marzo 14, 2015
Por Guillermo Cherashny
Ayer se cumplieron dos años del inicio del papado de Jorge Bergoglio, quien tomó el nombre San Francisco de Asís como símbolo de su humildad, que es una las principales virtudes del ex arzobispo de Buenos Aires. Cuando fue elegido por la fumata blanca de la Capilla Sixtina, sólo obtuvo de la presidente argentina una gélida mención de que habían elegido un papa latinoamericano, no nombrando a su enemigo, cual es su costumbre.
La mayoría del país, que es católica y también muy crítica de estos doce años de kirchnerato, al poco tiempo se empezó a sentir desilusionada cuando el flamante santo padre empezó a dispensarle un gran trato a Cristina Fernández. Mucha gente, cansada de este desgobierno, recordaba cuando asumió Juan Pablo II y nunca recibió al último presidente comunista de Polonia, el general Wojciech Jaruzelski.
Es así que muchos compararon en el año 2013 que, cuando los derechos humanos están vigentes en el mundo occidental, los regímenes populistas y autoritarios de Argentina y Venezuela, con sus desastrosas políticas económicas generaron un clima adverso al gobierno y así fue que en las elecciones de ese año casi un 70% repudió al cristinismo. Pero antes eso, el papa recibió a Cristina en un almuerzo privado en donde no le hizo ninguna critica y, es más, lanzó sus cuestionadas palabras: “cuiden a Cristina”, que fueron la primera desilusión de muchos argentinos sobre él.
Una larga historia
En realidad, quienes conocen la larga trayectoria de Bergoglio en la iglesia argentina señalan que siempre simpatizó con los populismos y que es un enemigo declarado del capitalismo. También algunos dicen que quiso apoyar al kirchnerismo pero este movimiento nunca lo dejó entrar. Esta afirmación se comprobó en su papado no sólo con el trato cortés a la presidente argentina sino también cuando no dijo una palabra sobre la represión del régimen venezolano en el verano de 2014 y más teniendo en cuenta que el secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, fue nuncio apostólico en Caracas y siempre apoyó al chavismo, lo cual no es un dato menor.
Como no lo es el rol del Vaticano en apoyo de la tiranía de los hermanos Castro. Tiempo después, recibió a Cristina con una amplia delegación que incluyó a los jefes de La Cámpora, de quien aceptó gustoso que le regalaran las remeras de esa organización de ñoquis, y finalmente pidió que Héctor Timerman nombrara a Eduardo Valdez como embajador en el Vaticano. No sólo Francisco está identificado con el populismo autoritario sino que fuentes seguras dicen que el papa teme el “carpetazo” oficial, debido a sus vinculaciones con el almirante Eduardo Massera durante el proceso y las denuncias sobre ese tema de Horacio Verbitsky, que cesaron en cuanto el santo padre halagó a la presidente. Además, hay que tener en cuenta que el cristinismo amenaza con la sanción de una ley del aborto que dejaría muy mal parado a un papa argentino.
En el plano internacional, hace un mes Francisco dijo: “el dinero es el estiércol del diablo”, lo que le generó problemas con los cardenales norteamericanos que lo ungieron papa para terminar con la pedofilia pero no para hablar contra el capitalismo, ya que los principales aportes a las finanzas vaticanas vienen del gran país del norte. Así las cosas, ayer declaró a la cadena mexicana Televisa que su papado será breve, de 4 o 5 años, o quizás 3, por lo cual está preanunciando una conducta similar a la del papa Benedicto XVI, que abdicó por razones de salud y también por falta de apoyo en el colegio cardenalicio.
Se sabe también que los cardenales italianos se quejan ante el papa por el nombramiento al frente de las finanzas vaticanas del cardenal australiano George Pell. La disconformidad de los cardenales americanos e italianos le augura entonces un papado corto, como ayer confesó ante los mexicanos.

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