02/09/2013| 10:48
¡Trampa! Los cambios en Ganancias aumentan la presión impositiva
La Administración Cristina vendió 'humo' a la
opinión pública: le devolvió la escala del Impuesto a las Ganancias aplicado a
salarios y jubilaciones 2013 al nivel de 2011, y lo presentó como un
acontecimiento. Además, lo hizo por decreto, no por una ley, lo que supone que
volverá a atrasar todo luego de las elecciones del 27/10... y se quedará con los
ingresos por 2 impuestos nuevos. Una avivada. Pero hay algo más bochornoso
todavía en lo de la Administración Cristina: los cambios en Ganancias aumentan
la presión impositiva sobre los contribuyentes, a niveles extraordinarios tanto
en lo que se paga en términos de PBI como a la pobreza de lo que el Estado
retribuye como contrapartida. Inevitablemente vienen presentaciones judiciales
por doble imposición. El Instituto para el Desarrollo Social Argentina
distribuyó una minuta acerca de esto último: "Lo más preocupante es que ni el
oficialismo, ni la oposición dan muestras de tener ideas renovadoras."
Idesa le advierte a Ricardo Echegaray (foto): "La
reforma de Ganancias propuesta está técnicamente mal diseñada y contiene una
alta dosis de hipocresía."
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). El Ejecutivo Nacional introdujo un nuevo ajuste a los
deducibles del Impuesto a las Ganancias de los asalariados. El objetivo, como en
los casos anteriores, es morigerar el aumento espurio en la presión impositiva
que produce la inflación. En esta ocasión, los cambios fueron instrumentados con
mucha improvisación y desprolijidad técnica.
Además, se acompañan con un proyecto de ley que propone gravar la renta
financiera de las transacciones que se ejecuten por fuera de la bolsa de valores
y la creación de un impuesto específico a la distribución de utilidades de las
sociedades.
En el nuevo impuesto a la renta financiera se propone una alícuota de 15% y
para la distribución de utilidades de las sociedades se propone una alícuota de
10%. En este último caso, hay que tener en cuenta que las ganancias de
las sociedades ya están gravadas con una alícuota del 35%. Por lo tanto, el
nuevo impuesto a la distribución de utilidades de las sociedades se superpone
con el actual impuesto de las ganancias a las empresas. Así, las empresas en
Argentina pasarán a pagar 45% de impuesto sobre las utilidades.
Un análisis interesante es comparar la tasa de impuesto a las ganancias que
se aplica a las sociedades comerciales en la Argentina respecto a países
vecinos. Según relevamientos de leyes impositivas que periódicamente realiza el
Banco Mundial se observa que:
• En Uruguay, el impuesto a las ganancias de las sociedades es
de 25%.
• En Chile, el impuesto a las ganancias de las sociedades es de
20%.
• En Brasil, el impuesto a las ganancias de las sociedades es de
15%, con un 10% adicional para los ingresos superiores a los 240 mil
reales.
Estos datos muestran que el cambio propuesto casi duplicará la alícuota del
impuesto a las utilidades de las empresas argentinas respecto a la de los países
vecinos. El tema es relevante ya que el impuesto a las ganancias es uno de los
factores más importantes a la hora de evaluar la viabilidad de los proyectos de
inversión. Hasta en Brasil, país que le sigue a la Argentina en nivel de presión
tributaria y en impuestos distorsivos, la alícuota del impuesto a las ganancias
llega al 25%. En un contexto donde el avance tecnológico facilita las
comunicaciones, es previsible que con este aumento de impuestos se profundicen
las tendencias a concentrar las inversiones en Uruguay, Chile y Brasil, para
vender los productos en Argentina con un mínimo valor agregado producido dentro
del país.
La reforma de Ganancias propuesta está técnicamente mal diseñada y
contiene una alta dosis de hipocresía.
> En 1er. lugar, porque es de cobertura parcial (alcanza sólo a los
asalariados en el rango de remuneraciones de $8.000 y $12.500 y, en menor
medida, a quienes ganan entre $12.500 y $20.000) discriminando al resto de los
asalariados y a todos los trabajadores autónomos.
> En 2do. lugar, porque su impacto es transitorio ya que la inflación
seguirá haciendo que los “beneficiados” rápidamente dejen de
serlo.
> En 3er. lugar, porque toda la sociedad sufrirá las consecuencias del
desaliento a la inversión que genera una desproporcionada presión impositiva
sobre las utilidades de las empresas.
Para que la reducción de la presión impositiva sea genuina tiene
que formar parte de un plan para mejorar la calidad en la gestión del Estado.
Alcanzaría con eliminar algunas de las muchas irracionalidades que
abundan en las decisiones de gasto público para generar el espacio fiscal
requerido a fin de reducir impuestos. Con mucha rapidez se puede terminar con
los subsidios más disparatados, como los de Aerolíneas Argentinas y el resto de
las empresas públicas deficitarias. Con un poco más de sensatez y
profesionalismo se pueden eliminar los subsidios a la energía y al transporte
urbano, complementando con tarifas sociales para no perjudicar a los hogares más
pobres.
Lo más preocupante es que la oposición no da muestras de tener
ideas muy diferentes a las del oficialismo. Prueba de ello es que no se
plantea como prioridad un plan de mejora en la gestión del Estado. Sin disminuir
los despilfarros en el gasto público, las propuestas de reducción de impuestos
tienen un alto contenido demagógico ya que implican más inflación y menos
inversión y empleo.
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