11 de Octubre del año 2013 - 1197
Escribo estas líneas para informar a los lectores que el artículo nro. 1196 titulado "Un gobierno de facto presidido por un comunista-maoista" no ha merecido sino tres comentarios de los 15.000 lectores de "La botella al mar". Dos, los he publicado. El tercero era apenas una línea que decía: "Vergüenza nacional e internacional. No podemos estar peor. ¿O sí?". Le contesté: "Sí. En eso están."
O sea, el acontecimiento nefasto denunciado, no le interesa a casi nadie. En cambio, estoy seguro de que más de una señora y más de un "señorón" se habrá enojado conmigo porque digo que " La Nación " es la "biblia" de los idiotas. Podría haber dicho que es el estupefaciente con el que se drogan los cobardes porque les permite seguir siéndolo sin sonrojo, por más que tengan apellidos ilustres (o conocidos apenas) y por más que sean hombres, por causas puramente físicas, no psicológicas ni morales.
¿Qué decir de los militares, cómplices por omisión del homicidio de sus camaradas que mueren en las mazmorras de la tiranía o de un ataque al corazón en el momento de ser detenidos arbitrariamente, como ocurrió esta semana con el General Piotti?
¿Qué decir del clero que se dice sucesor de los Apóstoles, todos mártires (menos San Juan que, sin embargo, sufrió como un mártir), discípulos del Crucificado?
¿Qué decir de los nacionalistas que se dicen irreprochables pero viven en extasiada contemplación de su ombligo?
¿Qué decir de los intelectuales, escritores, periodistas y demás usuarios del intelecto que lo ponen al servicio del "far niente" o de la mentira o de la calumnia vil?
¿Qué decir de los "pitucos" (no merecen ser llamadas aristócratas porque no tienen ni idea de lo que eso significa) que no piensan sino en la próxima fiesta, comida, diversión o viaje?
¿Qué decir de los lectores de "La botella al mar"? ¿Por qué no me escriben una última vez rechazando los artículos y mostrando su desacuerdo visceral, en vez de guardar un silencio incomprensible que me obliga a seguir creyendo que a lo mejor está página sirve para algo? Me harían un favor si se revelaran como realmente son.
Alguien dirá que esta nota es un "ex abrupto" que confirma la fama de exagerado que me hacen los enemigos de la Justicia y del sentido común. Se engañan. No es un"ex abrupto" sino un "ex furore rationabilis".
Y si alguno de los "señorones" tiene el coraje de responderme para probar que me engaño, espero que lo haga. Aunque dudo que llegue a tanto sus escarceos de caballo de calesita. Y si alguien se ofende, que se ofenda, aunque haría mejor si se arrepintiera y cambiara radicalmente. La Sagrada Escritura dice: "Corrige al justo y te lo agradecerá". Si alguien se ofende porque se cree maltratado injustamente tiene dos opciones: o prueba que a su respecto el reproche no vale o estaría proclamando su hipocresía.
Los peores son los "viejos" (mayores de 60 años). Pero los más inexcusables son los jóvenes, que están mirando cavar su propia fosa sin reaccionar y aceptan implícitamente ser apenas una despreciable carne de sumisión (no de cañón, porque esos son soldados que están en el frente y estos jóvenes de ahora ni saben lo que es el frente de combate, ni han oído jamás el trueno del cañón).
Esta sociedad se ha convertido en una porquería maloliente. Lamento ser parte de ella.
Cosme Beccar Varela
O sea, el acontecimiento nefasto denunciado, no le interesa a casi nadie. En cambio, estoy seguro de que más de una señora y más de un "señorón" se habrá enojado conmigo porque digo que " La Nación " es la "biblia" de los idiotas. Podría haber dicho que es el estupefaciente con el que se drogan los cobardes porque les permite seguir siéndolo sin sonrojo, por más que tengan apellidos ilustres (o conocidos apenas) y por más que sean hombres, por causas puramente físicas, no psicológicas ni morales.
¿Qué decir de los militares, cómplices por omisión del homicidio de sus camaradas que mueren en las mazmorras de la tiranía o de un ataque al corazón en el momento de ser detenidos arbitrariamente, como ocurrió esta semana con el General Piotti?
¿Qué decir del clero que se dice sucesor de los Apóstoles, todos mártires (menos San Juan que, sin embargo, sufrió como un mártir), discípulos del Crucificado?
¿Qué decir de los nacionalistas que se dicen irreprochables pero viven en extasiada contemplación de su ombligo?
¿Qué decir de los intelectuales, escritores, periodistas y demás usuarios del intelecto que lo ponen al servicio del "far niente" o de la mentira o de la calumnia vil?
¿Qué decir de los "pitucos" (no merecen ser llamadas aristócratas porque no tienen ni idea de lo que eso significa) que no piensan sino en la próxima fiesta, comida, diversión o viaje?
¿Qué decir de los lectores de "La botella al mar"? ¿Por qué no me escriben una última vez rechazando los artículos y mostrando su desacuerdo visceral, en vez de guardar un silencio incomprensible que me obliga a seguir creyendo que a lo mejor está página sirve para algo? Me harían un favor si se revelaran como realmente son.
Alguien dirá que esta nota es un "ex abrupto" que confirma la fama de exagerado que me hacen los enemigos de la Justicia y del sentido común. Se engañan. No es un"ex abrupto" sino un "ex furore rationabilis".
Y si alguno de los "señorones" tiene el coraje de responderme para probar que me engaño, espero que lo haga. Aunque dudo que llegue a tanto sus escarceos de caballo de calesita. Y si alguien se ofende, que se ofenda, aunque haría mejor si se arrepintiera y cambiara radicalmente. La Sagrada Escritura dice: "Corrige al justo y te lo agradecerá". Si alguien se ofende porque se cree maltratado injustamente tiene dos opciones: o prueba que a su respecto el reproche no vale o estaría proclamando su hipocresía.
Los peores son los "viejos" (mayores de 60 años). Pero los más inexcusables son los jóvenes, que están mirando cavar su propia fosa sin reaccionar y aceptan implícitamente ser apenas una despreciable carne de sumisión (no de cañón, porque esos son soldados que están en el frente y estos jóvenes de ahora ni saben lo que es el frente de combate, ni han oído jamás el trueno del cañón).
Esta sociedad se ha convertido en una porquería maloliente. Lamento ser parte de ella.
Cosme Beccar Varela
La presente nota del Dr. Cosme Beccar Varela es publicada en La Misère Porc, por gentileza de su autor.
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