domingo, 2 de febrero de 2014

Las bombas que acechan a una desconocida Cristina







"Hay casi 40 millones de argentinos que vienen angustiándose en mayor o menor medida, día tras día, sabiendo que lo que está por llegar será aún peor."


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Uno puede advertir que los comentarios que reflejan muchos analistas de la política y de la economía argentina tienden a ser bastante cuidadosos, en muchos casos, si se tiene en cuenta la realidad y lo que las perspectivas indican.


Tal vez sea porque mucha tinta ha corrido respecto de los pormenores del descalabro que se vive; o bien sea porque no se quiere alarmar más de la cuenta a los lectores debido a que, en general, estos huyen del pesimismo extendido, generalizado y entendible que albergan casi todos los habitantes de estas tierras, aún en meses donde el verano amortigua el peso  de los problemas.   
  


Ya las noticias diarias son lo suficientemente malas como para que uno las junte, haga una reseña de lo que pasa, y comente lo que puede llegar a suceder.


Sin embargo, este es el propósito de esta tarea; la ingrata labor de adentrarse en la sala de terapia intensiva donde gobernantes ineptos, inescrupulosos, torpes, y muchos de ellos tremendamente corruptos han colocado a la nación. 


Aunque no haga falta, hasta los extranjeros se encargan del inédito caso argentino donde se llega a llamar “década ganada” a un tremendo y estrepitoso fracaso.


Ese es el caso, entre otros incluso de mayor renombre, del área de Estudios Económicos del Banco de Crédito de Perú (BCP),  que menciona que a pesar de que las últimas medidas adoptadas en Argentina buscan dar una "señal positiva" al mercado, existen 3 factores claves que provocaran el efecto contrario:


El 1ro., señalan, está asociado a la diferencia que aún existe entre el tipo de cambio oficial y el paralelo (Blue Market), lo cual muestra un espacio adicional de devaluación hasta alcanzar su valor de mercado.


El 2do., es la falta de confianza en la moneda local que continuaría generando presiones sobre las Reservas Internacionales Netas.


El 3er. factor que citan es la oferta de dólares adicional a la oficial (BCRA) que es escasa, debido a la debilidad del sector externo, tanto por el lado del comercio exterior, como por la inversión extranjera.


Ya se sabe que todas estas medidas fueron tomadas por un equipo ministerial, tras  un cambio de gabinete, centrado en la cartera económica.


Esta lavada de cara que la Presidente le dio a su elenco de gobierno no ha servido para nada. Todo ya se convirtió en una nuevo fracaso.


La viuda de Néstor Kirchner no quiere, no sabe, se niega a reconocer la realidad.


Ninguno de los ministros curanderos que la rodean son tan siquiera confiables, ella tampoco, para sacar al paciente del estado de gravedad al que lo han llevado.


Es innegable que la Presidente de los argentinos, por la cual pasan todas las decisiones, no se encuentra bien.



Ya se sabe que adolece de un trastorno de personalidad narcisista, como lo han señalado cuatro reconocidos psiquiatras consultados por quien escribe.


Justamente  a la luz  de este trastorno se puede apreciar -aún más- que Cristina Kirchner adolece de algún problema adicional; ya que no hay que ser adivino ni desestabilizador para observar que la mandataria, hace lo contrario de lo que esta patología indica. Ha desaparecido de la escena nacional en demasía  teniendo en consideración la cantidad  y asiduidad con que solía hacerlo.


Algunos opinarán que es una estrategia, tras la derrota electoral sufrida. Sin embargo, no son pocos los que sospechan alguna complicación de salud menor en ella, la que la apartó de su rol principal  del  abatido relato, donde ella lucía como la principal y mejor intérprete.


Ella era el epicentro de todo y su séquito cercano estaba armado en función de su impronta personal. Hoy, sucede lo mismo, pero ella no es la misma.


Eso no significa que con ella en plenitud nada de lo que sucede no sucedería, ya que su conocimiento de la economía es inexistente; pero lo engorroso de este panorama, se vuelve aún más dificultoso.


La principal administradora del Estado nacional vive en un microclima rodeada tan solo de sus hijos, Carlos Zannini, Axel Kiciloff y por la mirilla de la puerta observa , si puede, Jorge Capitanich.


Al ministro de Economía le sobra soberbia y el puesto le queda unos cuantos talles más grandes para lo que está, al menos hoy, capacitado.


Ni qué hablar del Jefe de Gabinete, que ni actor de reparto podría ser para participar de la ficción en la cual todos los dias apela a conspiraciones casi astrales que se alínean para que enfilar contra el gobierno; sumado esto a su cuota de dichos desdichados que salen de su boca y de los cuales, luego, se tiene que desdecir.


La suerte de cualquier gobierno pasa por la economía. Hasta no hace muchos años atrás la suerte estuvo del lado de los Kirchner; pero esta se les acabó, y muy mal, cuando aún restan nada menos que dos años del 2do. mandato de Cristina Fernández.


Una bomba puede explotar por primera vez en manos de un gobierno peronista.


Esa bomba entre otros componentes esta armada por la falta de reservas, moneda inexistente, dólar desbocado, desmadrado gasto público, inflación en franco crecimiento, precios distorsionados y una desconfianza mayúscula.


¿Dejarán las múltiples fracciones que se cuelgan del nombre de Perón, que este gobierno descarrile antes de 2015? ¿Dejarán que el peronismo corra los riesgos que hizo añicos al radicalismo?


¿Cómo hará el gobierno y los peronistas que formaron o no parte de él para zafar de esta situación cuando aún restan dos años de gobierno y la tormenta económica-financiera-cambiaria es cada día más grande?


Los gobernantes, los políticos peronistas y los opositores no son los únicos que conviven en esta sombrío cuadro.


Hay casi 40 millones de argentinos que vienen angustiándose en mayor o menor medida, día tras día, sabiendo que lo que está por llegar será aún peor.


El bolsillo de una inmensa mayoría, no menor a 12 millones de individuos -hasta ahora- sabe muy bien que desde 2007 en que el INdEC se convirtió en un dibujante de los caprichos del gobierno la verdadera inflación fue 331,7%  y no el mentiroso 87,1%.


Las urgencias de la gente común no entiende ni les preocupa que Axel Kiciloff hable mal de la banca extranjera, y al mismo tiempo le vaya a rogar a esta préstamos en dólares; ni le interesa que las reservas del Banco Central hayan caído US$2.500 millones, tan solo en enero último.


Esta otra bomba, menos sofisticada pero mucho más sensible, también puede llegar a explotarle  a un gobierno que tuvo todo a su favor para erradicar la pobreza argentina y que hoy está en camino de llevarla a niveles mucho mayores.

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