miércoles, 18 de septiembre de 2013

Riesgo postelectoral: el sciolismo temería un juicio político





septiembre 18, 2013
 
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 El tembladeral desatado por el “efecto Massa” tiene su punto más sensible en las dos cámaras legislativas de Buenos Aires. Los cambios consolidaron a las bancadas del Frente Renovador como segunda fuerza en ambas Cámaras: tiene 23 contra 37 escaños del Frente para la Victoria en Diputados y 13 contra 20 en el Senado. Por el contrario, sin duda el mayor perdedor es Francisco de Narváez, cuyo bloque de diputados hoy quedó reducido a tres miembros. Las consecuencias de esta situación, que tiende a empeorar con el correr de los días, afecta sobre todo a Daniel Scioli. En su entorno hacen cálculos acerca de cómo resolver los problemas de gobernabilidad que se plantearán de ahora en más, partiendo de la realidad de que el gobernador, ante el derrumbe del denarvaísmo, se verá obligado a depender en ambas cámaras del Frente Renovador, del Frente para la Victoria o de ambos.

 La primera reacción de Scioli ante este nuevo panorama fue impulsar la formación de una liga de intendentes que revistan en el kirchnerismo moderado. La designación del alcalde de Ezeiza Alejandro Granados como Ministro de Seguridad dio comienzo a esta nueva estrategia que continuaría con el nombramiento de otros intendentes en altos cargos del Ejecutivo. Claro está que el montaje de esta línea para contener la expansión de los intendentes massistas no tendría mayor efecto en la legislatura, donde el debilitamiento del sciolismo sería practicamente irreparable.

Subir las apuestas

 

En este contexto, en los últimos días empezó a trascender otra hipótesis todavía más grave. La derrota del FpV ante el Frente Renovador no sólo sería a esta altura irreversible sino que la diferencia puede superar los 12 puntos. En los sectores más duros del kirchnerismo ya se levantarían voces proponiendo que la misma noche de la derrota, la presidente aluda a la responsabilidad de Scioli sobre la misma, incluyendo como un error la designación de Granados. Que el gobernador termine siendo el chivo expiatorio de un cristinismo en estado de pánico no sería lo más grave para él, porque la opinión pública señalaría a los incontables errores de la presidente como las principales causas de la pérdida de apoyo popular. 
 
La amenaza mayor consistiría en que el kirchnerismo se convenza de que perderá el poder en el 2015 y, en consecuencia, decida intentar apropiarse rápidamente de la gobernación de Buenos Aires. Si lograra esto, CFK podría, por ejemplo, construir su candidatura a la gobernación en el 2015. La figura de Scioli oscila entonces entre posibilidades extremas. Tal vez podría ser finalmente el candidato presidencial del kirchnerismo si es que Cristina opta por un camino razonable y moderado. Pero con los antecedentes que la preceden, bien puede hacer lo contrario y decidir que le conviene sacarse al ex motonauta de encima. No por nada, la semana pasada el kirchnerismo le ganó la primera pulseada al massismo en la Legislatura bonaerense.
 
 A pesar del rechazo del bloque que responde al intendente de Tigre, el Senado provincial aprobó el último jueves la prórroga a la licencia de Sergio Berni y de Nora de Lucía, que desempeñan cargos en los Ejecutivos nacional y provincial respectivamente. O sea que el Secretario de Seguridad continúa segundo, detrás de Gabriel Mariotto, en la línea sucesoria del gobernador. En medios sciolistas se temería que el kirchnerismo suba las apuestas e intente en el futuro poner en marcha un pedido de juicio político al gobernador. Para que esto prospere debería contar con mayoría en la Cámara de Diputados, que oficia de sala acusadora. Con el denarvaísmo en extinción, Scioli tendrá muy pocos diputados propios para hacer frente a esta ofensiva. Obviamente, para conseguir la mayoría, el kirchnerismo debería alcanzar un acuerdo con la UCR o con Massa. Es algo por cierto difícil pero para nada imposible. 
 
 Si las cosas llegaran a este punto, el elevado apoyo de la opinión pública al gobernador funcionaría como un obstáculo importante. Sin embargo, según una encuesta nacional de Federico González y Cecilia Valladares Consultores en asociación con la firma MGMR, que se conoció el último fin de semana, la imagen del gobernador cayó 13 puntos con respecto a 2012. Si esta caída se acentúa, crearía un clima propicio para que el cristinismo intente sacárselo de encima.

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