jueves, 13 de marzo de 2014

Chupasangre: el gobierno se alimenta de la clase media





13/03/14 - 06:43hs



El gobierno nacional no actualiza el mínimo para pagar el impuesto a los bienes personales, y con la devaluación y la inflación, un sector importante de la población termina financiando a la AFIP con un tribujo “al lujo” 

La recaudación es anunciada, año tras año, como una gran noticia para los argentinos. Se omite decir, sin embargo, que la AFIP alimenta su caja por la inflación y en base de impuestos regresivos que afectan a la clase media e incluso a los sectores populares, chupando la sangre y el sueldo de quienes mantienen con su sudor y su trabajo al enorme aparato del Estado. 

El nuevo zarpazo del kirchnerismo al bolsillo (y al cuello) de los asalariados se dio a través de la publicación de la tabla de valuaciones que deberán tener en cuenta los contribuyentes para la presentación de sus declaraciones juradas del Impuesto sobre los Bienes Personales, que vence en abril y mayo próximo. El dato sobresaliente es que el mínimo a partir del cual se cobra el tributo no fue modificado desde 2007, y hoy se mantiene en $305 mil, pese a la inflación y la devaluación del peso, que fue del 23 por ciento en enero último. Así, son cada vez más los contribuyentes que, con un sólo auto, pasan a financiar la voracidad de Ricardo Echegaray, pues los vehículos han aumentado en forma estratosférica su valor. 

En nuestro país ocurre un proceso curioso que no sucede en ningún otro: debido a la suba de precios locales, el organismo recaudador puede considerar que un auto usado vale más hoy que el año pasado. Es decir, renueva su precio y, sobre todo, sus costos de mantención. En este sentido, desde la consultora Ferreres y Asociados recalcaron a Hoy que “el sistema impositivo de Argentina es regresivo, es decir, afecta a quienes menos tienen”, y advirtieron que la situación ha empeorado “debido a la inflación, que se siente principalmente en los alimentos básicos, que tienen IVA y no distinguen los ingresos de los consumidores; pero, sobre todo, con la devaluación y el aumento de los impuestos para la clase media”. Es que la industria nacional tiene un alto componente importado de piezas, herramientas y bienes de capital, lo que se potencia en las automotrices, gigantes ensambladeros de autopartes importadas. 

Para graficar la situación, basta señalar que si se contempla lo que valía el dólar oficial en diciembre de 2013, el mínimo del impuesto debería estar en torno de los 650.000 pesos, mas del doble que los valores actuales.  "Cuando se creó, el impuesto era a la riqueza, porque quienes pagaban eran quienes tenían un patrimonio importante. Pero ahora quedaron desactualizados los mínimos, cualquiera que se considere de clase media, con un bien logrado a partir de ahorros y años de trabajo, puede comenzar a pagarlo", señalaron.

Atraso conveniente 

La última modificación al impuesto ocurrió en 2007 durante el Gobierno de Néstor Kirchner. El entonces presidente firmó en octubre de ese año el proyecto que luego giró al Congreso y que colocaba el piso en los $ 300 mil. Ese piso, no hace falta decirlo, fue perforado por la inflación de los últimos años. Vale destacar, por su parte, una característica que tiene Bienes Personales desde los cambios introducidos en 2007: el mínimo no funciona como una deducción, de manera tal que aquellos contribuyentes que lo superaran no tributarán sobre el excedente sino sobre el total de sus bienes.

Todos los autos todos

Hoy, el auto más barato, o habría que decir el menos costoso, de la marca Chevrolet, se consigue en las concesionarias de La Plata por no menos de 100 mil pesos. De hecho, lo mismo ocurre en VolksWagen con el Gol Trend tres puertas, el más pequeño y básico de la gama, y en el resto de las firmas automotrices. Para adquirir cualquier vehículo, hay que desembolzar una cifra de tres dígitos. 

Teniendo en cuenta este piso, vale decir que ya no son los autos de lujo los que se ven afectados por el impuesto a los Bienes Personales. Éste, de echo, ya no es un tributo “a los ricos”, es un tributo a la clase media, a la cual el gobierno le chupa la sangre y le exprime los bolsillos. Así aumenta sus ingresos, con el IVA, que no perdona siquiera a los alimentos de la canasta básica y se convierte en el más injusto de los tributos, aplicado incluso a quienes apenas tienen para comer. Y con los Bienes Personales. Ahora, hasta un auto que no es de lujo resulta un lujo. El gobierno no tiene dudas: la crisis la pagan los ciudadanos, con sus salarios, todos los meses.

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