jueves, 3 de octubre de 2013

El peronismo no perdonará a Cristina





octubre 3, 2013
 
 
 
 
Después de las elecciones llegará la hora de la verdad para Cristina Fernández y todo indica que su permanencia en el gobierno se acabará apenas se haga sentir la derrota electoral. La percepción del final cercano ha sido desarrollada y comentada reiteradamente hasta que hace unas horas un dirigente que es un fino observador de las internas peronistas -Julio Bárbaro- lo dijo con todas las letras durante un reportaje periodístico. Más aún, podemos afirmar que se trató de una pensada señal hacia toda la estructura partidaria que al comenzar la semana, a medida que se acercaba la fecha de los comicios, tenía la certeza del triunfo de Sergio Massa por una notable diferencia de votos. 

 Los analistas y encuestadores informaban día a día sobre una mayor y creciente distancia entre los dos candidatos principales y surgía el interrogante acerca de qué haría Cristina frente a esta realidad objetiva y difundida. Ayer escribimos sobre los dos caminos que se abrirían frente a la situación y hoy podemos añadir que la presidente de la ex República no hará nada para modificar el rumbo de sus actos, que persistirá con su política, que profundizará los lineamientos de su discurso y no se apartará un ápice de su desdibujado proyecto bautizado como un relato contradictorio, agresivo y pedante.

Meses atrás, el gobernador de Córdoba, De la Sota, mantuvo una reunión reservada con dirigentes partidarios llegados desde distintos puntos del país para analizar lo que se llamó el “comportamiento” de Cristina, con abundancia de duras críticas sobre su gobierno, anécdotas y temores. En síntesis, se llegó a la conclusión de que había que hacer últimos intentos para corregir lo que consideraron graves errores entre los que se destacaban la creación de La Cámpora y organizaciones similares, la falta de definiciones y el peligro de la pérdida de votos, enfoque que era compartido por varios gobernadores que por distintas vías habían anticipado sus inquietudes. A partir de ese momento -y así lo comentamos oportunamente- se aceleraron las reuniones parciales e incluso se lo consultó al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, sobre cuál sería su actitud definitiva. 

El peso de la provincia siempre se hizo sentir pero la reticencia de Scioli a manifestarse y la amplitud de su paciencia al soportar el destrato presidencial, hicieron que las conversaciones derivaran a círculos más cerrados pero obviamente cada vez más decididos. La cronología de los hechos corría paralela a los desaguisados de Guillermo Moreno y distintos sucesos como, por ejemplo, los disparates protagonizados por Héctor Timerman y que es innecesario precisar. 

Concurrentemente, un hombre muy cercano a la Casa Rosada como es el gobernador Gioja, de San Juan, sumó expresamente su preocupación al percatarse de lo que sería el desastre electoral en su provincia, con el detalle de que se agravaría si Cristina resolviera visitarlo para participar de la campaña. Ya en otros niveles y desde antes de la decisión de Massa de convertirse en primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires contraviniendo la voluntad de Cristina, acostumbrada a poner a dedo a los candidatos, los intendentes razonaban de la misma manera y, si bien muchos de ellos juraban lealtad a la viuda, se sabía que habían tenido entrevistas y adelantado la promesa de que trabajarían por Massa y no por Insaurralde. En síntesis, la suerte estaba echada.

Pero todavía faltaba un último paso. Fue la reciente reunión de gobernadores, oportunidad en que se resolvió tratar de desprenderse de la imagen de buenos vínculos con Cristina, en una elección que la ubicaba compitiendo de hecho con el intendente del Tigre… y que perdería de punta a punta. Frente a esta realidad, explicábamos ayer que hubo quienes pensaron en que la presidente haría un giro substancial de 180 grados, como indicaban la lógica y el sentido común, y buscaría superar un trance cargado de evidencias negativas. 

Sin embargo, nada de esto sucederá. La viuda de Néstor Kirchner se abroquelará con La Cámpora y las restantes organizaciones de pseudo izquierda o de una izquierda con matices y fuera de época, acentuará la defensa del polémico presupuesto, cuya confección nos costará la bonita suma de cuatro mil millones de dólares adicionales, y no dirá nada sobre la necesidad de los ajustes económicos que dejará de regalo a quien la suceda por designación de una Asamblea Legislativa previa decisión de una Junta de Gobernadores de la que varias veces hemos hablado. Excepto un milagro, éste es el panorama que ofrece el escenario político institucional que, como lo escribimos más de una vez, se acerca rápidamente pero cargado de peligros, seguramente de sinsabores y una vez más… de cansadas esperanzas.
 

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