23/01/2013
MORENO ACELERA
LAS CUOTAS DEL RODRIGAZO
Por Guillermo
Cherashny (*)
Sorprendieron las declaraciones de Guillermo Moreno afirmando que no
sería descabellado que el dólar oficial llegue a fin de año a los 6 pesos,
cuando el presupuesto aprobado por el Congreso dice que entonces estará a 5,10.
Pero sabemos que lo que dice la ley de leyes rara vez se cumple.
También son
sugestivas las declaraciones de Moreno en función de que el dólar blue se
disparó a $ 7,65 para bajar ahora a $ 7,40. Como señalamos en notas anteriores,
el piso del blue es $ 7,15.
Éste es el valor del dólar implícito, es decir, el
que surge de dividir la base monetaria de 308.000 millones de pesos por las
reservas del Banco Central, que totalizan 43.000 millones de dólares. Si se
cumple entonces lo que dijo Moreno, hay que pensar en un dólar blue para
fin de año de más de 9 pesos. Esto surgiría de aplicar el 20% de devaluación del
dólar oficial que anunció el funcionario.
También hay que tener en cuenta que la
predicción del “rodrigazo en cuotas” que sostuviera Roberto Lavagna hace unos
meses se está cumpliendo al pie de la letra. Con sus declaraciones, Moreno
garantiza una depreciación cambiaria del 20% que puede originar una inflación de
entre 28 y 32%. O sea, la frontera en donde se puede perder el control de las
variables económicas. Y esto justo cuando falta acordar el precio más importante
junto con el tipo de cambio: los aumentos salariales que por lo menos serían del
orden del 25%.
Para algunos gremios serán acuerdos por tres meses; para otros,
de seis, y los más moderados los aceptarán para todo el año. Así es que el
sector empresario puso el grito en el cielo. En la UIA argumentan no tener más
márgenes de rentabilidad, a diferencia de otros años, así que, con la ayuda del
gobierno, aceptarían entre un 15 y 20% Por primera vez en diez años, el
cristinismo se da cuenta de que tiene que poner un techo al reclamo salarial.
Los riesgos están claros: si la inflación se dispara bastante por encima del
25%, se pondrá complicada la situación, y si supera el 30%, hay peligro de
implosión.
El único instrumento moderador del reclamo salarial es el mínimo no
imponible del impuesto a las ganancias, cuya suba reclaman las dos CGT. El
gobierno hace dos años que no lo modifica y prácticamente prometió que lo haría
este año, pero quiere dilatarlo hasta después de que se terminen las
negociaciones paritarias, para fijar la elevación según lo ocurrido en
aquéllas.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de
Guillermo
Cherashny por gentileza del
Informador Público.
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