Buenos Aires, enero 9 de
2013
Al Jefe del Estado Mayor
Armada de
la República Argentina
Siento un profundo
dolor al escribir esta carta. Ello no es solo por el trato infame que se le dará
hoy a la Fragata Libertad. También lo siento por Ud., porque sé que Ud. fue
durante la guerra de Malvinas tripulante del submarino ARA Santa Fe.
Pocos son los que
tuvieron el honor y el coraje de integrar la tripulación de esa lata heroica que
no podía sumergirse más allá de una determinada profundidad pues se iría
irremediablemente a pique y sin embargo esa “lata”, con más de cuarenta años en
el mar, cumplió con creces las misiones encomendadas y finalmente cuando ya
gravemente averiada y ante el peligro de caer en manos enemigas su Comandante
ordenó hundirla, no dudo que Ud., al igual que todos los tripulantes, se llevó
en su corazón una parte del alma de aquella nave.
No
voy a preguntarle las razones por la cual la jefatura del Estado Mayor de la
Armada de la República Argentina se presta a que una turba mercenaria manosee un
buque que es símbolo de la Armada y de la República ya que no hay razones que
justifiquen una bufonada, más allá de ser utilizadas como arma para denigrar a
personas o instituciones porque le pregunto, ¿hay alguna manera más eficaz para
injuriar a la Armada que haciendo que su Buque Escuela sea la estrella de un
espectáculo rastrero con el que se festejará una mentira de la que la misma
Armada y la Fragata fueron víctimas?
Hoy Ud. ha tirado por la
borda su condición de Marino para convertirse en un mero personal militar del
estado. Ud. le ordenó a la Fragata que quede al pairo hasta que comience ese
circo humillante con el que le harán pagar a la Armada el haber combatido por la
Patria. Hoy Ud. ha resignado su jefatura naval para ejercer la triste tarea de
un animador de exhibiciones baratas.
Cualquier desquiciado
ahíto de odio y de revancha puede pergeñar hirientes payasadas. Eso, los
argentinos civiles y militares, lo sabemos muy bien pues lo hemos sufrido en
carne propia. Lo doloroso es cuando hombres que presumíamos, por sus
antecedentes, inasequibles a la liviandad se prestan a colaborar en
ellas.
Si en su alma queda algo
de ese marino que pese al miedo que seguramente sintió, desafió en un viejo
submarino a modernos buques que se habían puesto como meta hundirlo, sabe que
junto al alma de la Fragata que será humillada con su anuencia hay otras almas
que un día le pedirán explicaciones. Téngalas presente porque son las almas de
muchos marinos y a algunos de ellos Ud. los conoció en vida, se llamaban
Giacchino, Márquez, Artuso.
Que Dios proteja su
espíritu porque desde ahora sabrá que cargar las siglas VGM – si es que en
Ud. aún queda algo de quien sus Jefes y sus Camaradas creían que era – será
un peso agobiante.
JOSE LUIS
MILIA
DNI:
6.251.032
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