El acuerdo con Repsol, la autocrítica al memorándum de entendimiento
con Irán y el discreto acercamiento a la administración de Barack Obama,
le dieron al gobierno el beneficio de cierta distensión internacional
que se reflejó también en la actitud más moderada de la oposición. Sin
embargo y como es habitual en el kirchnerismo, una nueva iniciativa
oficial, la reforma del Código Penal, volvió a crispar los ánimos
polarizando a la opinión pública. Un primer balance señala que más del
70% de la gente reaccionó en contra de un proyecto marcado por el
garantismo y sobre cuyo contenido todavía no hay mayores precisiones.
La derrota mediática del oficialismo en este punto podría acentuar la caída de la imagen positiva de la presidente. Por lo pronto, el proyecto de reforma sirvió para revitalizar una oposición que se mostraba confundida ante los gestos de pragmatismo económico del gobierno. Y si algo faltaba para dejar mal parado al gobierno fue que Sergio Massa encontrara en el tema el trampolín para recaudar apoyo popular masivo. Así las cosas, no sólo se le complica al gobierno conseguir los votos necesarios en el Congreso para sancionar la reforma, sino que se arriesgaría a un gran fracaso político si el movimiento anti-reforma se convierte en un factor de movilización social. No por nada ayer Mauricio Macri opinó que debía dejarse para otra instancia el debate sobre la reforma. Se trataría de adelantarse a lo que podría ser un paso atrás del cristinismo.
La derrota mediática del oficialismo en este punto podría acentuar la caída de la imagen positiva de la presidente. Por lo pronto, el proyecto de reforma sirvió para revitalizar una oposición que se mostraba confundida ante los gestos de pragmatismo económico del gobierno. Y si algo faltaba para dejar mal parado al gobierno fue que Sergio Massa encontrara en el tema el trampolín para recaudar apoyo popular masivo. Así las cosas, no sólo se le complica al gobierno conseguir los votos necesarios en el Congreso para sancionar la reforma, sino que se arriesgaría a un gran fracaso político si el movimiento anti-reforma se convierte en un factor de movilización social. No por nada ayer Mauricio Macri opinó que debía dejarse para otra instancia el debate sobre la reforma. Se trataría de adelantarse a lo que podría ser un paso atrás del cristinismo.


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