sábado, 21 de abril de 2012

Al Señor Rey de España







Quisiera alcanzar a comprender como es posible que una persona como Ud., pueda tener tan bajos instintos para llegar a deleitarse y disfrutar de esa barbarie matando a un indefenso y manso animal como lo es el elefante y luego pedir perdón.

Sentí satisfacción al saber de su dolor y malestar provocado por su caída, si bien no fue tan grande como el dolor que experimento con su muerte ese ser desamparado del que Ud., no tuvo ni compasión ni remordimiento al gatillar su magnifica escopeta.

Parece que para Ud., las leyes del sentimiento humano no tienen razón de ser  y su corazón carece del más elemental sentido de arrepentimiento, quizás imitando  a buena parte de sus connacionales que se regodean viendo sufrir como se desangra salvajemente a esos nobles animales en las “Plazas de Toros” de su querida España taurina.

Para ser Rey, hay que serlo y demostrarlo y dar ejemplo como debería ser su conducta en todo momento en la vida pública y privada y no malgastando lo que por herencia tuvo la suerte de heredar y no importándole en absoluto que a muchos españoles sobre todo jóvenes que aman a los animales, les agrade  la imagen de su Majestad con su escopeta al hombro para distraerse sin compasión ni piedad, fotografiado delante de su indefensa presa, yerta y con su rostro dando muestras de  satisfacción plena. Como nieto de españoles no me satisface su perdón ni me agradó su actitud.

Omar Martínez



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