Martes 25 de agosto de 2015 | 02:54
Por Fernando Laborda | LA NACION
A exactamente dos meses de los cruciales comicios presidenciales, podría decirse que casi nada ha cambiado en el escenario electoral respecto de las primarias desarrolladas hace dos semanas. Los consultores de opinión pública que han hecho las primeras encuestas post-PASO coinciden en que la tendencia no ha variado y que, hasta ahora, el resultado previsto para el 25 de octubre no diferiría mucho del registrado el 9 de agosto. Claro que los 60 días que nos separan de las urnas representan demasiado tiempo para asegurar que nos encaminamos hacia una segunda vuelta electoral.
Los sondeos conocidos en los últimos días, relevados por Federico Aurelio y por Enrique Zuleta Puceiro, dan cuenta de que, por el momento, Daniel Scioli estaría creciendo muy levemente por sobre el 38,4% que obtuvo en las PASO y que Mauricio Macri estaría asegurándose los votos de sus aliados de Cambiemos, Ernesto Sanz y Elisa Carrió , y aumentando dos puntos respecto de los 30 que redondeó su frente electoral dos semanas atrás.
El tercer candidato en discordia, Sergio Massa , que en las PASO había obtenido un 14% de votos propios y un 20,6% sumando los de su aliado José Manuel de la Sota en el frente UNA, estaría promediando entre el 16 y el 18,5%, por lo cual no estaría reteniendo parte de los votos del gobernador cordobés, pero no llegaría a ser destruido por la hipotética polarización Scioli-Macri.
De esta manera, y hasta hoy, los tres principales candidatos tienen algo para celebrar. Scioli puede festejar que, pese a los contratiempos que ha tenido en los días posteriores a las PASO, su intención de voto no ha bajado y, aunque tampoco ha subido mucho, cuenta con tiempo como para salir a buscar los siete puntos que le faltan para llegar al 45% que le permitiría ganar en primera vuelta.
Macri puede celebrar que, si las elecciones fuesen hoy, estaría cerca de entrar al ballottage, por cuanto Scioli no estaría alcanzando los 45 puntos ni 40 con una diferencia de diez sobre él.
El optimismo que reina en la oposición tiene un límite considerable, que radica en las dificultades que puede encontrar Scioli para perforar su techo de las PASO
Finalmente, Massa, superando el 15% de los votos, estaría asegurándose un número de diputados nacionales propios interesante y quedando en carrera para avanzar en una negociación con algún candidato presidencial, que podría ser Macri, de cara a la eventual segunda vuelta.
El optimismo que reina en la oposición tiene, sin embargo, un límite considerable. Radica, más que en las virtudes propias para crecer, en las dificultades que puede encontrar Scioli para perforar su techo de las PASO. Las graves consecuencias de las inundaciones en la provincia que él gobierna, su inoportuno viaje a Italia en medio de ese desastre y los problemas económicos que afronta un país donde el valor del dólar comienza a marcar la agenda de los argentinos son factores que tornan complicado el avance del Frente para la Victoria.
Aun así, nadie puede descartar que, dentro de 60 días, muy pocos se acuerden de las inundaciones o de aquel frustrado periplo por Italia. Y que los problemas de la macroeconomía no se trasladen con tanta crudeza a los bolsillos de la mayoría con la rapidez que la oposición esperase.
El poder del Estado y de los aparatos partidarios no puede desdeñarse. Se acaba de ver en Tucumán, donde el candidato oficialista se impuso hasta con cierta comodidad pese a la evidentes falencias institucionales que exhibe el gobierno provincial y más allá de las graves irregularidades que caracterizaron al acto electoral.
Scioli se ha propuesto lograr un aumento del 10 por ciento en cada distrito respecto de los votos cosechados en las PASO. Así lo hizo saber el pasado fin de semana en la propia provincia de Tucumán, durante una reunión con un buen número de gobernadores del Frente para la Victoria de todo el país.
Antes de eso, Scioli debería preguntarse si será capaz de lograr ese incremento porcentual en la provincia de Buenos Aires, donde en un gran número de distritos consiguió menos votos que sus propios candidatos a intendente. Pasar del 40 al 44% no parece una tarea imposible si se tiene en cuenta que en 2011 llegó a obtener el 55%. Tampoco le debería costar subir dos puntos y medio en la Capital Federal o dos puntos en Córdoba si se mostrase algo más crítico del gobierno nacional. El problema es que Cristina Kirchner lo admita y que la relación entre Scioli y las autoridades nacionales no termine convirtiéndose en un conflicto de impredecibles consecuencias, aunque algunos en el sciolismo creen que el grado de diferenciación con respecto al gobierno kirchnerista estará en función de la cercanía o de la lejanía del triunfo en la primera vuelta. Cuanto más lejos, más diferenciación de Cristina habrá.
Los postulantes de la oposición también tienen desafíos, a partir del entendimiento de que la ciudadanía espera que hagan algo más que mostrar lo negativo del gobierno nacional, al tiempo que cruzarse de brazos pensando que Scioli ha llegado a su techo electoral o ponerse a rezar para que no alcance el 45% en octubre dista de ser una estrategia efectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario