domingo, 22 de noviembre de 2015

HACIA UNA JUSTICIA IDÓNEA E INDEPENDIENTE



Por el Dr. Jorge R. Enríquez



La campaña del miedo no asusta a nadie, pero exhibe con claridad el miedo de quienes la llevan a cabo. La mayor parte de la sociedad actúa como si tuviera presentes las famosas palabras de Franklin Delano Roosevelt en su primer discurso como presidente de los Estados Unidos: "A nada debemos temer más que al miedo mismo".

Lejos del temor, los argentinos sentimos hoy una renovada esperanza, frente a la posibilidad de que Mauricio Macri sea el presidente de todos los argentinos.

Sabemos que nada será sencillo, pero si triunfa Cambiemos habrá un rumbo claro de tolerancia, de progreso y de equidad social, en el marco de un robusto Estado de Derecho. Un pilar esencial del nuevo orden será la independencia de la justicia, sin la cual la República es un cascarón vacío. 

No se trata de una quimera: es lo que ocurre en la Ciudad de Buenos Aires, cuyos jueces no son perseguidos, actúan con absoluta libertad y fallan muchas veces contra leyes o actos emanados del Poder Ejecutivo, con la tranquilidad de que no sufrirán por ello ninguna consecuencia. Es ese modelo de justicia porteña -que incluye un Consejo de la Magistratura que funciona activamente dentro de una composición pluralista- el que la Nación necesita.

Es auspicioso, en tal sentido, que Mauricio Macri haya anunciado que designará como ministro de Justicia al senador Ernesto Sanz, no solo por las calidades personales de éste, cuya labor legislativa ha sido enjundiosa, sino porque como presidente de la Unión Cívica Radical representa cabalmente los valores republicanos del centenario partido.

Por cierto, una justicia idónea e independiente deberá, entre muchas otras cosas, garantizar que no haya impunidad para los funcionarios corruptos. Nadie será perseguido por sus ideas políticas ni por los cargos que haya ocupado, pero es imprescindible que los ciudadanos sepan que la igualdad ante la ley no es una mera declaración lírica de la Constitución Nacional.

Sobre esa base, será posible que la sociedad vaya recuperando su confianza en las instituciones. Es la contracara del miedo: se trata de consolidar el imperio de la ley, una ley pareja para todos. Y, además, un sistema judicial ágil, nutrido de la tecnología adecuada, moderno, fácilmente accesible a todos, con jueces que atiendan personalmente los conflictos en los que deben intervenir y no estén ocultos detrás de marañas de papeles y expedientes.

También en esto la Argentina clama por ingresar en la modernidad.

Viernes 6 de noviembre de 2015
                                                               Dr. Jorge R. Enríquez
                                                          jrenriquez2000@gmail.com

                                                              twitter: @enriquezjorge

El presente artículo del Dr. Jorge E. Enríquez es publicado en La Misère Porc, por gentileza de su autor.

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