Hay jubilados y jubilados, y hay docentes y docentes
24 de febrero de 2019
LA NACION
Las jubilaciones y pensiones aumentarán 11,8% a partir de marzo de 2019, y 10,8% adicionales desde junio próximo. Comenzaron las reuniones paritarias del gremio docente, con posiciones iniciales bien diferentes. ¿Es posible recomponer el poder adquisitivo, tanto de los activos como de los pasivos, sin diferenciar entre quienes aportaron y quienes no y entre quienes efectivamente trabajan y quienes abusan de un estatuto laboral permisivo?
Sobre el particular conversé con el norteamericano Wilbur Joseph Cohen (1913- 1987), quien junto a Arthur Altmeyer y a Edwin Emil Witte, durante la década de 1930, fue uno de los pioneros de la seguridad social en los Estados Unidos, que surgió dentro de la tradición institucionalista desarrollada en la Universidad de Wisconsin. Siguió prestándoles servicios a distintos gobiernos de su país, reuniendo más de una docena de las lapiceras con las cuales los presidentes firmaron leyes en las que colaboró.
El senador Paul Howard Douglas, el de la función de producción agregada Cobb-Douglas, afirmó que un experto en seguridad social era alguien que conocía el número de teléfono de Cohen, mientras que el parlamentario James H. Scheuer dijo que Cohen era un Don Quijote, excepto que no peleaba contra molinos de viento, sino a favor de la legislación correcta, y consiguió algunas victorias que Don Quijote hubiera envidiado. Por algo su biógrafo, Edward D. Berkowitz, tituló la obra El señor seguridad social.
Las jubilaciones y pensiones aumentarán 11,8% a partir de marzo de 2019, y 10,8% adicionales desde junio próximo. Comenzaron las reuniones paritarias del gremio docente, con posiciones iniciales bien diferentes. ¿Es posible recomponer el poder adquisitivo, tanto de los activos como de los pasivos, sin diferenciar entre quienes aportaron y quienes no y entre quienes efectivamente trabajan y quienes abusan de un estatuto laboral permisivo?
Sobre el particular conversé con el norteamericano Wilbur Joseph Cohen (1913- 1987), quien junto a Arthur Altmeyer y a Edwin Emil Witte, durante la década de 1930, fue uno de los pioneros de la seguridad social en los Estados Unidos, que surgió dentro de la tradición institucionalista desarrollada en la Universidad de Wisconsin. Siguió prestándoles servicios a distintos gobiernos de su país, reuniendo más de una docena de las lapiceras con las cuales los presidentes firmaron leyes en las que colaboró.
El senador Paul Howard Douglas, el de la función de producción agregada Cobb-Douglas, afirmó que un experto en seguridad social era alguien que conocía el número de teléfono de Cohen, mientras que el parlamentario James H. Scheuer dijo que Cohen era un Don Quijote, excepto que no peleaba contra molinos de viento, sino a favor de la legislación correcta, y consiguió algunas victorias que Don Quijote hubiera envidiado. Por algo su biógrafo, Edward D. Berkowitz, tituló la obra El señor seguridad social.
-La Argentina tiene problemas con su sistema de seguridad social.
-¿Quién no? En la enorme mayoría de los países, por no decir en todos, la expectativa de vida aumenta. No hay que ser un experto en técnicas actuariales para advertir que, a menos que aumente la edad jubilatoria, el sistema cruje porque los aportes de los activos resultarán cada vez más insuficientes para pagarles a los jubilados y pensionados.
-Pero aumentar de golpe la edad jubilatoria es una barbaridad.
-Así es. ¿Se imagina a quien le tocaba jubilarse la semana que viene, que el gobierno de turno le diga que tiene que esperar cinco años y una semana? Por eso, el aumento de la edad jubilatoria se implementa de manera paulatina.
-Todos los países tienen problemas con su sistema de seguridad social, pero ¿los mismos problemas con igual intensidad?
-No. En el caso de la Argentina, el anterior gobierno incluyó, entre los beneficiarios, a entre tres y cuatro millones de personas, muchas de las cuales -por la forma en que se implementó el sistema- ni siquiera eran pobres, los cuales se agregan a los aproximadamente seis millones de personas que algo aportaron durante su vida laboral activa, y ahora naturalmente reclaman lo que les corresponde cobrar.
-Por ejemplo, el 82% móvil.
-En la Argentina hoy eso es un eslogan, porque si la suma de los aportes personales y las contribuciones patronales a lo sumo equivale a 27% del salario, que la jubilación equivalga a 82% de lo que cobra el activo requiere tres aportantes por cada jubilado o pensionado, y hoy ese número está más cerca de 1 a 1. Por lo cual, aun teniendo en cuenta el aporte público surgido de rentas generales, en promedio la jubilación equivale a 40% del salario activo.
-¿Qué reclaman los jubilados que aportaron?
-Que les mantengan el poder adquisitivo de la jubilación y la pensión. Pero...
-¿Pero qué?
-Pero como parece que no se puede diferenciar entre aquellos que aportaron y quienes no, los aumentos nominales siguen estando por debajo de la inflación . Nuevo ejemplo de que a veces pagan justos por pecadores.
-En el gremio docente parece estar ocurriendo algo parecido.
-En efecto. Cualquiera que ingrese a un aula de una escuela pública encontrará cerca de 30 alumnos, pero la división del número total de alumnos por el del total de docentes da 10. Quiere decir que por cada docente al frente de un aula hay un par que cobran y no dictan clase.
-¿No pretenderá usted eliminar las licencias por maternidad, o que las maestras dicten clases estando afónicas, por ejemplo?
-No, pero dos tercios es un número tan grande que sugiere que hay docentes que abusan de un estatuto laboral permisivo. Con el acompañamiento de algunos médicos. A propósito: en su país hay un millón de jubilados por invalidez sin haber padecido guerras, terremotos, etc.
-¿Y entonces?
-Resulta muy difícil lograr recomposiciones salariales sin poder diferenciar entre los docentes que efectivamente prestan servicios y el resto.
-Es que los sindicatos no quieren ni hablar de esto.
-Me doy cuenta de esto, pero que no quieran hablar no modifica la naturaleza del problema. En un país tan incierto como el suyo, es entendible que cualquier organización que represente a productores, asalariados o profesionales defienda con uñas y dientes la posición actual, pero esto es parte del problema, no de la solución.
-¿Será que los gobiernos nacional y provinciales tienen ganas, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) no los deja?
-Echarles la culpa al neoliberalismo o al FMI puede quedar bien en rueda de amigos o parientes, o en algunas tribunas públicas. Pero no sirve para entender, y cuando no se entiende es difícil pensar en una solución.
-Don Wilbur, muchas gracias.
Por: Juan Carlos de Pablo
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