viernes, 1 de mayo de 2020

Hacia dónde nos quieren llevar…





30/04/2020



Hacia dónde nos quieren llevar…



El kirchnerismo que viene




El embrutecimiento social sirve. Cualquier argumento, sea falso o dibujado, ayuda al propósito de erigirse como los únicos dueños de la verdad, actitud que toman siempre los kirchneristas.

La descomposición social que está sufriendo nuestro país, no es fruto de la pandemia del coronavirus, sino el resultado de muy diversos factores, como por ejemplo, tres generaciones que han vivido de subsidios del Estado, sin prepararse para la vida laboral y esto nos están llevando a una profunda crisis social.

Más grave es ser testigo de la decadencia cultural de los jóvenes, y ese ha sido el propósito de este engañoso “progresismo de izquierda”. Reescriben la historia elevando a los grupos subversivos como una suerte de superhéroes que lucharon contra la dictadura.


Un poco de historia


El 12 de octubre de 1973, Juan Domingo Perón asumió la presidencia en un acto multitudinario y se convirtió en el único jefe de Estado que ocupó en tres mandatos el sillón de Rivadavia.

Con el regreso a la Casa Rosada también se reflotó la vieja aspiración de lograr un “pacto social” entre el gobierno, los empresarios y los sindicatos. Para el entonces presidente, la forma de resolver la crisis del país debía llevarse a cabo a través del acuerdo entre las distintas corporaciones.

Pero si bien este proyecto fue sostenido por los gremios que comandaba José Ignacio Rucci desde la CGT, no fue así por la Juventud Peronista, que esperaba un giro del gobierno a la izquierda para ir acompañando la tendencia en el continente.

Montoneros y la JP habían sido apoyados por Perón durante su exilio y las fuertes expectativas que se crearon sobre el regreso del líder eran opuestas a las perspectivas de los sindicatos.

El gobierno descubrió de entrada la gravedad de la crisis: a dos días de la asunción fue asesinado el dirigente Rucci, a quien en su velatorio, Perón calificó como a “un hijo”.

Mientras el caudillo comenzaba a elegir a los sindicalistas sobre Montoneros y la JP, la crisis social y económica se agudizaba, había despidos masivos y las reuniones para concertar el pretendido “pacto social” no tenían éxito. La ruptura estaba cerca.

El del 1° de mayo de 1974 fue un discurso clave de Perón en el ocaso de su vida. Separó tajantemente el rol de la resistencia peronista entre 1955 y 1973, centrada en las organizaciones sindicales, de lo que él mismo había fomentado y llamado «formaciones especiales».

El peronismo y su viejo líder se reencontraron ese 1 de mayo de 1974 en la Plaza de Mayo para festejar el Día del Trabajo. Por un lado estaban los sectores gremiales, como la Unión Obrera Metalúrgica. Del otro la “juventud maravillosa”, como la llamó en algún momento Perón, encarnada en Montoneros.

Estos coreaban sin cesar: “Perón, *evita*, la patria socialista”, “¿Qué pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular?”. Perón, que sabía que se estaba despidiendo de la vida, avanzó en su discurso de barricada señalándolos: “Estos estúpidos que gritan”. Y agregó con sorna: “Hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos que los que lucharon durante veinte años”. Hacía poco tiempo que el secretario general de la CGT, el metalúrgico José Ignacio Rucci, había muerto asesinado a balazos en la calle, en un atentado reivindicado por los Montoneros, denominado “Traviata”. Y Perón avanzó esa tarde, acariciando el ego de la dirigencia gremial: “Y han visto caer a sus dirigentes asesinados, sin que todavía haya sonado el escarmiento”. Una ovación sucedió a sus palabras, mientras parte de la concurrencia comenzó a retirarse por Diagonal Norte. Eran los montoneros, aludidos expresamente por el líder.

Soy testigo directo por la edad. Los subversivos fueron una banda de delincuentes que sumieron al país en un caos, con un gobierno democrático elegido por voto popular. Es más, una vez instalada la dictadura -devenida en parte por ellos y aplaudida por sectores civiles- ese movimiento ya estaba desarticulado y derrotado. Los dirigentes de esos movimientos –muchos de los cuales “vendieron” a sus compañeros, viven hoy con una “abultada billetera” y ocupando los principales puestos en el gobierno. Y siguen sosteniendo el relato de los “jóvenes idealistas” que dieron su vida por la democracia.

Han educado y formado durante la “década ganada” una masa ingenua y desinformada, con un discurso dirigido a la hinchada, que carece de sustentabilidad, y de rigor histórico. Sólo basta recordar, a modo de ejemplo militante, la campaña instrumentada desde la dirigencia sindical docente sobre el caso Maldonado.

En definitiva, todo el desastre de este mal llamado “gobierno progresista” parece ser culpa de la herencia maldita, la Tierra Arrasada, la oposición, la conveniencia y complicidad de votar para que no se investigue nada, no haya culpables de los sobreprecios y retornos de la obra pública, los hoteles, los campos, las adjudicaciones directas a precios exorbitantes, los millones despilfarrados cuando la soja estaba a 650 dólares la tonelada.

En un libro sobre La Cámpora, fuerza política liderada por Máximo Kirchner, el primogénito del matrimonio entre Néstor Kirchner y Cristina Elisabet Fernández Vda. de Kirchner, sugiere que será desde el interior de esta fuerza que surgirá el heredero político del kirchnerismo (Laura di Marco, 2012). Según di Marco, CFK confía más en La Cámpora que en los peronistas, y muchos de los miembros de esa agrupación, cada vez ocupan más altos cargos públicos, aunque no sean idóneos en la materia.

La Cámpora junto a otras agrupaciones y partidos que forman la base del gobierno kirchnerista como el Movimiento Evita, el Peronismo Militante, MILES, la Corriente Peronista Nacional, la Corriente Nacional de la Militancia, Nuevo Encuentro, Vatayón Militante (ahora Pingüinos), el Partido Comunista Congreso Extraordinario, el Partido Comunista de Argentina y KOLINA.

Los políticos de izquierda no se animan a llamarse marxistas-leninistas porque no quieren asumir el genocidio de Stalin. Ya lo había manifestado Juan Domingo Perón el 28 de septiembre de 1973 “Tenemos que derrotar a este enemigo que es el marxismo y que se manifiesta a veces con distintos rótulos”.


De llegar al gobierno, una de las premisas del trotskismo es que el “triunfo de la revolución”, solo puede culminar “en una dictadura”, ya que las transformaciones que el proletariado y el campesinado necesitan, provocarán la resistencia de los propietarios, terratenientes, la gran burguesía y el gobierno político. Sin la dictadura será imposible quebrar la resistencia. Habría que preguntarles qué país nos dejarán en cuanto a libertad, educación, universidad, economía, justicia, trabajo, empresas, distribución de la riqueza, etc. Valga como ejemplos contemporáneos en Latinoamérica, el modelo cubano, nicaragüense y venezolano, con burócratas ricos, enquistados en el poder desde 1959, la maoísta desde 1949, y la chavista desde 1999.

El marxismo-leninismo representa la dictadura, busca purgar cualquier cosa considerada burguesa que designa a la clase media. Propone un solo partido comunista, (Socialismo del Siglo XXI) institución política suprema del Estado que promueve una organización social sobre la base del conflicto de clases y el igualitarismo, cuyos primeros pasos ya estamos viendo en la Argentina.

En estos momentos estamos viviendo en una sociedad donde están fallando todos los análisis, donde existe una decadencia absoluta de los valores fundados en el aprecio a la humanidad, donde la competitividad, el arribismo y la banalización de los valores éticos y morales han hecho y continúan haciendo estragos en todos los estamentos.

Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía, fundamentalmente de toda la clase dirigente, que ha perdido el sentido común, me refiero a aquella inteligencia que ha desarrollado el ser humano y que le permite manejarse de manera sensata en diferentes situaciones de su vida.

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