Desmitificador. “Perón trató a Montoneros de simuladores;
llegó a decir que no eran peronistas sino socialistas”. Juan Bautista
Tata Yofre acaba de agregar a la profusa literatura sobre el peronismo
un libro que intenta desentrañar los motivos que llevaron al general
Perón a volver tras un largo exilio.
Juan Bautista Tata Yofre acaba de agregar a la profusa literatura sobre el peronismo un libro que intenta desentrañar los motivos que llevaron al general Juan Domingo Perón a volver al país tras un largo exilio de 18 años y se centra, en buena parte de las más de 500 páginas del volumen, en las gestiones que realizó su delegado en Argentina entre 1968 y 1971, Jorge Daniel Paladino. Este archivo le fue provisto por el dirigente rosarino Luis Sobrino Aranda, quien le entregó las cartas que se escribieron Llamarada (así le decían a Paladino por su pelo rojizo) y Perón. Esa correspondencia frecuente entre Puerta de Hierro (Madrid) y Buenos Aires constituye el espinazo de “La trama de Madrid, los documentos secretos del retorno de Perón a la Argentina”.
Yofre comandó en el primer año de la presidencia de Carlos Menem la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side). Luego fue embajador en Panamá y Portugal. También se desempeñó como asesor presidencial en la última etapa del menemismo. Este currículum lleva implícito su abordaje clásico u ortodoxo de la relación entre Héctor Cámpora y Perón, lejos, muy lejos, de la visión “primaveral” que el peronismo progresista hace del Tío. “Perón necesitó 23 días para echarlo a Cámpora”, afirma el Tata, quien no duda en afirmar que Perón regresó a la Argentina “para poner orden” y reencauzar lo que estaba haciendo Cámpora, a quien “el general acusaba de llenarle el gobierno de homosexuales y marxistas”.
—¿Qué cree que le aporta este libro al peronismo y a la política argentina?
—Ayuda al debate interno sobre lo que es el peronismo y lo que fue Perón en los últimos tiempos. Pero además, si bien es un libro de historia, tiene rigurosa actualidad, porque cuando Perón llega a la Argentina y sostiene “usted no piensa como yo, pero no es mi enemigo sino mi adversario”, les está hablando a Cristina Kirchner y al kirchnerismo, que tienen a sus contrincantes como enemigos políticos y no como adversarios. Ahí hay una señal de Perón para los tiempos que corren. Y hay otras señales también: cuando Paladino, el 25 de mayo del 71, le dice a (el presidente de facto Alejandro Agustín) Lanusse: “El general Perón no tiene un peso”, es una enseñanza para la dirigencia actual. Se suponía que Perón se había ido con barras de oro, valijas llena de dólares, y eso no era así. Hay otra enseñanza más: Perón vuelve un 20 de junio, pero el día 24, en su primera actividad política, se entrevista con Ricardo Balbín (líder de la UCR), a quien le va a anunciar que Cámpora iba a dejar el gobierno.
—¿Quién fue Paladino?
—Era un dirigente de la resistencia y fue un gran delegado de Perón, además de un tipo con una visión y opiniones personales muy profundas. Me importó porque era el hombre que, en plena dictadura militar, le suministraba informaba a Perón en Puerta de Hierro y, a su vez, recibía respuestas del general. Paladino fue tratado de una forma demoníaca por Montoneros y la Juventud Peronista (JP), que decían que era más delegado de Lanusse que de Perón. En el libro queda demostrado que no era así.
—¿Por qué Perón cambia a Paladino por Cámpora?
—Porque a fines del 71 Perón decide endurecer su posición sobre Lanusse y necesitaba un hombre que tuviera más acercamiento con la JP. Ese hombre era Cámpora, no tanto por su figura sino por los que lo rodeaban.
—Paladino le escribe a Perón que él no es anticomunista, pero en casi todas sus cartas le advierte sobre la infiltración marxista…
—Uno de los aciertos de Paladino es advertirle a Perón que están tratando de alejar a Evita del movimiento, intentando una Evita marxista, y eso lo observa a partir del 69 y 70 con Montoneros y la Tendencia Peronista.
—Perón tenía su hombre de confianza en Argentina, pero en Puerta de Hierro recibía a todos y les daba juego.
—Lo primero que debe advertir el lector es que Perón es un político que está sentado en su quinta de Puerta de Hierro pensando en volver y ser de nuevo presidente. Para eso tenía que empezar a hacer jugar a una serie de factores que están en la Argentina, que lo van ayudar a regresar. Perón agarra todo. En febrero del 71 aparece un muchacho, que hablaba con voz gangosa, llevando una carta de Montoneros: se llamaba Rodolfo Galimberti. Perón aceptó el apoyo de la Tendencia, hasta que llegado un momento comienza a poner las cosas en orden. El general va a tratar a los Montoneros de simuladores. Es más, en enero del 74, va a llegar a decir que no son peronistas sino socialistas.
—¿Fue después de que Galimberti llamara a formar milicias populares para defender al gobierno?
—No, eso va a provocar primero la expulsión de Galimberti del consejo nacional del PJ, pero también va a marcar el comienzo de la caída de Juan Manuel Abal Medina, porque avaló lo que dijo Galimberti. Eso también es de actualidad, porque Cristina pensó en eso cuando mandó a La Cámpora a hacer un seguimiento de los precios en los supermercados. También estaba pensando en un Operativo Dorrego, al estilo de lo realizado por Cámpora con el Ejército, cuando hizo jurar a César Milani por el proyecto popular.
—¿Dice que Cristina está preparando un ejército o milicias populares?
—No, no. El contexto no da para brigadas populares armadas. No creo que haya organismos paralelos armados para apoyar al gobierno. Lo único que digo es que Cristina, en su pensamiento, sueña con esa época del pasado.
—Unos de los argumentos más extendido es que Perón usó a Montoneros para volver al país y luego los despreció.
—No los usó, sumó todo. Pero llegado el momento ellos no se sujetaron a su autoridad. Cuando Perón le dice a Cámpora que le ha llenado el gobierno de homosexuales y marxistas, en cierta manera le está diciendo que llevó al gobierno a gente que no tenía nada que ver con el peronismo.
—¿Por qué razón Cámpora, un dirigente de raíz conservadora, se convierte en el “Tío” para los muchachos de la Tendencia?
—Montoneros convierte a Cámpora en el tío porque el papá (Perón) no les daba bola. El Tío pensó que podía llegar a ser un líder nacional y popular, y la verdad es que no estaba preparado para eso. Hay dos cosas que Perón no puede soportar: la liberación desordenada de los presos guerrilleros de las cárceles argentina y la ocupación de las oficinas públicas del Estado argentino. Perón era un tipo que buscaba el orden, no podía permitir eso. Necesito 23 días para echarlo a Cámpora.
—¿Poner orden significaba darle un golpe institucional a Cámpora?
—Perón vuelve por la fuerza de los acontecimientos. Los sectores que el 55 lo echaron van a ser los mismos que van a hacer que el general regrese a la Argentina. Lo dijo Jorge Antonio. En general había un beneplácito por la vuelta de Perón. Balbín mismo quería que vuelva, porque se sabía que con Cámpora no se iba a ninguna parte.
Juan Bautista Tata Yofre acaba de agregar a la profusa literatura sobre el peronismo un libro que intenta desentrañar los motivos que llevaron al general Juan Domingo Perón a volver al país tras un largo exilio de 18 años y se centra, en buena parte de las más de 500 páginas del volumen, en las gestiones que realizó su delegado en Argentina entre 1968 y 1971, Jorge Daniel Paladino. Este archivo le fue provisto por el dirigente rosarino Luis Sobrino Aranda, quien le entregó las cartas que se escribieron Llamarada (así le decían a Paladino por su pelo rojizo) y Perón. Esa correspondencia frecuente entre Puerta de Hierro (Madrid) y Buenos Aires constituye el espinazo de “La trama de Madrid, los documentos secretos del retorno de Perón a la Argentina”.
Yofre comandó en el primer año de la presidencia de Carlos Menem la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side). Luego fue embajador en Panamá y Portugal. También se desempeñó como asesor presidencial en la última etapa del menemismo. Este currículum lleva implícito su abordaje clásico u ortodoxo de la relación entre Héctor Cámpora y Perón, lejos, muy lejos, de la visión “primaveral” que el peronismo progresista hace del Tío. “Perón necesitó 23 días para echarlo a Cámpora”, afirma el Tata, quien no duda en afirmar que Perón regresó a la Argentina “para poner orden” y reencauzar lo que estaba haciendo Cámpora, a quien “el general acusaba de llenarle el gobierno de homosexuales y marxistas”.
—¿Qué cree que le aporta este libro al peronismo y a la política argentina?
—Ayuda al debate interno sobre lo que es el peronismo y lo que fue Perón en los últimos tiempos. Pero además, si bien es un libro de historia, tiene rigurosa actualidad, porque cuando Perón llega a la Argentina y sostiene “usted no piensa como yo, pero no es mi enemigo sino mi adversario”, les está hablando a Cristina Kirchner y al kirchnerismo, que tienen a sus contrincantes como enemigos políticos y no como adversarios. Ahí hay una señal de Perón para los tiempos que corren. Y hay otras señales también: cuando Paladino, el 25 de mayo del 71, le dice a (el presidente de facto Alejandro Agustín) Lanusse: “El general Perón no tiene un peso”, es una enseñanza para la dirigencia actual. Se suponía que Perón se había ido con barras de oro, valijas llena de dólares, y eso no era así. Hay otra enseñanza más: Perón vuelve un 20 de junio, pero el día 24, en su primera actividad política, se entrevista con Ricardo Balbín (líder de la UCR), a quien le va a anunciar que Cámpora iba a dejar el gobierno.
—¿Quién fue Paladino?
—Era un dirigente de la resistencia y fue un gran delegado de Perón, además de un tipo con una visión y opiniones personales muy profundas. Me importó porque era el hombre que, en plena dictadura militar, le suministraba informaba a Perón en Puerta de Hierro y, a su vez, recibía respuestas del general. Paladino fue tratado de una forma demoníaca por Montoneros y la Juventud Peronista (JP), que decían que era más delegado de Lanusse que de Perón. En el libro queda demostrado que no era así.
—¿Por qué Perón cambia a Paladino por Cámpora?
—Porque a fines del 71 Perón decide endurecer su posición sobre Lanusse y necesitaba un hombre que tuviera más acercamiento con la JP. Ese hombre era Cámpora, no tanto por su figura sino por los que lo rodeaban.
—Paladino le escribe a Perón que él no es anticomunista, pero en casi todas sus cartas le advierte sobre la infiltración marxista…
—Uno de los aciertos de Paladino es advertirle a Perón que están tratando de alejar a Evita del movimiento, intentando una Evita marxista, y eso lo observa a partir del 69 y 70 con Montoneros y la Tendencia Peronista.
—Perón tenía su hombre de confianza en Argentina, pero en Puerta de Hierro recibía a todos y les daba juego.
—Lo primero que debe advertir el lector es que Perón es un político que está sentado en su quinta de Puerta de Hierro pensando en volver y ser de nuevo presidente. Para eso tenía que empezar a hacer jugar a una serie de factores que están en la Argentina, que lo van ayudar a regresar. Perón agarra todo. En febrero del 71 aparece un muchacho, que hablaba con voz gangosa, llevando una carta de Montoneros: se llamaba Rodolfo Galimberti. Perón aceptó el apoyo de la Tendencia, hasta que llegado un momento comienza a poner las cosas en orden. El general va a tratar a los Montoneros de simuladores. Es más, en enero del 74, va a llegar a decir que no son peronistas sino socialistas.
—¿Fue después de que Galimberti llamara a formar milicias populares para defender al gobierno?
—No, eso va a provocar primero la expulsión de Galimberti del consejo nacional del PJ, pero también va a marcar el comienzo de la caída de Juan Manuel Abal Medina, porque avaló lo que dijo Galimberti. Eso también es de actualidad, porque Cristina pensó en eso cuando mandó a La Cámpora a hacer un seguimiento de los precios en los supermercados. También estaba pensando en un Operativo Dorrego, al estilo de lo realizado por Cámpora con el Ejército, cuando hizo jurar a César Milani por el proyecto popular.
—¿Dice que Cristina está preparando un ejército o milicias populares?
—No, no. El contexto no da para brigadas populares armadas. No creo que haya organismos paralelos armados para apoyar al gobierno. Lo único que digo es que Cristina, en su pensamiento, sueña con esa época del pasado.
—Unos de los argumentos más extendido es que Perón usó a Montoneros para volver al país y luego los despreció.
—No los usó, sumó todo. Pero llegado el momento ellos no se sujetaron a su autoridad. Cuando Perón le dice a Cámpora que le ha llenado el gobierno de homosexuales y marxistas, en cierta manera le está diciendo que llevó al gobierno a gente que no tenía nada que ver con el peronismo.
—¿Por qué razón Cámpora, un dirigente de raíz conservadora, se convierte en el “Tío” para los muchachos de la Tendencia?
—Montoneros convierte a Cámpora en el tío porque el papá (Perón) no les daba bola. El Tío pensó que podía llegar a ser un líder nacional y popular, y la verdad es que no estaba preparado para eso. Hay dos cosas que Perón no puede soportar: la liberación desordenada de los presos guerrilleros de las cárceles argentina y la ocupación de las oficinas públicas del Estado argentino. Perón era un tipo que buscaba el orden, no podía permitir eso. Necesito 23 días para echarlo a Cámpora.
—¿Poner orden significaba darle un golpe institucional a Cámpora?
—Perón vuelve por la fuerza de los acontecimientos. Los sectores que el 55 lo echaron van a ser los mismos que van a hacer que el general regrese a la Argentina. Lo dijo Jorge Antonio. En general había un beneplácito por la vuelta de Perón. Balbín mismo quería que vuelva, porque se sabía que con Cámpora no se iba a ninguna parte.
Walter Palena
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