Argentina necesita una reforma. El Estado debe ser reformado. ¿Qué reforma? La de la cantidad de cosas que en el Estado argentino deben ser reformadas.
Resulta que donde todo está bien una pequeña reforma será suficiente. Donde casi todo, o todo está mal, la reforma debe ser en grande.
Acontece como en la cirugía decía Ortega y Gasset: “el cuerpo enfermo determina hasta qué profundidades de la carne tiene que penetrar el bisturí”.
Entonces nos preguntamos: ¿hasta que hondura de nuestra realidad nacional tiene que calar la reforma?
La dimensión de la profundidad en Argentina es grande, inmensa.
Si se cala hondo dará resultado, pero si nos quedamos en la superficie, no se habrá dado un solo paso en la restauración de la Nación.
Ahora bien si tomamos los defectos de nuestra Nación, hay de dos clases: un sistema totalmente autoritario y una sociedad carente de empuje, de claridad mental, de decencia, que marcha malamente. Decía el filósofo español: “que en las grande épocas de un pueblo lo formidable es siempre la vitalidad del cuerpo social, la cantidad de individuos capaces, el hervor genial de una raza bajo la costra de su Estado imperfecto”
De esto podemos concluir los argentinos que de la desdicha de nuestra Patria, nosotros somos los culpables.
Mientras el tipo medio argentino siga idiotizado por los “chiches” electrónicos de última, el “cuatro ruedas” ampuloso, la televisión “boba”, el telenovelón de Maradona y sus mujeres o las desdicha de Riquelme, no es lícito esperar que el destino de la Nación cambie.
Lo contrario sería magia; y como decía el gran Ortega: “tener fe en la magia, es intelectualmente una indecencia”.-
Autor: Jorge Omar Alonso
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