allí está obligado a establecer acuerdos que no siempre se logran, por razones que analizaremos otro día, aunque podemos subrayar que entre ellas se encuentra la pertinaz negativa a reconocer que su mayor respaldo está en el centro derecha y la derecha a secas.

Distintas alianzas incluyen al radicalismo, a los conservadores mendocinos que prefieren llamarse Demócratas a secas, al PRO, a Unión por todos de Patricia Bullrich, Concentración Cívica de Lilita Carrió y, por cierto, al Peronismo disidente, que ya muestra una incipiente atomización que puede revertirse en un soplo como atraído por un imán. Estos componentes también forman parte de la encrucijada y la emergencia en que se encuentra el kirchnerismo.

Un caso especial lo constituye la provincia de Buenos Aires, donde está la mayoría de los votos. La defección de Sergio Massa mostró una faceta de su personalidad dubitativa. No se animó a desafiar la suerte que en realidad está formada, en estos casos, por la capacidad de un dirigente, su decisión en cualquier sentido pero no en dudas y promesas como las que dispersaron buena parte de sus seguidores. En la Casa Rosada respiraron satisfechos en la creencia de que se alejaba un competidor importante, pero en La Plata, Daniel Scioli, otro dubitativo pero con poder, no abandonó las agujas de tejer. Callado, se apresta a llevar adelante su acuerdo con Francisco De Narváez para convertirse en una alternativa todavía no consagrada pese a la enorme paciencia aplicada a lo largo de años y meses. A veces el maltrato puede ser fructífero aunque desdibuje la firmeza de un perfil necesario para el combate. En este caso, afrontar la terrible decadencia argentina.

Volvamos a los despojos de un kirchnerismo que todavía quiere dar batalla pese a que ya se sabe que se encuentra próximo a perder la mayoría simple del Congreso y con ello, la posibilidad de aprobar las leyes ideologizadas que lo caracterizan.

Sin tradición alguna, sin siquiera poder presentarse como un partido provincial, perdidoso en su propio terreno, con el rechazo visceral al peronismo tradicional que quiere utilizar como una careta y su única aceptación de la corriente minoritaria de izquierda que formó parte del disfraz setentista, Cristina prefiere hablar de progresismo, del garantismo que es uno de los causantes de la insoportable inseguridad en que colocó a la sociedad que debía proteger. ¿De eso se trata “el modelo con inclusión social y matriz” de algo indefinido? Cristina, está impedida de reconocer que el ideologismo es verdadero pero, como se dijo, es el paraguas para explicar que simplemente construyó un equipo de ladrones que regentea sin destino. Cristina, todavía arrogante y soberbia, a los gritos y con medicamentos para poder mostrarse en público, no sabe que sólo le queda Moyano, no Hugo sino Braulio.

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