octubre 9, 2013
Después de la operación exitosa del hematoma craneal de la
presidente, es evidente que el grueso de la opinión pública cree que
todo este operativo es un gran show con la intención de descontar votos
el próximo 27 de octubre. O sea, una reacción tal vez desesperada, ya
que las encuestas marcan una catástrofe electoral con Sergio Massa
imponiéndose a Martín Insaurralde por entre 12 y 15 puntos A su vez, el
radicalismo descontaría las ventajas que obtuvo el kirchnerismo en las
PASO de agosto, tanto en el NEA como el NOA.
Lo cierto que la foto de la presidente de anteayer cuando ingresaba a la Fundación Favaloro, mostrando erupciones en la cara es interpretada por muchos como una escena teatral. Vale recordar que no hace mucho Adrián Suar declaró públicamente que la presidente tiene condiciones para actriz. Estos talentos parecen haberse mostrado anteayer cuando CFK apareció sin maquillaje y con anteojos negros y cara de sufrimiento. El episodio hace recordar al montaje realizado a partir del fallecimiento de Néstor Kirchner. Una sofisticada producción exhibió entonces a la presidente y sus hijos en un velorio que duró tres días y su televisación generó la impresión de que habían concurrido cientos de miles de personas, lo cual no fue cierto.
El cerebro de esta producción, el director de la Unidad Ejecutora Bicentenario Javier Grosman, pasó desde entonces a ser más importante que muchos ministros. Grosman ya se había lucido con la orquestación de los festejos del bicentenario. Si bien la economía se venía recuperando en el 2010, el éxito del show fúnebre de Kirchner le dio un gran espaldarazo a CFK para lanzarse a su reelección. En cambio ahora la economía hace dos años que está estancada y la opinión pública desconfía de que la salud de la presidente esté en problemas. Se piensa, por ejemplo, que ella quiere desparecer de escena para no tener que hablar el domingo 27 de octubre a la noche cuando las urnas tal vez arrojen que el Frente para la Victoria, en el promedio, quedaría varios puntos por debajo del 30%. También llama la atención que la cirugía se haya realizado ayer, aniversario del nacimiento de Juan Domingo Perón y no el lunes o el domingo.
La operación en marcha no deja de ser burda. La consultora Poliarquía publicó una encuesta a última hora de ayer en la que Massa tiene el 39,7% y Martín Insaurralde subió al 32,2% por el efecto de la “operación hematoma”, obra del Goebels K, el discreto Grosman. Yendo a la cuestión médica, es frecuente que las personas mayores de 60 años sufran desmayos y golpes que producen hematomas craneales que pueden a su vez exigir una operación de bajo riesgo como la de ayer a la mañana. Y más en un caso como éste, en el cual el paciente sufre de lipotimia, es decir de baja presión, que es mucho más benigna que la presión alta, común a los mayores de 60 años. Claro está que el secretismo presidencial no ayuda, ya que se informó tarde sobre varios desmayos y golpes que la presidente sufrió desde el 2010 en adelante.
El lunes pasado, nuestro colega Carlos Pagni señaló en su columna de La Nación que la presidente sufre del síndrome de Moria, muy similar al de Pick, que genera histrionismo, desinhibición y hasta chistes procaces, que se vieron en varias teleconferencias presidenciales durante el último año. Ejemplo de estos desajustes fue cuando bailó el himno con ritmo de cumbia el 20 de junio pasado o cuando apareció el viernes 27 de septiembre en Ezeiza vistiendo calzas, una vestimenta inusual para una presidente. Es significativa también la extrema delgadez que mostró entonces, cuando hace diez años que sigue distintas dietas. Con esa silueta, enseguida hubo suposiciones acerca de que estaría débil. Y a los pocos días se produjo la interacción.
Pero lo más grave es que después de los desmayos y los golpes del 12 y el 24 de agosto, habría seguido hasta el sábado pasado con su rutina de gym con aparatos y los rollers. Hasta se dice que la caída se produjo cuando andaba en esos patines y perdió el equilibrio. Es sabido que la presidente le ordenó al cuerpo de granaderos que le den la espalda cuando ella entrena con los patines, por lo cual los soldados habrían escuchado la caída pero no cómo fue. Quiere decir que por lo menos habría una gran irresponsabilidad de la propia presidente, que a su histrionismo y desinhibición le agrega una rutina de ejercicios muy dura. Con este marco, la sociedad se mueve en la incredulidad acerca de alguien que el viernes pasado estaba en la Matanza con su figura estilizada, para pasar el sábado a internarse y el lunes a exhibirse demacrada.
Lo cierto que la foto de la presidente de anteayer cuando ingresaba a la Fundación Favaloro, mostrando erupciones en la cara es interpretada por muchos como una escena teatral. Vale recordar que no hace mucho Adrián Suar declaró públicamente que la presidente tiene condiciones para actriz. Estos talentos parecen haberse mostrado anteayer cuando CFK apareció sin maquillaje y con anteojos negros y cara de sufrimiento. El episodio hace recordar al montaje realizado a partir del fallecimiento de Néstor Kirchner. Una sofisticada producción exhibió entonces a la presidente y sus hijos en un velorio que duró tres días y su televisación generó la impresión de que habían concurrido cientos de miles de personas, lo cual no fue cierto.
El cerebro de esta producción, el director de la Unidad Ejecutora Bicentenario Javier Grosman, pasó desde entonces a ser más importante que muchos ministros. Grosman ya se había lucido con la orquestación de los festejos del bicentenario. Si bien la economía se venía recuperando en el 2010, el éxito del show fúnebre de Kirchner le dio un gran espaldarazo a CFK para lanzarse a su reelección. En cambio ahora la economía hace dos años que está estancada y la opinión pública desconfía de que la salud de la presidente esté en problemas. Se piensa, por ejemplo, que ella quiere desparecer de escena para no tener que hablar el domingo 27 de octubre a la noche cuando las urnas tal vez arrojen que el Frente para la Victoria, en el promedio, quedaría varios puntos por debajo del 30%. También llama la atención que la cirugía se haya realizado ayer, aniversario del nacimiento de Juan Domingo Perón y no el lunes o el domingo.
La operación en marcha no deja de ser burda. La consultora Poliarquía publicó una encuesta a última hora de ayer en la que Massa tiene el 39,7% y Martín Insaurralde subió al 32,2% por el efecto de la “operación hematoma”, obra del Goebels K, el discreto Grosman. Yendo a la cuestión médica, es frecuente que las personas mayores de 60 años sufran desmayos y golpes que producen hematomas craneales que pueden a su vez exigir una operación de bajo riesgo como la de ayer a la mañana. Y más en un caso como éste, en el cual el paciente sufre de lipotimia, es decir de baja presión, que es mucho más benigna que la presión alta, común a los mayores de 60 años. Claro está que el secretismo presidencial no ayuda, ya que se informó tarde sobre varios desmayos y golpes que la presidente sufrió desde el 2010 en adelante.
El lunes pasado, nuestro colega Carlos Pagni señaló en su columna de La Nación que la presidente sufre del síndrome de Moria, muy similar al de Pick, que genera histrionismo, desinhibición y hasta chistes procaces, que se vieron en varias teleconferencias presidenciales durante el último año. Ejemplo de estos desajustes fue cuando bailó el himno con ritmo de cumbia el 20 de junio pasado o cuando apareció el viernes 27 de septiembre en Ezeiza vistiendo calzas, una vestimenta inusual para una presidente. Es significativa también la extrema delgadez que mostró entonces, cuando hace diez años que sigue distintas dietas. Con esa silueta, enseguida hubo suposiciones acerca de que estaría débil. Y a los pocos días se produjo la interacción.
Pero lo más grave es que después de los desmayos y los golpes del 12 y el 24 de agosto, habría seguido hasta el sábado pasado con su rutina de gym con aparatos y los rollers. Hasta se dice que la caída se produjo cuando andaba en esos patines y perdió el equilibrio. Es sabido que la presidente le ordenó al cuerpo de granaderos que le den la espalda cuando ella entrena con los patines, por lo cual los soldados habrían escuchado la caída pero no cómo fue. Quiere decir que por lo menos habría una gran irresponsabilidad de la propia presidente, que a su histrionismo y desinhibición le agrega una rutina de ejercicios muy dura. Con este marco, la sociedad se mueve en la incredulidad acerca de alguien que el viernes pasado estaba en la Matanza con su figura estilizada, para pasar el sábado a internarse y el lunes a exhibirse demacrada.
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