17/02/2013
ESCEPTICISMO
Por la Dra.
María Celsa Rodríguez (*)
Podríamos decir que gobernar es un
arte. Un arte con la pretensión de hacer un buen gobierno, cosa que la mayoría
de las veces solo quedan en aspiraciones truncas. En el cuál sus principios, sus
reglas, sus objetivos desarrollados, racionalizados o explotados se canalizan de
manera desordenadas y contradictorias que a la larga desarticulan sus propios
proyectos.
Gobernar dice Foucault "es actuar de
tal modo que el Estado pueda llegar a ser sólido y permanente, pueda llegar a
ser rico,pueda llegar a ser fuerte a todo lo que amenaza con
destruirlo"
Ahora la pregunta es: ¿Como logramos que
un Estado como nuestro país sea sólido y fuerte?
Todo depende de como sus gobernantes
respeten y eleven como principio tácito, los fundamentos que modelaron nuestros
Padres Fundadores, materializando el espíritu que dio marco primigenio a las
bases de nuestra Nación.
Principios y reglas que deben estar por
encima de todo, dominando cualquier estrategia política en pos de los propios
intereses personales de sus gobernantes. Respetando sus propias instituciones y
dando a sus ciudadanos la libertad suficiente para proyectarse hacia un futuro
mejor.
Si bien los partidos políticos son
sustentadores y sostenedores del poder político. Sus debilidades, peleas
internas y su personalismo objetan en contra de la búsqueda del bien común,
sostenido en el discurso. Y entonces esa búsqueda, proyección, planificación y
desarrollo se trunca.
Nos hacen creer que un país crece cuando
hay más consumo - premisa equivocada- ya que se crece cuando hay más producción,
más ahorro y más inversión.
La Presidente dijo días atrás por vía
twitter que la economía había crecido el año pasado el 1,9%. Claro, eso según
datos del INDEC. Pero sabemos que este maneja datos que no condicen con la
realidad. Y los economistas al respecto dicen todo lo contrario: que no hemos
crecido nada.
También sabemos que en política se mueven
ciertos intereses, como las presiones de las propias corporaciones, el
clientelismo desmedido e incontrolable, que mueven sus hilos tras bambalinas, y
donde la viveza de algunos y la necesidad de otros hacen el negocio perfecto que
alimenta al poder. O como las prebendas en donde unos pocos salen favorecidos en
perjuicio del Estado.
A la larga, esto lentamente conduce al
descreimiento del soberano que termina por darle la espalda a un gobierno que le
cercena sus libertades y su progreso, transitándose lentamente un tiempo de
incredulidades, de hartazgos, de insatisfacciones generalizadas.
Haciéndose evidente la incapacidad de
gobernar, de tomar decisiones adecuadas, de ser eficientes administradores y
produciendo en la conciencia colectiva un estado de desilusión que se hace carne
en el delirio popular. Y cada uno se siente engañado y estafado por un modelo
que nos conduce a encontrarnos cara a cara con errores del pasado.
Hoy parte de ese 54% que dijo si al
modelo kirchnerista chocó de frente con una mentira construida "desde el poder"
ayudado por la agitación del fanatismo "por el poder", con un aroma que nos
retrotrae a épocas dolorosas y que hoy son el recurso necesario e incongruente
para mantener su propio equilibrio.
Ya nada nos convence que estamos bien,
cuando sabemos que hay una clase media que fue golpeada desde el bolsillo,
estafados en sus creencias y asaltado por un Estado que los usan como un medio
para sostener a aquellos que nada producen y para sostener sus propias
aspiraciones.
Dicen que busca terminar con el hambre y la pobreza, cuando la verdad es que el hambre y la pobreza no ha disminuido. Existe está allí agazapada en cada rincón del país, latiendo entre los niños desnutridos, en las madres desamparadas, en los desempleados y en los ancianos abandonados.
Este año nuevamente habrá elecciones y
todos estamos inmersos en el escepticismo, aún a sabiendas que el
kirchnercristinismo usará todo el aparato del poder para convencernos que ellos
son los únicos que pueden gobernar, y que saben como hacerlo, con el verso
repetido de sus logros.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de la Dra. María Celsa Rodríguez por gentileza de su autora.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo de
la Dra.
María Celsa Rodríguez por
gentileza de su autora.
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