La caja de Pandora
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si el caballo piensa, se acabó la equitación
Por Malú Kikuchi
Uno de los tantos problemas que arrastra, inventa y genera Argentina, uno de los más graves, es su estúpido sistema de relaciones con el resto del mundo. Si el país es amigo desde siempre, o si es conveniente mantener un comercio fluido con el país en cuestión, entonces seguro que vamos a hacer lo posible por enemistarnos. Y lo vamos a conseguir.
Durante siglos, desde el Tratado de Tordecillas, 7/6/1494, Valladolid, firmado por los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, en que se dividieron el nuevo mundo recién descubierto por Colón, la Banda Oriental, el territorio ubicado al este del Río Uruguay y al norte del Río de la Plata, más lo que es hoy el estado de Río Grande do Sul, perteneció a España.
Las primeras fundaciones se debieron a Sebastián Gaboto; siguieron muchos tratados; se fue y se vino. A veces Portugal fundaba la Colonia do Santíssimo Sacramento (Manuel Lobo 20 a 28/1/1680), las fuerzas españolas la asaltaban el 7/8/1680 y la rebautizaban como Fuerte Rosario.
Por el Tratado Provisional de Lisboa 7/5/1681, España la devolvía a Portugal, que la llamaba la Nova Colonia do Santíssimo Sacramento, que pasaba a ser portuguesa “definitivamente”, por el Tratado de Lisboa 1777.
Fue luso brasileño muchas veces: siempre volvió. Ya en 1811 se declaró la Provincia Oriental de las Provincias Unidas del Río de la Plata (sin el estado de Río Grande do Sul que ya era brasileño). Brasil se anexó el Uruguay en 1821 bajo el nombre de Provincia Cisplatina. Los 33 Orientales encabezados por Juan Antonio Lavalleja salieron de San Isidro, Argentina, el 19/4/1825 para liberar su tierra. Y combatimos durante 3 años una guerra contra el imperio del Brasil por nuestra provincia Oriental. La Batalla de Ituzaingó fue decisiva. Ganamos la guerra, perdimos la paz. La República Oriental del Uruguay declaró su independencia y se separó de sus dos molestos y enormes vecinos. Con poco territorio, con paciencia, trabajo y mucha inteligencia, construyeron instituciones sólidas, lo que lo convirtió en un país insólito para América Latina, por su apego al estado de derecho.
Fue refugio de exiliados argentinos en tiempos de Rosas y de Perón. Nos peleamos por el fútbol, la nacionalidad de Gardel y del tango. Y a pesar de nuestras enormes diferencias en cuanto a instituciones políticas (todas a favor del Uruguay), hablamos la misma lengua, comemos parecido y los orígenes son iguales. Tenemos una historia común, deberíamos tener un futuro común. Desgraciadamente no será así. Un “logro” de los K.
Recordar todas las malas jugadas que Argentina le ha hecho al Uruguay en esta década K, podría llenar la guía de Beijing. Basta con refrescar el corte del puente internacional entre Gualeguaychú y Fray Bentos durante 3 años y 7 meses (20/11/06 hasta19/6/10) por la ex pastera Botnia, tema declarado por el presidente Kirchner como “causa nacional”. Con gran perjuicio para nuestro vecino país y sin razones valederas.
Los sucesivos gobiernos uruguayos fueron siempre respetuosos de sus pares argentinos. El actual, el “Pepe” Mujica, ha sido casi demasiado afectuoso y permisivo con los K, no por ellos, sino por lo que representan: Argentina. Ha votado contra los deseos de su país en temas internacionales, para complacer al gobierno Argentino (suspensión de Paraguay en el MERCOSUR). Y Argentina, para devolver favores, le niega al Uruguay permisos de exportación, le pone trabas comerciales, y hace de esa buena idea que fuera el MERCOSUR, una mala farsa.
Según el presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay, “Argentina ha trazado una carrera de obstáculos. Si no se cae en la 1° o la 2°, se caerá en la 3° o la 4°”. Solo en vestimenta les tenemos demorados permisos por US$ 10 millones, lo que significa que hay 200 uruguayos viviendo del seguro social. De seguir así, serán más. Los mismos problemas con plásticos, autopartes y alimentos. El transporte mermó un 40%. Luis Lacalle, ex presidente, dice que: “entre cancillería (Argentina), la casa Rosada y Moreno, les han hecho mucho mal”.
Resultado: dice Mujica, “Hace muchos años el país votó un MERCOSUR que ha tenido sus vaivenes. Pero NOSOTROS TRABAJAMOS CON BRASIL PARA QUE EN 2014 NO EXISTA MÁS LA FRONTERA PARA LA MERCADERÍA Y LA GENTE . Esto será un brutal desafío y un terremoto; el libre tránsito entre bienes, servicios y personas entre Uruguay y Brasil. Los empresarios y los comerciantes, los trabajadores sindicalizados, todos tendrán que participar de la discusión, y ponerla en práctica”.
Finalmente, lo que no pudo el poderío naval portugués, lo que no consiguió la astucia de los bandeirantes, ni el inmenso imperio del Brasil, con una serie de imbecilidades orales, ni siquiera ordenes escritas para que no queden pruebas, lo ha conseguido Moreno, siguiendo las directivas de Cristina.
Nuestro entrañable Uruguay, el refugio soñado en tiempos difíciles y en vacaciones, nuestro hermano tanguero y futbolero, el único país al que podemos llamar rioplatense, se vuelve hacia el Brasil. No porque lo sienta más cercano, sino porque nuestras disparatadas políticas lo alejan. No lo vendemos, ¡lo regalamos! “Adeus Uruguay, vai embora”. Adiós Uruguay.
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