miércoles, 26 de junio de 2019

Pobreza política




26 junio, 2019 




Pobreza política: un vago imputado los seleccionó y una 12 veces procesada y con 3 pedidos de prisión preventiva los eligió y los dirige





Por Rubén Lasagno



La política argentina es tan básica como berreta. Por ahí alguno podrá recordar la frase hecha “Los políticos son producto de la sociedad” y es absolutamente cierto, pero quiero ir más allá y agregarle a la frase que ese producto es resultado de nuestra incapacidad para discernir, elegir y proponer, inherente a nuestra típica comodidad de que a las cosas “las hagan los otros” y a la apatía social que sentimos por nuestras cosas en común: la patria, el país, las riquezas nacionales, el dinero público, la producción, los valores ciudadanos, etc.

En los días álgidos de rosca política de cara al cierre de listas del sábado pasado, asistimos a una carrera desenfrenada de tipos que esperan salvarse con la política, es decir, vivir a costa de todos nosotros, ocupando una banca, un puesto, sea en el gobierno nacional y/o provincial (de un lado y de otro/oficialismo y oposición), sin seguir ni proponer (en la mayoría de los casos) un proyecto comunal y de mejoramiento de nuestra calidad de vida como argentinos, sino impulsados por un mezquino proyecto personal en el cual tratan de salvarse los que están (para continuar la beca), los que alguna vez se fueron (y pretenden reeditar la aventura) y los que recién llegan, muchos de los cuales se frotan las manos pensando en el porvenir suyo y de sus familias, más que en el desarrollo y aplicación de un servicio hacia la gente.

Esta suerte de nihilismo generado sobre la clase política, no sale de una contraopinión a todo lo establecido por parte de un inconformista o de alguien que excluye el ejercicio del razonamiento positivo y generaliza emparejando sin sentido ni distinción; es producto del hartazgo que tenemos los ciudadanos sin color político pero con criterio y razonamiento argentino, nacional y de pertenencia, por lo que hacen (en su mayoría) esta casta insensata de hombres y mujeres llevados por la ola de la necesidad de pertenecer, más que por los designios de hacer, una vez en el cargo.

Y quiero detenerme, puntualmente, en cuáles son las bases de sustentación que nos muestra la política en la configuración de los partidos (espacios donde se lucha por llegar al poder), cuando vemos que dentro de fárrago de acomodos, contubernios, rosca, “negociaciones”, arreglos espurios, promesas que jamás cumplirán, traiciones y mentiras sin límites para acomodarse en una lista donde a cada uno los lleven “a algo” (no importa qué), quedan relegadas la moral, la honestidad y la dignidad con el fin de hacer prevalecer la necesidad personal o partidaria por sobre cualquier interés colectivo y (muchos menos) general.


La bajeza política y poca dignidad que tienen muchos argentinos volcados a la política, hace que se tapen la nariz si deben ser dirigidos a dedo por una persona que desconoce el trabajo, el esfuerzo, la dignidad de llevar el pan a la casa y hasta de levantarse temprano (técnicamente señalado como un vago), el cual a instancia de su madre, saca y pone con el dedo a quien debe ir o no en las listas ofrecidas como una ensalada variopinta a los votantes en las próximas elecciones.





¡NO TENÉS VERGÜENZA!



Un tipo sin la menor idea del esfuerzo, sin estudios (que al menos lo formaría) y sin escrúpulos, sospechado e investigado en delitos de lavado de dinero (entre otros), heredero de una fortuna malhabida por parte de sus padres en el poder, nos referimos a Máximo Kirchner, es el alma mater de intendentes del conurbano o del propio Sergio Massa, siendo Máximo el único escalón al que ha podido llegar el ex intendente, dado que después de la rendición incondicional al kirchnerismo, el tigrense no puede acceder a CFK, sino conformarse con las órdenes que le impartió su hijo, que finalmente le tiró una diputación, le llenó la espalda con La Cámpora y Massa no pudo siquiera negociar la candidatura de su mujer a Intendente de su territorio y lo conformaron con un hueso en la legislatura. Sergio Massa es un claro ejemplo de lo que hablamos; de presidencial a nada. De reserva moral por la tercera vía a rendido moral de los inmorales a los que parecía combatir.

Ni hablar de Alberto Fernández, un mentiroso patólógico, bien kirchnerizado (como Massa) y creído que puede, cuando en realidad la ex presidenta lo eligió para que ponga la cara que ella no puede dar (por vergüenza y falta de argumentos para explicar en público sus delitos), mientras que Máximo agita su dedo índice teledirigido sobre las cabezas de los energúmenos que ella desde las sombras decidió si vivían o morían (políticamente) en esta cruzada de hacerse otra vez con el poder, para terminar la obra que empezaron en 12 años de destrucción y robo generalizado de la república.

Más atrás, agazapada y manipulando a los títeres, la mujer que nos hundió en la desesperanza y se robó uno o dos PBI, pugna por volver, esta vez mimetizada tras la sombra de un Fernández indolente y cara de piedra y su hijo, “el mudo”, el mismo que no podía articular una sola palabra cuando fue candidato a diputado por Santa Cruz en el 2015 (ahora lo será por Buenos Aires, de acuerdo a sus «nuevas convicciones«) y necesitaba del doblaje que le hacía en público Carlos Zanini, quien hablaba por él para decir lo que no podía articular. Ahora habla solo (aunque con auditorio propio, jamás ante un micrófono independiente); éste país hasta le dio voz a un tipo sin ningún mérito más que la necesidad de vincularse a la impunidad que le proporciona el aparato K, la baja clase política nacional y las demolidas instituciones usadas para encubrir delincuentes (Congreso de la Nación)

La gestora de todo lo que cambia de nombre pero no de conciencia, la jefa (además de la banda) de quienes pretenden ser parte del entramado kirchnerista, ordena y decide desde el Instituto Patria, cargando en su mochila 12 procesamientos judiciales por malversación de fondos públicos, lavado de dinero, traición a la Patria, fraude con la obra pública, asociación ilícita, coimas, etc más tres pedidos de prisión preventiva, junto con una runfla de delincuentes procesados con ella, inmersos en causas graves contra el Estado argentino, porque son hechos delictivos llevados a cabo en funciones oficiales, convocan a la ciudadanía para ser votados y “reconstruir el país”. Esto, claro está sin mencionar que el propio Julio De Vido es «candidato a diputado» desde la cárcel…

Insisto en mi teoría: la culpa no es de ellos. Saben qué hacer y cómo hacerlo para salvarse de la Justicia que en nuestro país no existe. El problema y la culpa es de la sociedad, de los que les hacen el juego, de los que dudan en votarlos porque detestan lo que está en el poder. Es la sociedad como tal, quien debe depurar poniendo filtros a estos cuerpos tóxicos para que no vuelvan.

Podemos no votar a los que están, pero sería un signo de maduración que la sociedad no vuelva hacia atrás votando nuevamente a los que nos mintieron, nos robaron y sin embargo hoy nos vuelven a amenazar que si regresan, serán peores aún, lograrán autoimpunidad y terminarán el trabajo abandonado en el 2015 por el urnazo que la propia sociedad les dio cuando decidió expulsarlos del poder.

(Agencia OPI Santa Cruz)

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