sábado, 12 de septiembre de 2015

¡Que no mueran más chicos... en Turquía!





Sábado 12 de septiembre de 2015 | Publicado en 
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Por  | LA NACION



Me tomé unos días de descanso, fui a hacer turismo nacional y popular en el norte del país, y al volver me encontré con un piquete mediático contra la Presidenta. Y todo porque en el discurso en José C. Paz, el miércoles, aludió a los países que "dejan morir chicos en la playa", justo el día en que moría en Resistencia el chico qom Oscar Sánchez, de 14 años y sólo 11 kilos. Sobre esto tengo dos cosas para decir. La primera es que, gracias al modelo, en el Chaco del Coqui Capitanich, en el Chaco mimado por la Casa Rosada durante todos estos años, los chicos no mueren espantosamente en las playas, ahogados, sino en los hospitales, desnutridos. La segunda es que tiene razón Capitanich. Lo de Oscar Sánchez es un problema cultural: en el norte profundo hay mucha gente que no sabe convivir con el hambre.
Una horrible coincidencia es que Oscar había sido atendido en el hospital Néstor Kirchner, de Villa Río Bermejito. Debe ser un centro de salud de excelencia, pero no se puede hacer nada cuando llega un gurrumín tan desatendido por sus padres.
Sería espantoso que, por casos como éste, maliciosamente empezaran a decir que no nos preocupan los menores. Claro que nos preocupan. De hecho, el martes se supo que La Cámpora, a través del Ministerio de Desarrollo Social, reparte entre chicos de 4 años simpáticos cuadernillos con un rompecabezas que forma la figura de Cristina. 
Es un instructivo sobre los derechos del niño, y qué mejor que aprender de la mano de nuestra Presidenta. ¡Quién ha trabajado más por ellos, eh! Cuando en las elecciones de Tucumán el Frente para la Victoria distribuyó entre personas de bajos recursos bolsones de comida, electrodomésticos y hasta plata en efectivo, la consigna era: "No estamos pensando en su voto, sino en el bienestar de sus hijos".
Yo creo que esta fórmula del rompecabezas, tan didáctica, debería ser replicada entre chicos de otras edades. Limitarla a los de 4 años es discriminar al resto. Mi nieta de 3 años lloró desconsoladamente cuando se enteró de que tiene que esperar un año para recibir su cuadernillo. "Yo quero a Critina ahora", rezonga. La pongo frente a la televisión durante las cadenas, pero no hay caso. Lo que quiere es el jueguito. Armar ella a la señora. Para calmarla le digo que Cristina es un rompecabezas imposible: hasta ahora nadie ha conseguido completarlo.
Los adolescentes también protestan. Recuerdan lo mucho que aprendieron con la vida de ese héroe y mártir, Nestornauta, y dicen que su educación democrática sería perfecta con otro instructivo pensado por La Cámpora. A mí se me ocurrió un nombre: "Vamos por todo". En el prólogo podríamos reproducir la célebre arenga republicana de Hebe en octubre de 2010: "Los jueces son una mierda y en la Corte son unos turros". Y fotos, muchas fotos: la del revólver de Guillermo Moreno sobre su escritorio, para amedrentar a empresarios (o la del acto en la Plaza de Mayo, cuando amenazó al ministro Lousteau con cortarle la cabeza); la de D'Elía arrasando la comisaría de La Boca; la de Capitanich rompiendo ante las cámaras un ejemplar de Clarín; la de Timerman en Ezeiza, alicate en mano, incautando documentación del gobierno norteamericano; la de la represión a los golpistas tucumanos que no reconocieron la victoria de Manzur (o la de las urnas que llegaban abiertas a la Junta Electoral); la de Cristina en Olivos con su pierna enyesada explicando que Nisman, en fin, andaba en cosas raras. Imaginemos a nuestros hijos formados bajo este patrón cultural. Imaginémoslos en charlas con sus amigos: "Este fin de semana leí un texto extraordinario: alta literatura argentina". "Ah, qué bueno. ¿Borges, Cortázar, Piglia?" "No, Barone, en un folleto de La Cámpora."
En el discurso en José C. Paz, Cristina no se refirió a la muerte de Oscar Sánchez. Tampoco a las de otros cientos o miles de chicos del Norte, todos víctimas de la desnutrición. Habló de los muertos en Turquía. Qué bueno tener una Presidenta preocupada por el mundo y no sólo por su país. También en eso se parece al Papa.
Durante el mensaje, sorprendió al ocuparse del caso de Fernando Niembro, el candidato a diputado por Pro involucrado en la firma de contratos fraudulentos con el gobierno porteño. Señores, señoras, todos y todas, sus palabras no han sido suficientemente valoradas. Fue un momento histórico: se sabe que la Presidenta jamás hablaba de corrupción porque lo consideraba un tema contagioso, viral. Pero eso es el pasado. Con Niembro empezó una nueva época. De cara a la posteridad para la que ahora trabaja, Cris ha decidido empezar a llamar las cosas por su nombre.
 Que se pongan en guardia, pues, Boudou y De Vido, Felisa Miceli y Jaime, Alperovich y Manzur, Cristóbal López y Lázaro Báez. Que se cuiden funcionarios y legisladores. Jueces y periodistas. Que se cuide incluso su hijo, Máximo Rendimiento, porque ella no va a reparar en cuestiones de sangre.
Créanme, esta vez lo de la corrupción va en serio. Tan en serio que en el lanzamiento de la cruzada por la transparencia se hizo acompañar por dos figuras irreprochables: Scioli, "el Estanciero", y Lula, al que sus amigos llaman cariñosamente "Petrolão".

Ah, me olvidaba que también estuvo el más irreprochable de todos. Aníbal Fernández.

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