domingo, 23 de junio de 2019

Cristina, Belgrano y el amor inconcebible

Clarín


21/06/2019 - 22:36



Cristina, Belgrano y el amor inconcebible


El sueño erótico de CFK es un síntoma de su mente transhistórica.




Cristina Kirchner, en campaña en Rosario. La ex presidenta quiso asociar otra vez su figura a la del creador de la Bandera. Un patriota que -en las antípodas de la opulencia de CFK- murió en la pobreza. Foto: Télam



Miguel Wiñazki




María Josefa Ezcurra decidió seguir la brújula de sus palpitaciones. Emprendió aquella interminable travesía para llegar luego de haber pernoctado en postas, en la nada, y de haber atravesado el polvo profundo de esas inmensidades vírgenes, hasta Manuel Belgrano que se debatía en el norte capitaneando éxodos y bayonetas. Y después del polvo y de todos los caminos, María Josefa y Manuel se encontraron en Jujuy entre cardones, arenales pedregosos, cielos altivos, sangre derramada y heroísmos inauditos. El romance derivó en un hijo, Pedro Rosas y Belgrano. Lo crió luego Juan Manuel de Rosas. María Josefa era la hermana de Encarnación Ezcurra, la mujer del cruel Restaurador. Belgrano tuvo otros amores, otra hija, Manuela Mónica. Afrontó todas las victorias y todas las derrotas con el mismo coraje y murió, como se sabe, sin nada en los bolsillos.


Escribió Ernesto Sábato: “Don Manuel Belgrano, frágil como una niña, generalito improvisado, que abrazó la fuerza de su ánimo, su fervor, dispuesto a enfrentar las tropas aguerridas, por una patria que aún no se sabía lo que era, y ¡todavía! no sabemos lo que es; hasta dónde se extiende; a quién pertenece de verdad; si a Rosas, si a nosotros; si a todos juntos…”


Degradando la altura de las gestas, de los sufrimientos, obviando las palabras profundas que llegan de otros tiempos, y sorteando con simplismo sin par todas las honduras de la memoria histórica, Cristina Fernández afirmó que ella hubiera tenido “seguro” algo con él. Un amantazgo con Belgrano.


El sueño erótico de Cristina es un síntoma de su mente transhistórica, telenovelada por ella misma y grandilocuente.


En su ensoñación ditirámbica lanzó un dardo tácito y vetusto contra María Eugenia Vidal: “Hay dirigentes mujeres, jóvenes, de 45 años, que no son del campo nacional y popular, que no son viudas como yo, son separadas, (y las tratan) como hadas, virginales, angelicales”.


¿Cuál sería la crítica? ¿Que Vidal está separada? ¿Que no es virginal y que la tratan como si lo fuera? ¿Y si no es virginal cuál sería el problema?


Entre el romance imaginario de Cristina Fernández y esa enroscada enjundia frente a Vidal, el popurrí disonante de sus valores aportó muchos elementos relativos a un moralismo estamental en el que las viudas imperarían éticamente por sobre las separadas. O algo así.


El delirio es inherente a la megalomanía. Así como la paranoia.


Con poder los delirantes imponen una “deliriocracia”, el gobierno del dislate y de la reducción de la historia a escala de una mente que solo se observa a sí misma.


Analizando la vida, la obra y los bolsillos vacíos del prócer deseado por Cristina ¿podemos suponer que Belgrano hubiera querido tener un romance con ella?. Son almas antagónicas. Héroe y genio él, ella no.


Belgrano, además, era periodista. Escribía, editaba, entrevistaba personajes relevantes y dirigía periódicos.


Sobresale su acción comunicativa en El Correo de Comercio, donde en tiempos de bocas acalladas predicaba ya con pluma brillante la revolución inevitable.


Entre los kirchneristas corrompidos prevalece el miedo al periodismo. Por eso diseñan, ahora como antes, operaciones de desprestigio, querellas, llamados a indagatorias y agravios prefabricados precisamente contra aquellos que los investigaron con responsabilidad.


Otra vez vuelven a equivocarse. Reiteran estrategias antiguas. Buscan lapidar como antes a quienes indagaron en sus cuentas sucias. No les resultó cuando estaban en el poder y no resultará ahora. Lo mejor hubiera sido no robar, en lugar de perseguir comunicadores. Hubiera sido preferible soslayar la corrupción, y no tratar de impedir que la corrupción aparezca expuesta ante la opinión pública como debe ser.


Las organizaciones de defensa de la libertad de expresión nacionales e internacionales están alertas, con los ojos muy enfocados otra vez en la Argentina, detectando avant la lettre maniobras arteras que bullen en cerebros ávidos de represalias y de gestos punitivos aleccionadores, como si enlodando a los informadores pudieran borrar las informaciones que los incriminan. La advertencia feroz y cuadriculada del ínfimo Dady Brieva que procura una CONADEP contra los periodistas no es solamente una estupidez, es también un aviso de lo que pergeñan con alevosía y con esa pasión por asociar siempre periodismo a delito.


Hay una relación perversa entre la condición delirante y la vocación del censor: la voluntad de abolir el sentido de realidad. La pretensión insensata de vociferar dislates para convertirlos en monsergas aplaudidas y eventualmente triunfantes.

Esa locura podría imponerse.

Y en el manicomio llora Belgrano junto a un calefón.

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