8 de octubre de 2019
El problema de las soluciones que llegan tarde
En ambos sectores se barajan contra reloj iniciativas para fortalecer al propio candidato
MEDIO:
El gobierno nacional apela a una curiosa interpretación de la teoría de las compensaciones para mantener la expectativa de modificar a su favor el escenario electoral. El aforismo "Alberto, con el círculo rojo, y Mauricio, entre la gente", con el que se insiste desde el inicio de las marchas por 30 ciudades, parece ceñirse a esa regla: obtener ventajas en un área que gratifique por los sinsabores en otra. Además de la necesidad de esperar al 27 de octubre para comprobar su eficacia, un sector del oficialismo comienza a preguntarse si esa estrategia no enfrenta un problema elemental: haber llegado demasiado tarde. Esa observación encierra otra complejidad: la efectúan quienes trabajan en un liderazgo sustituto del de Macri después de las elecciones.
El gobierno nacional apela a una curiosa interpretación de la teoría de las compensaciones para mantener la expectativa de modificar a su favor el escenario electoral. El aforismo "Alberto, con el círculo rojo, y Mauricio, entre la gente", con el que se insiste desde el inicio de las marchas por 30 ciudades, parece ceñirse a esa regla: obtener ventajas en un área que gratifique por los sinsabores en otra. Además de la necesidad de esperar al 27 de octubre para comprobar su eficacia, un sector del oficialismo comienza a preguntarse si esa estrategia no enfrenta un problema elemental: haber llegado demasiado tarde. Esa observación encierra otra complejidad: la efectúan quienes trabajan en un liderazgo sustituto del de Macri después de las elecciones.
Estiman muy complicado ir a una segunda vuelta con Alberto Fernández si no varía la situación económica: el único incentivo que podría tentar a sus electores a cambiar el voto. Tal vez una coincidencia de Alfredo Cornejo con Horacio Rodríguez Larreta, a quien visitó el día 4. Para el gobernador, la elección de Rodolfo Suarez en Mendoza reivindica el desdoblamiento electoral que planteó a Macri en Villa La Angostura en enero. ¿Lo habrá recordado con María Eugenia Vidal? La gobernadora llamó a Cornejo para felicitarlo por el triunfo. Fue quien la propuso como candidata presidencial antes de la convención nacional de mayo. Ya le atribuía a Macri un desprecio absoluto por la acción política. Pero las circunstancias variaron demasiado. Cornejo acompañó en Mendoza a Macri, donde perdió las PASO con Fernández por tres puntos.
Precisa evitar que el kirchnerismo crezca y que el Presidente no se interponga con el deseo de conducir la bancada de diputados de la UCR en el Congreso. Esa pretensión choca con la de Mario Negri de retener ese cargo. El jefe del interbloque cuenta con un argumento irrebatible: el aval de los legisladores de su partido. Negri es el radical de mejor diálogo con Macri. Cornejo habla seguido con Emilio Monzó, a quien también vio la semana pasada. El resultado de Mendoza provoca una sensación ambigua en Rodríguez Larreta. Suma el primer triunfo al oficialismo tras las primarias. Pero instala a Cornejo de potencial candidato opositor en 2023. Es probable que esa situación lo impulse a efectuar algunas reconsideraciones. La de Monzó, entre ellas. Y la de la propia Vidal. En su entorno cavilan si la gobernadora hizo lo suficiente para contener al titular de la Cámara de Diputados.
Es una queja implícita. Quizá le toque hacerlo al jefe del gobierno porteño. Imagina a Rogelio Frigerio al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuya presidencia corresponde este año a la Argentina. El ministro del Interior fue recibido por Cornejo en Mendoza la semana pasada. Es el único funcionario de Macri de trato directo con el gobernador. Frigerio es aliado de Monzó, tentado por el kirchnerismo. El ministro no llegaría al BID sin acuerdo de esa fuerza.
A Rodríguez Larreta le preocupa la falta de inserción de Pro en las provincias. La victoria de Gustavo Sáenz en las PASO de Salta refleja esa debilidad. El intendente de la ciudad capital designó compañero de fórmula a Antonio Sirocco después de que Cristina anunció la candidatura presidencial de Alberto. Sirocco es íntimo amigo de Fernández. Antes aliado de Sergio Massa, Sáenz representa a Juntos por el Cambio. Su triunfo es atribuido al caudal de obras públicas que recibió del gobierno nacional. Precisamente de Frigerio, a quien Elisa Carrió reprochó en público esa política. La defensa de Macri de su funcionario indicaría que no está dispuesto a retirarse si fuese derrotado. En Pro hay quienes creen que la llave de esa decisión la tiene Alberto. De seguro permanecería en actividad si bajo su eventual gobierno se sintiese víctima de un supuesto acoso judicial.
Pero alrededor de Fernández existen dudas parecidas a las de un sector del oficialismo. No están seguros de que algunas iniciativas para fortalecer al candidato lleguen a tiempo. O, más bien, que sincronice con el tiempo de Cristina Fernández de Kirchner. En la intimidad de Alberto se atribuye a la expresidenta poder de veto sobre los nombres elegidos para integrar un futuro gabinete ministerial. El Instituto Patria da otra versión: "Alberto tiene amplias facultades, pero ella se reserva el derecho a efectuar observaciones". Florencio Randazzo está en ese trance. Desearía el Ministerio de Transporte. A Cristina le parecería más adecuada la Dirección Nacional de Migraciones. Aunque no lo haga público, tal vez no olvide algunas expresiones de Randazzo en su contra.
Tampoco de Mirta Tundis. La diputada del Frente Renovador dijo en julio: "No estoy con Cristina, sino con Massa y acompañando en este momento a Alberto". Esa declaración de principios le impediría ser la titular del PAMI. La expresidenta preferiría a Ginés González García, uno de los primeros revenants del kirchnerismo: logró sortear el vapuleo al que fue sometido por Néstor en su presidencia. Pese al implante de cadera del día anterior, el exministro de Salud asistió de pie a la reunión del 13 de mayo convocada por el PJ para recibir a Cristina y Alberto. Quizá se haya percatado de un detalle en otra reunión anterior. El 26 de febrero la expresidenta pidió que Fernández fuera incorporado a la Comisión de Acción Política. El 18 de mayo lo confirmó como candidato a presidente.
Aunque padece el mismo efecto, Rodolfo Daer no se resigna a que la unificación con la CTA y Hugo Moyano lo prive de conducir la CGT si Alberto es presidente. Es el espíritu del plenario del sindicato de la sanidad realizado en el Parque Municipal de Lomas de Zamora, cedido por Martín Insaurralde. El intendente fue uno de los invitados especiales, igual que secretarios generales de grandes gremios. La presencia de Gerardo Martínez (Uocra), José Luis Lingieri (AySA), Antonio Caló (UOM) y Carlos Quintana (UPCN) confirió al encuentro un sesgo decididamente anti-K. Se trata del ala sindical más afín al gobierno de Macri: en lo formal repudiaron su política económica, pero en su mandato solo decretaron cuatro paros generales.
El caso de Insaurralde es más sinuoso. Fue uno de los intendentes más cercanos a la gestión de Vidal. Tal vez por eso sufra la renuencia de Axel Kicillof a confiarle sus planes si gana antes del 10 de diciembre. La misma situación atraviesa Massa, pero con una ventaja: la relación subterránea construida con La Cámpora desde hace años. Insaurralde compartió con Massa la inauguración del hospital municipal de Llavallol la semana pasada. Allí también estuvo Wado De Pedro junto a Santiago Cafiero y Felipe Solá, los únicos con un lugar asegurado si el Frente de Todos se impone. Con una agenda de interlocución que incluye a las principales figuras del oficialismo, a De Pedro se le adjudica una teoría para un acuerdo que vuelva más previsible el sistema político en el manejo de las instituciones: la Argentina debería ser un país en el que los expresidentes circulen en libertad.
Una solución que dependería, entre otras cosas, del consentimiento de Cristina y de Macri. ¿Incluiría un renunciamiento de ellos a la política activa? Aun sin despejar ese interrogante, la propuesta no diluye el dilema original. Saber si la solución al problema no llega demasiado tarde.
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