sábado, 23 de febrero de 2019

Víctor Manzanares




Víctor Manzanares contó que guardó bolsos con euros y dólares en su casa, por pedido de Daniel Muñoz.




Además, dijo delante de Stornelli, que la propia Cristina Kirchner le quiso pagar sus servicios con un Registro del Automotor.


Por: Lucía Salinas

El ex contador de Cristina Kirchner todavía espera que el juez Claudio Bonadio lo homologue para poder convertirse en imputado colaborador en la causa de “los cuadernos de las coimas” donde Cristina Kirchner está acusada de ser jefa de una asociación ilícita dedicada al cobro de sobornos a empresarios del Estado.

Víctor Manzanares, ya dentro del programa de testigos protegidos, está procesado por lavado de dinero en una parte del expediente y ahora, no para de hablar, buscando minimizar la pena en su contra ante un eventual juicio.

En sus últimos relatos, el contador contó el día que la ex Presidenta quiso pagarle con un Registro del Automotor, cómo Osvaldo Sanfelice le sugirió tener un prestanombre y algunas supuestas promesas incumplidas del matrimonio Kirchner. Pero también, que guardó bolsos con euros y dólares en su casa, por pedido del secretario presidencial Daniel Muñoz.

¿Cómo es la supuesta historia de los bolsos? Con 14 años de amistad, explicó Manzanares, Daniel Muñoz le pide que lo ayude con unas declaraciones juradas que debía presentar ante la Oficina Anticorrupción, entre los años 2003 y 2004. Quedaron en reunirse en Río Gallegos. Puntualmente en la calle Teófilo de Loqui, un pasaje sin salida.

Cuando llegó al lugar, también estaba otro ex secretario de los Kirchner, Roberto Sosa, (procesado en la causa de los cuadernos). Éste le pidió que le guarde por unos días unos bolsos y mochilas por cuestiones de seguridad.

¿La razón? El lugar donde supuestamente venían guardando esos bolsos, había sido asaltado: alguien habría ingresado para robar por lo que querían moverlos y empezar a esconderlos en otro sitio. Según la confesión de Manzanares, empezaron a traspasar bolsos y mochilas a su vehículo.

Se trataba de unos 20 bolsos y cuando preguntó qué tenían, Daniel Muñoz respondió “plata, qué más”.

Ahí, el ex secretario de Néstor Kirchner le ofrece que trabajen juntos y Manzanares no tardó en darse cuenta que la oferta era para una tarea “ilícita”. Cargó los bolsos y los llevó a su casa. Se comprometió a pensar en la oferta realizada.

El dinero lo guardó en su vivienda, en el entretecho y los tuvo hasta que Muñoz se los pidió: los bolsos tenían candado y las llaves las conservaba el ex secretario.

No todos tenían llave, según Manzanares, solo aquellos que contabilizaban entre 20 y 30 millones de dólares en dólares y euros.

Al ver esas cantidades, entendió que lo que le pedían era lavar dinero y aceptó el trabajo. Daniel Muñoz le pidió que consiga una caja de seguridad y le pidió prestada la suya a su padre, caja que tenía en el Banco Santa Cruz y allí se guardó el dinero: gran parte del mismo, estimó Manzanares, eran billetes de 500 euros y hasta 8 millones de dólares.

Lo que no pudo guardar allí -por una cuestión de tamaño-, se lo entregó a Roberto Sosa por indicaciones de Muñoz. El dinero debía guardarse.

Registros del automotor, botín político


En 2011, Víctor Manzanares viajó a Capital Federal para arreglar unos problemas de documentación de Los Sauces SA, la inmobiliaria de la familia Kirchner. Se dirigió a Olivos y se reunió con la ex Presidenta. Contó -en su confesión ante el fiscal Carlos Stornelli- que hubo un problema con los papeles de la casa ubicada en Río Gallegos que Lázaro Báez le vendió a Néstor Kirchner. Y ante eso, el contador preparó el acta de directorio porque esa propiedad quedaba a nombre de Los Sauces.

¿Cuál fue el problema? Se había realizado la escrituración pero no se habían comprado los dólares. Entonces, Manzanares dijo delante del fiscal que no había dólares “en blanco”, con lo cual se estaba ante una operación simulada. Entonces, al detectar el error los Kirchner le pidieron que lo arregle.

Con el escribano Albornoz -investigado por lavado de dinero y procesado-, se buscó subsanar este problema. Le sugirió realizar un distracto, es decir un acuerdo entre las partes para revocar el acto registrado. Se preparó la escritura y el escribano preparó la escritura y el que debía firmarla -según los dichos de Manzanares-, era Máximo Kirchner. Esta irregularidad es algo detectado por el fiscal Carlos Rívolo y el juez Bonadio en la causa Los Sauces SA.

Entonces, se generó una reunión en la Quinta de Olivos con Cristina Kirchner y Osvaldo Sanfelice. Se le comenta a la ex Presidenta que el distracto está efectivamente el libro de actas de la inmobiliaria pero que Báez no había firmado. Según el contador, el abogado Carlos Beraldi aporta el documento a la empresa.

La reunión concluyó y vino la inesperada oferta. Salieron de la Quinta presidencial y Sanfelice lo lleva a Manzanares a la casa de sus suegros que vivían en Barrio Norte. Y le contó que cuando Cristina Kirchner finalice su presidencia, se le iba a entregar un departamento como recompensa a sus servicios prestados. Como otras promesas que contó el ex contador K, nunca se cumplió.

En noviembre de 2015, un mes previo a la finalización del gobierno de Cristina Kirchner, Manzanares es citado en Olivos. Una vez más, estaba allí Sanfelice. La ex Presidenta -según relató el contador-, le dijo que lo único que había para él era un Registro del Automotor en Buenos Aires, con un detalle: no podía figurar a nombre de Manzanares.

Después de esta oferta, se reúne con Daniel Muñoz y le cuenta la situación. Allí, el ex secretario de Néstor Kirchner le sugiere que acepte pero no podía ser a nombre suyo sino con un “prestanombre” a quien debía ofrecerle el 20%.

Víctor Manzanares se lo ofreció a una primera persona que no quiso aceptar y entonces, Muñoz le recomienda que hable con el escribano Alejando Sajnin, que había hecho algunos trabajos para el ex secretario ya fallecido. El ex contador de Cristina se reunió con el escribano que según él, se mostró interesado.

Paso siguiente, Manzanares se reúne con Cristina nuevamente en Olivos. La pone al tanto de la situación pero no quiso avanzar al enterarse que el posible testaferro había sido sugerido por Daniel Muñoz. Finalmente, el contador repitió que fue otra promesa incumplida. (Clarín)


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