El mundo está sorprendido por la humildad del Santo Padre, que ya
cumplió un año de su papado y que acaba de aparecer en la tapa del
semanario New Yorker, que se suma a la que tuvo en el Time
el mes pasado y a la aceptación que su gestión tiene en los círculos
liberales de Estados Unidos y Europa. Pero su silencio sobre los graves
hechos de violencia en la República de Venezuela sorprendió a muchos
católicos que no comulgan con el régimen dictatorial de Caracas y este
silencio papal significa en cierto modo un apoyo al régimen chavista.
Otro hecho que reafirma esta tendencia se produjo el 5 de marzo pasado, cuando se conmemoró el primer aniversario de la muerte del presidente Hugo Chávez. En esa ocasión concurrió la presidente argentina a un homenaje en la villa 21-24, donde los curas villeros Tot, Charly y Juan, muy cercanos a Bergoglio, oficiaron una misa en homenaje al dictador venezolano, que finalizó con Cristina con una rosa en el cabello, una virgen de Caacupé en los brazos y bailando música caribeña, en una muestra más de la falta de respeto de la presidente a los símbolos patrios, como lo hizo con Cristóbal Colón y la misma Iglesia Católica. A todo esto, el santo padre no dudó en darle una audiencia privada el próximo lunes 17, con almuerzo incluido.
Otra muestra de esta santa alianza es que en el cuestionado proyecto de reforma penal se incluye nuevamente el delito de aborto, desconociendo el fallo de la Corte Suprema sobre los abortos no punibles y también en el nuevo Código Civil y Comercial, su artículo 19 se contradice que con la ley de fertilización asistida que ella misma promulgó. Todo esto demuestra que hay un plan canje entre el Santo Padre y Cristina Fernández de Kirchner. Pero además hay que señalar una reunión de la que participaron el titular del SEDRONAR, padre Juan Carlos Molina, exégeta de Pablo Escobar; Juan Carr, el referente argentino del “pobrismo”; el “Cuervo” Andrés Larroque, de la Cámpora; Leandro Santoro, un supuesto radical del grupo “los irrompibles”, que participa en actos de Cristina en la Casa Rosada, y Pier Robledo, otro presunto dirigente juvenil del PRO invitado varias veces a Olivos por la presidente.
Aparentemente, estas reuniones son para analizar el combate al flagelo de la droga. No deja de ser paradójico que el inefable padre Molina ocupe un cargo político y sea un exégeta de Pablo Escobar, representando a un gobierno que permitió la entrada del narcotráfico en la Argentina. A todo esto, en medios de la Conferencia Episcopal reina el desconcierto ante estas supuestas juventudes partidarias que aplauden a un gobierno cómplice del narcotráfico.
Otro hecho que reafirma esta tendencia se produjo el 5 de marzo pasado, cuando se conmemoró el primer aniversario de la muerte del presidente Hugo Chávez. En esa ocasión concurrió la presidente argentina a un homenaje en la villa 21-24, donde los curas villeros Tot, Charly y Juan, muy cercanos a Bergoglio, oficiaron una misa en homenaje al dictador venezolano, que finalizó con Cristina con una rosa en el cabello, una virgen de Caacupé en los brazos y bailando música caribeña, en una muestra más de la falta de respeto de la presidente a los símbolos patrios, como lo hizo con Cristóbal Colón y la misma Iglesia Católica. A todo esto, el santo padre no dudó en darle una audiencia privada el próximo lunes 17, con almuerzo incluido.
El pobrismo
Todos estos hechos demuestran que la presidente leyó atentamente el documento de Aparecida del CELAM del 2007, que en la primera audiencia que le concedió como Papa, Bergoglio le intercambió por un mate que ella le regaló. Pues en dicho cónclave, la iglesia latinoamericana les da su apoyo a los populismos inclusivos que también son conocidos con el término de “pobrismo”. Estos derivan de regímenes populistas autoritarios de nuestra América que a los pobres existentes les agregan más pobres multiplicando los planes asistenciales y alimentarios que contienen el estado de marginalidad e indigencia. Esta tendencia que sostiene Francisco es anticapitalista, ya que no postula la libertad de empresa y el desarrollo sino solamente la beneficencia a los pobres, que cada día son más. Se ve que la presidente leyó el documento de Aparecida y ahora coinciden plenamente en condenar al “capitalismo salvaje” que recientemente adoptó su gobierno con la devaluación y la suba de la tasa de interés, o sea el ajuste.
Otra muestra de esta santa alianza es que en el cuestionado proyecto de reforma penal se incluye nuevamente el delito de aborto, desconociendo el fallo de la Corte Suprema sobre los abortos no punibles y también en el nuevo Código Civil y Comercial, su artículo 19 se contradice que con la ley de fertilización asistida que ella misma promulgó. Todo esto demuestra que hay un plan canje entre el Santo Padre y Cristina Fernández de Kirchner. Pero además hay que señalar una reunión de la que participaron el titular del SEDRONAR, padre Juan Carlos Molina, exégeta de Pablo Escobar; Juan Carr, el referente argentino del “pobrismo”; el “Cuervo” Andrés Larroque, de la Cámpora; Leandro Santoro, un supuesto radical del grupo “los irrompibles”, que participa en actos de Cristina en la Casa Rosada, y Pier Robledo, otro presunto dirigente juvenil del PRO invitado varias veces a Olivos por la presidente.
Aparentemente, estas reuniones son para analizar el combate al flagelo de la droga. No deja de ser paradójico que el inefable padre Molina ocupe un cargo político y sea un exégeta de Pablo Escobar, representando a un gobierno que permitió la entrada del narcotráfico en la Argentina. A todo esto, en medios de la Conferencia Episcopal reina el desconcierto ante estas supuestas juventudes partidarias que aplauden a un gobierno cómplice del narcotráfico.


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