sábado, 14 de febrero de 2015

Tal como merecen irse







15 de febrero de 2015




Por Nicolás Márquez

El matrimonio Kirchner demonizó hasta el hartazgo el último gobierno militar, del cual ellos fueron beneficiarios en calidad de matrimonio próspero al comprar 22 propiedades entre 1977 y 1981 (ascenso económico bastante curioso para quienes dicen haber sido “perseguidos políticos” por entonces).

Luego denostaron la década del 90, pero en esos años ellos fueron menemistas (compartieron en 6 ocasiones la boleta con el “compañero Carlos”) y entusiastas privatizadores del petróleo, de cuyas regalías se apropiaron.

Criticaron con frenesí la jurisdicción norteamericana para dirimir el conflicto con los llamados “fondos buitres”, pero fueron ellos quienes pactaron dicha jurisdicción. Asimismo, cuestionaron “la usura” de dichos fondos, pero el matrimonio presidencial se enriqueció en el sur justamente por medio de la usura durante sus sórdidos entuertos con Finsud.

Nisman y el mismo modus operandi

Ahora, respecto del homicidio/asesinato del Fiscal Alberto Nisman, el régimen kirchnerista criticó sin piedad al espía Jaime Stiusso, a quien ellos sostuvieron desde el año 2003 hasta el 2014 como un hombre propio, a pesar de las denuncias oportunamente esbozadas por el Ministro Gustavo Béliz, a quien echaron por dicha circunstancia.

Criticaron además al malogrado fiscal Nisman horas antes de su extraña muerte, a pesar de que fueron ellos los que le otorgaron la confianza y los jugosos desembolsos para conducir la investigación de la causa AMIA con una fiscalía especial a su cargo y fueron ellos quienes nombraron a Stiusso como colaborador de Nisman.

Tras la muerte del magistrado, criticaron las “operaciones de prensa” de Clarín en torno al episodio (rompimiento de diarios incluido), multimedio al que el propio kirchnerismo le dio todos los privilegios económicos y políticos desde el año 2003 hasta el 2008, cuando por entonces la empresa de Magnetto no era “destituyente” sino socia de la pandilla gobernante.

Justamente, una de las características del kirchcnerismo ha sido y sigue siendo denostar lo que antes enaltecieron, pero ocurre que hoy esas trapisondas ya están gastadas, son repetitivas y no sorprenden a nadie. Es por eso que el descrédito está a la orden del día y la camarilla gubernamental se está desbandando en el máximo descrédito local e internacional. Sus inmoralidades y picardías ya dejaron de causar gracia y las mismas no hacen otra cosa que seguir agigantando el desprestigio y la indignación colectiva.


Preso de su propio modus operandi, el kirchnerismo se irá del poder tal como merece irse.

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