lunes, 27 de mayo de 2013

¿Quién le devuelve a los argentinos una década perdida?





Es difícil, luego de 10 años, encontrar fuertes resultados para defender la gestión K. No sólo para falta de claros resultados económicos y dudosa mejora de indicadores sociales (que se ven afectados por los poco fiables datos de inflación oficial), sino que las sospechas de corrupción y sesgo autoritario hace del Kirchnerismo un estilo reprochable en sí mismo.


Diez años con términos de intercambio increíblemente favorables y una presión tributaria récord. ¿El resultado? Déficit fiscal, un laberinto de subsidios cruzados, una infraestructura decaída al punto tal que los barcos se hunden solos, tormentas que se cobran vidas en la capital de la provincia más importante del país, provincia que ni siquiera fue capaz de contabilizar los fallecidos en su propio territorio.

Diez años que se caracterizan por un consumo de capital inocultable, y no por inversiones dignas del tan defendido crecimiento a tasas chinas. ¿A dónde fueron a parar las maravillas del relato? ¿Dónde están las grandes obras y logros que serán recordados en la historia del país? No es difícil, en cambio, encontrar ejemplos de expropiaciones y fracasos administrativos como los de Aerolíneas Argentinas e YPF.

Diez años de destrucción institucional, al punto tal que Argentina es comparada con gobiernos como el Venezolano, y con instituciones más próximas a las de panes como Cuba, Corea del Norte o Irán y bastante lejos de las instituciones de los países Europeos que tanto paladar encuentran en el relato kirchnerista. Basta ver la pobre actuación del equipo económico durante las últimas semanas para ver lo bajo que se ha caído en cuanto a seriedad e instrucción de quienes tienen a cargo la economía del país. Desde la presidente del Banco Central que niega la relación entre expansión monetaria e inflación (que es lo mismo que negar la ley de demanda y oferta en el dinero), Kicillof que tiene fe renovada en el control de precios dado que ahora existe Excel (como si ese hubiese sido el problema a lo largo de toda la historia económica) hasta un ministro de economía que pierde su entereza cuando se le pregunta por lo que todo ministro de economía debe estar siempre preocupado: la tasa de inflación.

Diez años de sospechas de corrupción que hacen ver a los casos de la década del 90 como cambio chico de bolsillo. Tan poco interés muestra el gobierno por los contribuyentes y fondos públicos que no sólo no se remueven a los responsables, lo cual sería un acto automático en un país que valora las instituciones en los hechos, y no sólo palabras muertas, sino que ni siquiera es capaz de ofrecer explicaciones para dar respuesta a la opinión pública.

¿Cómo se respalda a un gobierno que defiende las irrisorias cifras del Indec, que prohíbe a sus votante ahorrar en las divisas que deseen mientras ellos directamente la pesan en bolsos? ¿Cómo defender a un gobierno que ignora la Constitución Nacional, que tiene una inflación récord, que no ajusta las jubilaciones atendiendo los fallos de la Corte Suprema? En resumen, ¿cómo respaldar a un gobierno que por más democrático que se diga en la práctica es inocultablemente autoritario?

Estos 10 años de Kirchnerismo deberían servir para reflexionar sobre los efectos a largo plazo de hacer la vista gorda a los políticos que violentan las instituciones, que no es otra cosa que las garantías individuales, tanto de la mayoría como de la minoría. Deberían servir también a la clase política en general por no cumplir su rol de poner freno a los abusos de poder de quien es gobierno de turno en tiempo y forma. ¿Quién le devuelve a los Argentinos estos 10 años cargados de rencor y divisiones? ¿Quién le devuelve a los Argentinos las oportunidades perdidas de estos 10 años?


Nicolás Cachanosky es editor de Punto de Vista Economico

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