domingo, 24 de marzo de 2019

El error de Vidal



24/03/2019

El error de Vidal




Los datos que desvelan a la gente de la gobernadora en la Provincia

Por José Ángel Di Mauro


Nadie podrá decir que el Presidente no le pone el cuerpo a la campaña. Su imagen está muy presente, aunque está claro que ese hándicap que le da ser quien es respecto de sus probables rivales no necesariamente es garantía de nada. Por el contrario, que todos los días hable no le asegura ascender en las encuestas; ni mantenerse siquiera.

A la inversa, sus adversarios ni siquiera confirman candidaturas que se dan por descartadas; casi no hablan y no caen… Y suben. Por el contrario, los datos que circulan y los que maneja la propia Casa Rosada muestran a Mauricio Macri en una pendiente que no encuentra piso.

En el gobierno se habían ilusionado con el G20. Esa semana soñada y la imagen emotiva del Presidente en el Colón encendieron la ilusión en una administración que suele hacer gala de un optimismo elevado. El dólar finalmente calmo después de un 2018 de andar impetuoso, un fin de año tranquilo a pesar de la situación social y unas vacaciones inminentes que auguraban mucho turismo nacional, contribuían al plan de Cambiemos para el inicio del año electoral: un dólar quieto, evitar los desbordes y aguardar a que el optimismo vaya renaciendo conforme la recesión afloje.

Puede fallar. Tras meses de quietud, el dólar volvió a desperezarse encendiendo luces de alarma; la temporada de verano fue olvidable en todos los destinos, con un consumo mínimo por parte de los turistas, y los datos de la economía son monocromáticos: todos en rojo. Lo peor, la inflación que no afloja. Ni siquiera con una recesión de las peores el costo de vida morigera sus porcentajes y los dos primeros meses del año dieron cifras que individualmente pueden corresponder a la inflación anual de cualquier país normal. Peor: marzo viene en el mismo nivel. El viernes ya circulaban cálculos que le asignaban a la inflación de 2019 un 37%.

El peor de los mundos para quien en campaña sostuvo que bajar la inflación era el más sencillo de sus desafíos. Su equipo ya debiera preparar los argumentos que deberá esgrimir cuando sus rivales agiten ese tema en los debates presidenciales.

Los estrategas del gobierno ponen mucha atención en lo gestual, y por eso tomaron nota de que el Macri enérgico y enojado rindió muy bien en la inauguración de sesiones del Congreso. Por eso se vio un presidente en el mismo tono el domingo pasado en la entrevista de Luis Majul, y cuatro días después “caliente”, según él mismo se confesó en la reunión del Gabinete Ampliado en el CCK. Pero no todo es tan lineal, debieran saber los especialistas que entrenan al Presidente. El Macri vigoroso del 1° de marzo tenía un contexto especial marcado por el kirchnerismo en pleno insultándolo y tratando de callarlo en el Congreso. De ahí el “éxito” de esa presentación. Las otras dos imágenes de un Presidente enojado corren el riesgo de bordear la sobreactuación. Que no te vean auténtico es un defecto sumamente incómodo; pregúntenle a un exintendente de Tigre.

Aunque puede haber sido sincero; hay quienes afirman que este es el Macri verdadero, y no el de la versión “zen” de los últimos años. Y sobre todo tiene argumentos para estar enojado, por obvias razones.

La pregunta corriente desde el reportaje en La Cornisa fue por qué Macri decidió subir al ring a Roberto Lavagna. ¿Tiene lógica darle visibilidad a un rival que aún ni siquiera es candidato y viene detrás en las encuestas? El analista político Sergio Berensztein tiene su interpretación: en la Rosada habrían advertido que finalmente Cristina Kirchner comenzó a romper el techo que desde hace tiempo le asignan las encuestas, y esa preocupación llevó a echar mano a un tercer candidato que comience a erosionarla. Aun a riesgo de los votos propios que Cambiemos pueda resignar a manos del exministro.

Recordemos que el juego del oficialismo siempre consistió en rivalizar con la expresidenta, pero considerando la existencia de un peronismo dividido. La apuesta a Lavagna es por un candidato que pueda terciar, mas no desplazar a los dos primeros. Aquí hay que recordar lo que decía Juan Manuel Urtubey a este medio a pocos días de haberse lanzado Alternativa Federal: “Hay un 40% del electorado que no quiere a Macri ni a Cristina, a ellos les apuntamos”. Y agregaba la pregunta de por qué no podían terminar ellos desplazando al oficialismo del balotaje.

Desde ese sector se esmeraban en difundir el viernes una encuesta de Federico González y Asociados que mostraba a Alternativa Federal superando a Cambiemos en el conurbano bonaerense. La encuesta muestra al espacio de Cristina Kirchner con un 35,2%, a Macri con un 21,4%, y a los cuatro precandidatos de Alternativa Federal sumando un 27,8%.

De ese porcentaje, un 13,9% corresponde a Sergio Massa y un 7,7 a Lavagna, de ahí que las usinas massistas fueran las más entusiastas en difundir ese dato. Pero lo cierto es que el exministro de Economía parece ser el candidato capaz de alterar el statu quo, con una característica no menor: le saca votos a los dos primeros.

Aunque insista en sostener que aún no es nada, Lavagna ya camina con aires de candidato. Así se lo vio en Córdoba, la provincia que en 2015 le dio la presidencia a Mauricio Macri, pero en la que el exministro de Duhalde y Néstor Kirchner juega de local. Recordemos que cuando en 2007 fue candidato presidencial con Gerardo Morales como vice, salió tercero, relegado por Elisa Carrió; pero en Córdoba ganó, 12 puntos arriba de Cristina.

No trascendió mucho de lo que habló con Juan Schiaretti, aunque del lado del gobernador hicieron saber que le había recordado que en ese espacio acordaron decidir el candidato en las PASO. En realidad, no habría sido tan enfático, sino que le habría recomendado esperar a ver cómo evoluciona la situación y maduran las candidaturas. La verdad sea dicha, cuando se creó ese espacio se estableció también que si llegado el momento las encuestas muestran a un candidato dominando la situación, se encolumnarán detrás.

Desilusionado con Macri, ya se sabe que “círculo rojo” ha elegido a Roberto Lavagna. Razón de más para que el Presidente esté especialmente “caliente” con ellos, que también lo desilusionaron a él. Como sea, el “círculo rojo” no define elecciones, y en Cambiemos piensan que mejor sería recuperar el favor de la clase media, tan castigada durante su gestión. No será fácil.

En este contexto se entiende la preocupación mayúscula que embarga hoy al equipo de María Eugenia Vidal, la figura política de mayor ponderación en la Argentina desde hace tres años, pero que curiosamente está en serio riesgo de perder la reelección. No son pocos los que consideran que su suerte está echada desde que accedió al pedido de Nación de “no desdoblar” la elección. “Para nosotros también fue un error”, confesaba a este medio el miércoles un colaborador cercano de la gobernadora ante la pregunta de si no creía que había sido una mala decisión haber hecho caso a la Rosada.

“Pero hubiera sido una mala señal para el gobierno nacional que nosotros también separáramos la elección”, concedió nuestra fuente. No obstante ello, admitía que adelantando hubiesen podido ofrendarle a Macri una victoria resonante en el principal distrito del país, reforzando sus aspiraciones de reelección. Por el contrario, reconocía el miembro del equipo de Vidal, “ahora Macri puede llegar a ser reelecto, pero como un presidente débil que gane el balotaje por poco, habiendo perdido la provincia de Buenos Aires”.

Otra fuente bonaerense admitió ante este medio que los números que manejan los tienen 9 puntos abajo, pero mostró firmeza al asegurar que “sabemos en qué lugares tenemos que poner especial énfasis para revertir la situación”.

Existe además una posibilidad -no concreta, pero factible- de que el peronismo se una en la provincia de Buenos Aires para enfrentar a Vidal. No sería descabellado pensar que una misma figura vaya en las boletas de Cristina y Lavagna, suponiendo a ambos candidatos presidenciales. La ley lo permite y fue el recurso que Cambiemos utilizó en algunas provincias del norte en 2015 y que le permitió ganar a Gerardo Morales en Jujuy, figurando en las boletas de Macri y Sergio Massa.


Sería impensable que Alternativa Federal llevara a un Axel Kicillof, por ejemplo; pero no habría tantos reparos si fuera un intendente del Conurbano. ¿Y Sergio Massa, de diálogo fluido con figuras muy cercanas a la expresidenta? En Cambiemos manejan la posibilidad de un candidato a gobernador único, se desconoce si con algún elemento para contrarrestar tal estrategia.

Será cuestión de atender la recomendación que estos días le hizo Margarita Barrientos al gobierno: “Si Macri tiene algún as en la manga, que lo use ya”.

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