sábado, 12 de septiembre de 2015

Siempre fuera del mundo





12/09/15

Del editor al lector



Francisco va a Cuba y Cuba indulta a 3.522 presos. Del otro lado, o en realidad del mismo, Venezuela condena al opositor Leopoldo López a más de trece años de cárcel. Con precisión, a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas. ¿Su delito? El más grave para un gobierno autoritario: protestar.
Mientras tanto, Cristina Kirchner se prepara para viajar a La Habana y verse allí con el Papa. Francisco va también a Estados Unidos, adonde Cristina no iría. Luego, con toda probabilidad, hará una nueva cadena nacional, siempre en clave electoral, para sumar a su relato el éxito de haber tenido otra entrevista con el Papa.
El kirchnerismo mantiene a la Argentina en un costado del mundo, pero lo hace al modo K: pretende mostrarse en él a través de la tangente vaticana y la tangente de las fotos y el discurso. Pero nada que signifique pegarse con Estados Unidos.
Es que allá, además, están las amenazas: “Si me pasa algo, que nadie mire hacia el Oriente, miren hacia el Norte”, dijo Cristina hace un año. Aludía, en su estilo “para entendidos”, al polémico acuerdo con Irán por la investigación del ataque a la AMIA.
Irán, previsiblemente, nunca contestó la propuesta K. Pero sí le contestó a Estados Unidos, con quien acaba de firmar un acuerdo nuclear que sirvió, cuándo no, para que el kirchnerismo blanda su dedo acusador a aquellos que “aplauden a Obama pero a nosotros nos criticaban”.
Entre tanta complicación internacional, y mala elección de socios, se podría entender que Cristina, declarada adalid de la democracia y los derechos humanos, omita la esperada alusión a la condena de López. Sería porque, al fin y al cabo, no se puede estar en todo en un mundo que se cae. Claro que para el kirchnerismo el mundo se cae lejos, en las playas de Turquía, no en los pueblos olvidados del Chaco, como ha dicho esta misma semana hablando de ajenos y omitiendo a los propios. 
Cada vez que un Papa visita Cuba, hay liberación de presos. Pasó con Juan Pablo II y con Benedicto XVI. Cristina podría interceder ante Francisco para que visite Venezuela y consiga algo parecido. Pero, claro, tampoco las cosas están como para ser más papista que el Papa y andar pidiendo por cualquier preso político. El kirchnerismo, como ha hecho con los derechos humanos, está para contarnos la versión que quiere de los hechos y mostrarnos la foto que le interesa, no la que podría mostrar los rasgos autoritarios de su principal aliado.
Amnistía Internacional, que tanto hizo por el país, marcó el camino, y casi no hay gobiernos democráticos que no hayan condenado a Venezuela por encarcelar a un opositor. No hace falta aclarar que Argentina es una de esas excepciones.






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