Por el Dr. Jorge R. Enríquez
El
ministro de Interior y Transporte – curiosa combinación debida a la insólita
asignación de funciones en el kirchnerismo -, Florencio Randazzo, anunció la
estatización del Ferrocarril Sarmiento. No es una gran noticia, porque de hecho
esa línea ferroviaria operaba como si fuera estatal, de manera que los sufridos
usuarios no deben esperar grandes cambios.
Lo
más llamativo no fue el anuncio, sino unas declaraciones posteriores del
ministro. Consultado acerca de si Cristina Kirchner conocía esa medida, dijo
que no. Y cuando se le preguntó si Amado Boudou había adoptado esa decisión,
también respondió negativamente y se atribuyó toda la responsabilidad.
Lo
cierto es que la determinación fue canalizada a través de un decreto que firma
Boudou, como vicepresidente en ejercicio de la presidencia. El hecho nos lleva
a reflexionar acerca de quién se desempeña en estos momentos como titular del
Poder Ejecutivo. Si en este caso la decisión la tomó Randazzo, sin conocimiento
de la señora de Kirchner, y Boudou se limitó a firmar un texto en el que no
tuvo arte ni parte, ¿quién manda?
No
es una pregunta baladí. En la teoría política, es uno de los temas
fundamentales. Y no se trata de caer en excesivos rigorismos formales. Una
enfermedad menor, una intervención quirúrgica menor, pueden obligar a que el
vicepresidente asuma sólo protocolarmente la presidencia, lo mismo que lo hace
cuando la primera mandataria viaja al exterior. En esos casos, es claro que
ella sigue con la mano en el timón, aunque esté en reposo o a miles de
kilómetros.
Pero
hoy la situación es otra. Se nos dice, por vía de altos funcionarios del
gabinete nacional, que la señora de Kirchner está completamente alejada de las
cuestiones de gobierno, sobre las que ni siquiera es informada. Al mismo
tiempo, se nos dice, también por boca de ministros y del Jefe de Gabinete, que
Amado Boudou no ejerce efectivamente la presidencia. Como ciudadanos, tenemos
entonces el derecho de preguntar quién lo hace.
Algunos
periodistas señalan que en las decisiones políticas fundamentales juegan un rol
protagónico el Secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y el hijo de la
presidente, Máximo Kirchner. Si es así, estamos viviendo un episodio
absolutamente irregular. Poco importa la escasa simpatía social (que compartimos)
que despierta la figura del vicepresidente. Es él quien, conforme a la
Constitución, tiene hoy la atribución de desempeñar el Poder Ejecutivo, que es
en nuestro sistema –vale recordarlo- unipersonal.
La
prolongación de este extraño esquema de gobierno no puede conducir más que al
surgimiento de una crisis política, justo en un momento en el que las tensiones
de la economía recrudecen. Lo peor que podría ocurrir en ese contexto es
que se profundizara la sensación de que estamos sobre un barco a la deriva. El
oficialismo tiene el deber de procurar que, aún equivocado en casi todo, haya
un gobierno.
Viernes
25 de octubre de 2013.-
Dr.
Jorge R. Enríquez
La presente nota del Dr. Jorge R. Enríquez es publicada en La Misère Porc, por gentileza de su autor.
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