19 de octubre de 2019
¿Qué hará Alberto? En IDEA no tienen idea
Carlos M. Reymundo Roberts
LA NACION
MAR DEL PLATA.- Ya lo decía Ortega: "Argentinos, a las cosas". Ahora lo dijo acá, en Mar del Plata, el eslogan del 55º Coloquio de IDEA: "A los hechos". El hecho es que Alberto Fernández no vino. Se perdió a una multitud dispuesta a llevarlo en andas. No sabemos adónde. La mitad de los asistentes sospecha que Cristina no le dio permiso. La otra mitad, mucho más malvada, que se echó atrás cuando vio que la agenda le reservaba un lugar destacado a la calidad institucional. Con empresarios tan prejuiciosos no hay forma de que este país salga adelante. Yo creo que no vino porque el frío y la humedad de estos días le podían tomar el pecho.
Macri también pegó el faltazo, pero apareció anoche en una videoconferencia. María Eugenia habló el miércoles en la apertura, que fue apertura y también despedida. De ella. Eso sí, ovacionada de pie por 1000 personas. "Es el mejor cuadro que dio la derecha en 50 años y se la están llevando puesta", lloró alguien por los pasillos. Intenté consolarlo tirándole dos datos: que aquí, en MDQ, ganaría el Gordo Montenegro, y que en La Plata, Garro parece que le va a ganar a Saintout, una suerte de embajadora plenipotenciaria de Maduro en la Argentina. Son dos distritos muy importantes que el oficialismo veía comprometidos. Pero lo que más le gustó al lloroso fue la historia que le escuché relatar, a viva voz, a Laura Alonso, jefa de la Oficina Anticorrupción. Contó que en su caravana de 30 actos por todo el país, el Presidente está despertando tanto fervor que hay mujeres que se le tiran encima. "Y vieran cómo lo tocan las muy atrevidas". La corrupción de la carne, vendría a ser.
Claro que el tema de las tertulias no era Macri. Era Alberto. Concretamente: la pregunta del millón en el Coloquio fue qué va a hacer con la economía, o con lo que queda de ella, en caso de ganar. ¿Gobernará Alberto Fernández o lo hará Alberto Fernández de Kirchner? Transpirando la camiseta, recorrí salones y pasillos del Sheraton para llevar esa inquietud a banqueros, grandes empresarios, CEO, gobernadores, dirigentes políticos, legisladores, sindicalistas, lobistas, funcionarios, economistas, curas (no digo sus nombres porque hace tres años vino uno y pocos días después recibió una llamada del Papa para retarlo) y hasta psicólogos. Esto viene a ser como la cumbre del "círculo rojo", al punto de que si no venís te sacan la credencial. ¿Qué me contestaron? Nuevamente la cosa se divide por mitades. Unos dicen que no saben qué va a hacer. Otros, que el que no sabe qué corno hacer es Alberto.
Acaso el más contundente fue Juan Manuel Urtubey. "Hará lo que le diga Cristina. El de Alberto será un gobierno de transición: ella quiere que le entregue la banda a Máximo o a Axel", me dijo la primera noche, durante la comida. Como que se me cerró el estómago: no pude probar bocado. Otro (en este caso, el presidente de una multinacional): "Personas muy cercanas a él me cuentan que se lo ve despistado. Dice que con solo no hacer las pelotudeces que hizo Macri todo se va a arreglar". Otro (a este lo mando en cana: es el senador Esteban Bullrich): "¿Viste lo que dijo después del acto de La Pampa? Que Cristina y él son lo mismo". Otro (que no es Bullrich): "¡Tremenda la movilización en La Pampa! La movilización de aviones y bondis, digo". Otro (cana para el expresidente efímero Federico Pinedo): "Yo estoy entre los que creen que Alberto no tiene nada claro cómo arreglar este bolonqui". Otro (Marco Lavagna): "¿Qué va a hacer? Misterio. No tengo idea". Otro (un empresario de sólida formación económica): "La cosa pinta como que va a un irremediable default. Y en esa carrera llegará segundo: primero va a defaultear Kicillof". Yo trato de ser más optimista: asesorado como está por Massa y por Felipe Solá, el rumbo lo debe tener claro.
Por ejemplo: en el Coloquio todo el mundo dio por hecho que la primera medida que tomaría un gobierno albertista, o kirchnerista, o albertokirchnerista, sería convocar a un gran acuerdo nacional. "Con un país virtualmente devastado en su economía, no queda otro remedio". Esto del remedio me lo dijo, no es una broma, el gerente de un laboratorio farmacéutico. Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, sostuvo que en estos momentos la pobreza ya debe estar en el 37%. Cuando mi colega y amiga Liliana Franco le preguntó a Roberto Lavagna, frente al auditorio, por qué había estado tan aburrido en el primer debate presidencial, la respuesta fue: "Porque fui el único que habló del hambre". Acá, de hambre, malnutrición, pobreza e indigencia se habló hasta el cansancio. Uno de los expositores llegó a decir: "De una vez por todas, aceptemos que la Argentina es un país pobre y trabajemos sobre esa premisa". Está muy bien la advertencia, sobre todo ahora que muchos ricos de la era kirchnerista están saliendo de las cárceles. La UCA va a tener que volver a medir.
"Consistencia, coherencia, convicciones", clamó Gastón Remy, presidente de IDEA, en un co-co-co muy comentado de su discurso de apertura. "La Constitución divide el poder para limitarlo", recordó el abogado Guillermo Lipera al hablar sobre calidad institucional. Lo dijeron pensando en el país. En todos. Es culpa mía si yo se lo aplico a unos pocos. Y pocas.
MAR DEL PLATA.- Ya lo decía Ortega: "Argentinos, a las cosas". Ahora lo dijo acá, en Mar del Plata, el eslogan del 55º Coloquio de IDEA: "A los hechos". El hecho es que Alberto Fernández no vino. Se perdió a una multitud dispuesta a llevarlo en andas. No sabemos adónde. La mitad de los asistentes sospecha que Cristina no le dio permiso. La otra mitad, mucho más malvada, que se echó atrás cuando vio que la agenda le reservaba un lugar destacado a la calidad institucional. Con empresarios tan prejuiciosos no hay forma de que este país salga adelante. Yo creo que no vino porque el frío y la humedad de estos días le podían tomar el pecho.
Macri también pegó el faltazo, pero apareció anoche en una videoconferencia. María Eugenia habló el miércoles en la apertura, que fue apertura y también despedida. De ella. Eso sí, ovacionada de pie por 1000 personas. "Es el mejor cuadro que dio la derecha en 50 años y se la están llevando puesta", lloró alguien por los pasillos. Intenté consolarlo tirándole dos datos: que aquí, en MDQ, ganaría el Gordo Montenegro, y que en La Plata, Garro parece que le va a ganar a Saintout, una suerte de embajadora plenipotenciaria de Maduro en la Argentina. Son dos distritos muy importantes que el oficialismo veía comprometidos. Pero lo que más le gustó al lloroso fue la historia que le escuché relatar, a viva voz, a Laura Alonso, jefa de la Oficina Anticorrupción. Contó que en su caravana de 30 actos por todo el país, el Presidente está despertando tanto fervor que hay mujeres que se le tiran encima. "Y vieran cómo lo tocan las muy atrevidas". La corrupción de la carne, vendría a ser.
Claro que el tema de las tertulias no era Macri. Era Alberto. Concretamente: la pregunta del millón en el Coloquio fue qué va a hacer con la economía, o con lo que queda de ella, en caso de ganar. ¿Gobernará Alberto Fernández o lo hará Alberto Fernández de Kirchner? Transpirando la camiseta, recorrí salones y pasillos del Sheraton para llevar esa inquietud a banqueros, grandes empresarios, CEO, gobernadores, dirigentes políticos, legisladores, sindicalistas, lobistas, funcionarios, economistas, curas (no digo sus nombres porque hace tres años vino uno y pocos días después recibió una llamada del Papa para retarlo) y hasta psicólogos. Esto viene a ser como la cumbre del "círculo rojo", al punto de que si no venís te sacan la credencial. ¿Qué me contestaron? Nuevamente la cosa se divide por mitades. Unos dicen que no saben qué va a hacer. Otros, que el que no sabe qué corno hacer es Alberto.
Acaso el más contundente fue Juan Manuel Urtubey. "Hará lo que le diga Cristina. El de Alberto será un gobierno de transición: ella quiere que le entregue la banda a Máximo o a Axel", me dijo la primera noche, durante la comida. Como que se me cerró el estómago: no pude probar bocado. Otro (en este caso, el presidente de una multinacional): "Personas muy cercanas a él me cuentan que se lo ve despistado. Dice que con solo no hacer las pelotudeces que hizo Macri todo se va a arreglar". Otro (a este lo mando en cana: es el senador Esteban Bullrich): "¿Viste lo que dijo después del acto de La Pampa? Que Cristina y él son lo mismo". Otro (que no es Bullrich): "¡Tremenda la movilización en La Pampa! La movilización de aviones y bondis, digo". Otro (cana para el expresidente efímero Federico Pinedo): "Yo estoy entre los que creen que Alberto no tiene nada claro cómo arreglar este bolonqui". Otro (Marco Lavagna): "¿Qué va a hacer? Misterio. No tengo idea". Otro (un empresario de sólida formación económica): "La cosa pinta como que va a un irremediable default. Y en esa carrera llegará segundo: primero va a defaultear Kicillof". Yo trato de ser más optimista: asesorado como está por Massa y por Felipe Solá, el rumbo lo debe tener claro.
Por ejemplo: en el Coloquio todo el mundo dio por hecho que la primera medida que tomaría un gobierno albertista, o kirchnerista, o albertokirchnerista, sería convocar a un gran acuerdo nacional. "Con un país virtualmente devastado en su economía, no queda otro remedio". Esto del remedio me lo dijo, no es una broma, el gerente de un laboratorio farmacéutico. Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, sostuvo que en estos momentos la pobreza ya debe estar en el 37%. Cuando mi colega y amiga Liliana Franco le preguntó a Roberto Lavagna, frente al auditorio, por qué había estado tan aburrido en el primer debate presidencial, la respuesta fue: "Porque fui el único que habló del hambre". Acá, de hambre, malnutrición, pobreza e indigencia se habló hasta el cansancio. Uno de los expositores llegó a decir: "De una vez por todas, aceptemos que la Argentina es un país pobre y trabajemos sobre esa premisa". Está muy bien la advertencia, sobre todo ahora que muchos ricos de la era kirchnerista están saliendo de las cárceles. La UCA va a tener que volver a medir.
"Consistencia, coherencia, convicciones", clamó Gastón Remy, presidente de IDEA, en un co-co-co muy comentado de su discurso de apertura. "La Constitución divide el poder para limitarlo", recordó el abogado Guillermo Lipera al hablar sobre calidad institucional. Lo dijeron pensando en el país. En todos. Es culpa mía si yo se lo aplico a unos pocos. Y pocas.
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