lunes, 3 de marzo de 2014

EN EL PAÍS DE MARAVILLAS DE LOS "K" NO EXISTE LA INFLACIÓN, PERO PARECE QUE AHORA SI


CARTAS Y NOTAS DE NUESTROS AMIGOS LECTORES



 El Gobierno Nacional admitió finalmente que la inflación
 existe en Argentina y comenzó a dar algunas señales de
 querer corregir uno de los problemas más graves que sufre
 la economía nacional. Este reconocimiento representa un
 hito en la administración kirchnerista que jamas se animó
 ni siquiera a pronunciar esa palabra y trató de ocultar con
 cifras inverosímiles la realidad del comportamiento de los
 precios.  

 
 De todas maneras, el ministro de Economía
 Axel Kicillof, no modificó demasiado su discurso
 cuando comunicó que la Argentina enfrenta, en verdad, un
 problema inflacionario. Pero los números fueron suficientes
 y no hubo más por decir tras el 3,7% que le adjudicó a la
 inflación de enero con el nuevo índice.  

 
 La cifra significa la más elevada desde el 2002. Y aunque
 se trate de fórmulas distintas, según el Gobierno,
 representa un salto bastante superior al doble respecto del
 número difundido en diciembre (1,4%). Además, en
 perspectiva con el resto de los países de la región,
 la inflación de enero en Argentina es más alta que la
 de un semestre en Brasil, y es mayor que la suba de precios
 anual en Chile y en Perú. Y es incluso más alta que el
 3,3% que informó para enero Venezuela, el país con más
 inflación de América Latina.
 

 El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no estaba en
 condiciones de sostener el antiguo índice por razones tanto
 económicas como políticas y, fundamentalmente, ante las
 presiones del mercado internacional.
 
 Las falsas estadísticas fueron una manera de horadar la
 confianza internacional en la Argentina. Y el Gobierno debe
 volver a ese mundo, para tomar créditos, porque se le está
 acabando la plata. El FMI dijo que analizará el nuevo
 mecanismo y solicitó otras revisiones, entre ellas las del
 PBI.
 
 
 El restablecimiento de alguna normalidad con el Fondo es una
 de las condiciones para que el Gobierno pueda acceder a los
 mercados financieros internacionales. Hay otras que, como
 esa, el kirchnerismo acepta a los tropiezos y a
 regañadientes. El Club de París aguarda una mueva misión
 luego del pobre último tránsito de Kicillof para saber
 cómo renegociar los U$S 6.000 millones que debe nuestro
 país desde el default. 
 

 Por otro andarivel, el Gobierno busca un atajo para saldar
 el conflicto con los holdouts que no entraron en los canjes
 de la deuda y litigan en los tribunales de Nueva York.
 
 Habría diálogo con un importante representante de un fondo
 de inversión para que se haga cargo de la compra de esos
 bonos en canje por una formidable compensación y
 facilidades para sus negocios en la Argentina.
 
 
 Más allá de todas estas urgencias, y tras la salida de
 Guillermo Moreno de la Secretaría de Comercio, no hay que
 olvidar que la oposición tuvo en estos años su más
 reconocido acierto a través de las mediciones paralelas que
 con el respaldo de las consultoras privadas se encargó de
 difundir. 
 
 
 Es paradójico que la cercanía con el IPC Congreso sea el
 factor que le da credibilidad. En este sentido, la
 inflación del IPC Congreso para el mes de enero está
 todavía casi un punto arriba (4,6%) de lo anunciado por
 Kicillof. En realidad, la diferencia de menos de un punto se
 da por el aumento en transporte en la ciudad, que es el
 doble que en el comunicado oficial. Pero sin dudas que,
 a partir de ahora, el impacto de sus números va a empezar a
 ser menor. 
 
 
 Cualquiera sean los motivos que más habrán pesado en esta
 decisión, lo cierto es que finalmente hay coincidencia a la
 hora de señalar que algo grave está sucediendo en la
 economía argentina. Una situación que, difícilmente,
 sólo los “precios cuidados” puedan corregir. 
 
 
 Por ahora, Cristina quiere que los jueces ayuden a controlar
 los precios y evitar un desmadre inflacionario, con fallos
 que protejan los derechos de los consumidores. Para la
 Presidenta, el alza constante de los precios debería
 combatirse con voluntad política y con la colaboración de
 los jueces.
 
 
 La sensación es que Fernández de Kirchner necesitará de
 otras medidas económicas para poder resolver un tema que ya
 no es de la oposición o de los organismos internacionales.
 
 Ahora ha pasado a ser propio y convivir con él no será
 nada fácil para un discurso que, hasta hace poco, sólo lo
 negaba. 
 
Muchas gracias G.P.

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