domingo, 23 de junio de 2019

Cosas que no son de la política sino de diván

Clarín


22/06/2019 



Cosas que no son de la política sino de diván

 A los 66 años, Cristina dice que hubiese sido amante de Belgrano y que tratan como virginales a las más jóvenes.




Cristina Fernández de Kirchner y María Eugenia Vidal.
Una es viuda y la otra separada




Ricardo Roa
                                De editor




Hay cosas que dicen los políticos que se entienden y que se pueden justificar desde la política. Y cosas que dicen que no se pueden justificar desde la política porque hablan más de quienes las dicen.

Cristina cruzó a Macri porque en el día de la Bandera fue a Rosario, salteó el acto en el monumento y en un club delante de chicos calificó de mafioso al camionero Moyano. O sea, a un sindicalista que ella repudiaba y que ahora es su aliado. ¿Y qué hizo Cristina y cómo recordó a Belgrano, el prócer de la austeridad, también en el día de la Bandera? Hablando de ella misma.

Dijo en una reunión con militantes: “A Belgrano no lo casaba nadie... ustedes saben que nunca se casó. Yo hubiera sido la amante de Belgrano, quizás, pero algo con Belgrano hubiera tenido”. Y después: “Me inventaron amantes” y “me di cuenta de que hay dirigentes jóvenes, de 45 años, que no son del campo nacional y popular, que no son viudas como yo, son separadas y las tratan como hadas, virginales, angelicales”. Si el tiro no iba para María Eugenia Vidal le pegó justo en dos puntos: la gobernadora tiene 45 años y es separada. Cristina tiene 66 y a los 66 dice cosas como éstas. Cosas que no parecen de la política, sino de diván.

Y son algunas de las cosas por lo que la política se ha convertido en una mala palabra aunque más preciso sería decir que los políticos o unos cuantos políticos se han convertido en una mala palabra. Empezando por los que entran a la política por la puerta de la militancia y salen por la puerta de la plata, no de la ciudad sino de la plata contante y sonante. Algo tan naturalizado que hasta se llega a justificar con una frase horrible: roban pero hacen.

Cosas de la época también, los que saltan de grupo y de partido para sacar ventajas personales. Van de un lado al otro según caliente el sol, multiplicados en estos días por el cierre de candidaturas. Como ninguna otra fuerza política, el peronismo ha sacralizado el valor de la lealtad. Perón era la medida de la lealtad y ahora todo se ha vuelto mucho más confuso. ¿Cómo se entiende la lealtad? ¿Lealtad a qué y a quién? En lo que no hay dudas es que el peronismo ha sido y es leal poder. Una foto emblemática, la de Máximo Kirchner con el neofascista Santiago Cúneo, que a falta de mejor explicación Alberto Fernández llamó “coyuntural”. ¿Qué quiso decir? ¿neofascismo coyuntural?

Otra explicación de lo que no se puede explicar fue de Massa. Dijo que volvía al cristinismo sin irse del Frente Renovador. Podría haber dicho que volvía para renovar el cristinismo, donde lo único que se tolera es la obediencia. En el todo vale, vale todo.

Y el viejo truco de que todo es lo mismo. Bien lejos de los que revisan en serio posiciones que consideran agotadas o equivocadas. Cambiar es una opción y en muchos casos es la mejor opción. Las actitudes dogmáticas no son política, son religión. Antes, coherencia era nacer y morir en la misma ideología. Militantes de obediencia ciega, que en esa obediencia ciega a veces terminaban defendiendo lo contrario de lo que creían para seguir siendo fieles al partido.

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