El fenómeno de la indefensión aprendida es un estado de inactividad o de indiferencia utilizado para explicar muchos fenómenos psicológicos, comportamientos sociales y ciertos mecanismos de influencias.
La especialista en conducta humana Geraldine Emiliani subraya que la indefensión aprendida significa que el sujeto expuesto a estímulos aversivos no intenta escapar ni evitarlos, aunque tengan la oportunidad de hacerlo; y, en base a experiencias previas, aprende que, haga lo que haga, no encuentra la manera de detener lo que le está sucediendo.
Es entonces que no hay más que hacer, debemos cargar con nuestras frustraciones y temores; porque parafraseando un conocido dicho: donde manda “Ella” no existe nada más.
Entonces gobernadores, ministros, empresarios y pueblo se mantendrán subordinados como borregos a la “emperatriz” entregando sus libertades.
De forma que sentimos que nada de lo que hemos de hacer o protestar producirá un efecto en el ambiente político y en la sociedad, terminamos considerando nuestros trabajos como irrelevantes, por lo que ya ni ganas de leer el diario de la mañana cual “oración matinal” (Kant), o de sentarnos ante el teclado a desgranar nuestras penas y amarguras.
Desde el renacimiento de la democracia en 1983, no se había manifestado con tanto dramatismo este fenómeno de nuestra indefensión, y lo podemos observar en el entorno opresivo en que vivimos, en una población empobrecida en contraste con el derroche y despilfarro económico que muestran nuestros gobernantes conjuntamente con capitalistas, empresarios y banqueros amigos del poder de turno que los ha beneficiado.
Como también algunos medios de información abundantemente subsidiados para la desinformación.
No hay dudas, no hay actos de levantamiento y resistencia.
Son los muy pocos y los de siempre que se atreven, los que resisten con la palabra y el teclado, con “la pluma y la palabra” según la célebre frase.
Los otros no se arriesgan a hacerse sentir, están narcotizados porque en sus mentes está el: “¿Para qué revelarme ante mis opresores, el poder lo tienen ellos? Tengo otras preocupaciones por resolver en el aquí y en el ahora”: “¿Habrá futbol este fin de semana?”, “Se viene el “finde” largo, ¿adónde vamos?” y cosas así de importantes.
A lo sumo algunas quejas en las redes sociales, emitiendo opiniones, comentarios, para descargar la bronca.
Una de las claves podría estar en aquella célebre frase de Edmund Burke: ‘La única cosa necesaria para el triunfo del mal es que las personas buenas no hagan nada’.
Impacta y exaspera la falta de reacción de los descontentos.
Somos una sociedad esponja, absorbemos todo: la inseguridad, la situación económica y falta de oportunidades por un buen empleo con un salario digno, y un deficiente sistema educativo.
Total a lo mejor nos aguarden la esperanza de mejores días y que todo cambiará con el tiempo, porque la maldad del régimen ha de tener un límite.
O… .habrá que esperar que la naturaleza haga su trabajo… .aunque sería esperar mucho.
Salvo algunas organizaciones de la sociedad civil, donde no esté presente la figura política oportunista, son los que mantienen su guerra sin cuartel.
Autor: Jorge Omar Alonso
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