sábado, 14 de diciembre de 2019

DE NO CREER

LA NACION


14 de diciembre de 2019 



Ya tenemos gobierno: solo falta que gobierne



  Carlos M. Reymundo Roberts
                             LA NACION



Creo que no es aventurado decir que los argentinos nos hemos dado un gobierno raro, rarito. Ojo: no estoy haciendo un juicio de valor ni mucho menos anticipando que no le va a ir bien. Simplemente digo que tiene formas extrañas, sobre todo por tratarse de un gobierno peronista. Desde su inauguración, el martes, vimos que el poder parece estructurado sobre el presupuesto de que habrá un juego entre el policía bueno, Alberto, y la policía mala, Cristina. Alberto saluda a Macri, lo aplaude, lo abraza, empuja la silla de ruedas de Gaby Michetti y larga un discurso cuya moderación y llamado a la unidad de los argentinos me hizo cantar, desde mi palco en Diputados: "Se siente, se siente, Alberto presidente". Horrorizada por lo que veía y escuchaba, Cristina salió al cruce de tanta dulzura desparramando litros de agua tónica. Ahí no tuve más remedio que entonar: "Se siente, se siente, la yuta está caliente".

Pero eso no fue lo más significativo. Llevan cuatro días en el poder y todavía no anunciaron una sola medida económica. Son los primeros bomberos sin apuro. Saben que van a ser gobierno desde la noche del 11 de agosto, hace cuatro meses, y da la impresión de que todavía están armando el equipo y el plan. Jefe, ¡ya empezó el partido! Solo se conoció que habrá 20 ministerios, lo cual puede ser interpretado como un paliativo a los altos índices de desempleo.

Es cierto que la policía mala metió las uñas cuando el policía bueno, después de bajarse de los aviones y de pasar horas tuiteando con desconocidos, había logrado elegir un ministro de Economía. Ella se lo bochó. A ese y a otros. Haberlo traído a Martín Guzmán, un investigador de Columbia, también es extraño. O es una genialidad o es un piletazo. Como que al tipo lo dejás en el Obelisco y se pierde. Esta semana, un banquero muy grosso me dijo que le llamaba la atención que al peronismo le haya costado tanto hacerse de un ministro de Economía: "Al final lo encontraron en un casting universitario". Yo odio las ironías, pero esa está buena.

En su conferencia de prensa del miércoles, el mayor mérito de Guzmán fue no haber pisado el palito y, algo tampoco menor, demostrar que no se olvidó el castellano. Lo demás, enunciados difusos. Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, también se movió entre generalidades al hablar en un foro de Techint. Por ejemplo, dijo que las medidas se conocerán en "las próximas semanas". ¿De cuántas semanas estaría hablando, amigo Kulfas? ¿Paquete navideño? ¿Regalo de Reyes? ¿Plan Carnaval? Mi reclamo es corporativo: esta gente no te tira un título. Lo considero una seria amenaza a la libertad de prensa. La falta de anuncios se tornó tan dramática que Crónica TV llegó a poner en una de sus placas: "En instantes, Dylan llega a Olivos".

Creo que no estoy siendo injusto. La primera medida importante fue reponer el protocolo sobre el aborto que había frenado Macri. Es decir, debutaron con una decisión polémica, una mojada de oreja al Papa, duramente criticada ayer por la Iglesia. En cualquier momento tenemos una foto del Papa sonriéndole a Macri. Otra novedad fue la llegada de Evo Morales. La vida tiene esas piruetas. Frente a las oleadas de bolivianos que ingresan legal o ilegalmente para atenderse en un hospital, trabajar, estudiar o vivir, Evo se negó sistemáticamente a aceptar una reciprocidad del sistema de salud de su país con los argentinos. Si te pasa algo ahí, poniendo estaba la gansa. Como no somos rencorosos, pronto le vamos a dar la condición de refugiado. El kirchnerismo ya se ilusiona con utilizar su expertise en escrutinios y reformas constitucionales.

El que se anotó rápido como proveedor de noticias fue Axel Kicillof. Al asumir la gobernación dijo, frente a una Cristina conmovida, que la caja provincial estaba poco menos que vacía, lo cual enseguida se demostró que era absolutamente falso. Después, lo más llamativo: en el decreto de nombramiento de dos funcionarios hizo dejar constancia de que ambos sufren un procesamiento por ser víctimas del lawfare. Hasta ahora, un procesamiento en causas por corrupción era, en cualquier circunstancia, una información incómoda, algo que se ocultaba. Axel acaba de darle un upgrade. Ha pasado a ser un dato que engalana el currículum. De paso, el que no sepa bien qué significa lawfare no se haga problema: dejará de usarse cuando el último kirchnerista salga en libertad.

En fin, prefiero quedarme con el discurso y las formas civilizadas de Alberto. Varios pasajes del mensaje merecen haber sido escritos por Gustavo Beliz, que, discreto como es, no lo dirá nunca. Lo único que dice, en la intimidad, es que trabaja a metros del despacho del Presidente. Esperemos que la policía mala no disponga que se ubique algo más alejado: en La Quiaca. Un veterano y locuaz dirigente peronista, al que no voy a identificar -solo diré que es un tipo macanudo, un tipo bárbaro-, está convencido de que la señora no se propone obstruir. Que será prescindente. Lo deletreó, para que yo no me hiciera el piola. Ojalá. Como tengo mis reservas, sigo adelante con la fundación de LADRA, la Liga Argentina para la Defensa de los Derechos Republicanos de Alberto.

Raro o no, ya tenemos gobierno. Y en cualquier momento se pone a gobernar.

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